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CÓMO AGOTA EL ESTRÉS NUESTRO CUERPO


Hay gente que vive su vida estresada. El solo hecho de entrar a una autopista los estresa, así como tener que saludar a un vecino o llamar para averiguar sobre el pago de una factura. Esta reacción al estrés, tan útil en el caso de una emergencia real, se convierte en un problema que a la larga puede originar agotamiento y enfermedades. 

En esto del estrés, vale la pena recordar que nuestras actitudes influyen en la manera en que reaccionemos ante él. Así como ciertas actitudes negativas pueden detonar una reacción negativa de largo plazo en nuestro organismo, las actitudes positivas pueden aliviarlo. Así de poderosas son. 

La actitud es una forma de actuar, sentir o pensar que revela la disposición o la opinión de un individuo. 

Nuestra actitud es un sentimiento interno que se expresa en una conducta externa. La actitud puede verse, aunque no digamos ni una palabra. Nuestra actitud es la “carta de presentación” de nuestro verdadero ser. 

Nuestros pensamientos y sentimientos moldean nuestra actitud. Por ello es importante que, en primer lugar, seamos capaces de identificar nuestros propios pensamientos y sentimientos. 

Analicemos si nuestra manera de ver las cosas contribuye con el estrés típico de la vida en el mundo moderno. 

¿Cuáles son esas actitudes que pueden disparar una reacción al estrés en el cuerpo? 

Normalmente son la crítica, el pesimismo, la impaciencia, y las actitudes que se pueden describir como “prepotentes”, “malhumoradas”, y “conflictivas”. 

La descortesía y el egocentrismo son actitudes que definitivamente tienen un impacto negativo en nuestro cuerpo. Estas actitudes, por supuesto, generan comportamientos que la mayoría de la gente detesta ver en los demás, pero que con frecuencia no ven en ellos mismos, como las quejas, murmuraciones y discusiones. Estos comportamientos son dañinos. Al igual que reclamar, refunfuñar, manipular y sentir celos o codicia. Todos son indicadores de un proceso mental distorsionado. 

¿Cuáles son las actitudes que desactivan las respuestas al estrés? 

Entre ellas tenemos la gratitud, la alegría, el agradecimiento, el gozo, el amor y la compasión. Si estamos programados para quejarnos, ser críticos, pesimistas, gruñones o impacientes, debemos tomar la decisión de no mantener o mostrar estas actitudes. 

Aceptemos que tenemos el poder de elegir nuestras actitudes. Estresémonos menos y disfrutemos de los beneficios. 

EL ESTRÉS PUEDE SER BUENO 

Ahora bien, no todo el estrés es dañino. Hay un estrés bueno, como el que tenemos cuando hay una boda o una graduación en la familia. El estrés también es la reacción natural de nuestro organismo ante una amenaza o lo que parece una amenaza. Este genera una descarga repentina de adrenalina y otras hormonas, que hacen que nuestra presión sanguínea se eleve, nuestro corazón lata más rápido y nuestros pulmones aspiren mayor cantidad de aire, entre otros cambios fisiológicos. 

Las hormonas del estrés nos dan fuerza adicional y una agudeza mental momentánea que nos permite pelear o huir. Sin embargo, cuando la reacción al estrés ocurre con mucha frecuencia o se prolonga demasiado, esas hormonas, que se supone que deberían salvarnos la vida, comienzan a hacernos daño. 

Es probable que nos sintamos deprimidos, ansiosos y enojados, con bajo deseo sexual y mayor riesgo de sufrir obesidad, diabetes de tipo 2, colesterol alto, hipertensión y todo tipo de enfermedades. Las mismas hormonas que salvan nuestra vida en una emergencia, pueden comenzar a destruir nuestra salud si la respuesta de estrés no se desactiva. 

LAS CONSECUENCIAS DEL ESTRÉS 

Una vez, el Wall Street Journal utilizó una sección completa para hablar de cómo vivir más tiempo. El artículo principal de la sección decía: 

“Los investigadores ven cada vez más al estrés—la cantidad de estrés que enfrentamos en nuestra vida diaria y nuestra destreza para manejarlo—como uno de los factores fundamentales para anticipar cómo envejeceremos”.  

El artículo concluyó que el estrés “mata” a la gente tanto o más que hábitos dañinos como fumar, beber o no ejercitarse. El estrés no solo es un problema mental, sino la causa de muchas enfermedades y dolencias. Muchos estudios recientes así lo han demostrado. 

El renombrado Estudio Nun demostró que un nivel de estrés elevado inhibe y deteriora el hipocampo, la parte del cerebro que está asociada con la memoria y el aprendizaje. Un hipocampo más pequeño es un indicio de mal de Alzheimer. 

EXAMEN FINAL 

En un estudio, los estudiantes mostraron un mayor riesgo de pescar resfriados, desarrollar úlceras bucales o tener infecciones cuando estuvieron bajo el estrés de la semana de exámenes finales. 

Un estudio a largo plazo realizado por la Universidad de Londres, demostró que el estrés mental crónico no controlado es un factor de predicción de cáncer y enfermedades cardíacas seis veces mayor que el hábito de fumar y niveles elevados de colesterol y presión arterial alta. 

En un estudio realizado por la Clínica Mayo en pacientes con enfermedades cardíacas, el estrés psicológico fue el factor de predicción más importante de un futuro incidente cardíaco. 

En un estudio de diez años de duración, quienes no pudieron manejar el estrés de forma efectiva tuvieron cuarenta por ciento más de probabilidades de morir que aquellos que estaban “desestresados”. 

ESTRÉS, EMBOLIAS Y ENFERMEDADES

El estrés excesivo durante períodos prolongados puede causar obesidad y enfermedades. 

En respuesta al estrés prolongado, la hormona cortisol se eleva, haciendo que aumente nuestra presión arterial y que se liberen grasas y azúcares en el torrente sanguíneo, lo que puede causar sobrepeso, aumento de los triglicéridos, y aumento del colesterol y el azúcar en la sangre. 

El cortisol nos puede salvar la vida si somos prisioneros de guerra o estamos en medio de una hambruna, ya que frena el metabolismo y nos ayuda a ahorrar nuestras reservas de grasa. Pero la mayoría no somos prisioneros de guerra, ni nos estamos muriendo de hambre, así que los índices elevados de cortisol casi siempre nos ayudan a engordar. 

La gente que sufre de estrés desarrolla manchas oscuras debajo de los ojos y líneas de expresión en la frente, ojos y boca. Algunos incluso tienen los ojos saltones, la mandíbula apretada y las fosas nasales ensanchadas. 

Los cirujanos plásticos están capitalizando la epidemia de estrés realizando estiramientos faciales, colocando inyecciones de Botox, etcétera.

Los estadounidenses consumen dieciséis toneladas de aspirina al año, mayormente debido a dolores de cabeza y otras dolencias ocasionadas por el estrés. 

El cortisol afecta el “centro de control” que regula las hormonas sexuales. Niveles elevados de cortisol están asociados con un descenso de la hormona DHEA y la testosterona, lo cual puede originar una baja en el apetito sexual y disfunción eréctil. 

En las mujeres, los índices elevados de cortisol están asociados a bajos niveles de progesterona y testosterona. En los períodos de estrés crónico, la progesterona se convierte en cortisol dentro del organismo, lo cual puede ocasionar una deficiencia de progesterona. Esto, a su vez, puede conllevar problemas con la menstruación y el SPM, así como graves síntomas menopáusicos como los sofocos y los sudores nocturnos. 

Los niveles de estrógeno se desequilibran cuando existen altos niveles de cortisol. El estrés crónico también es asociado comúnmente con la depresión. Niveles altos de cortisol ocasionan un desequilibrio en los neurotransmisores del cerebro, especialmente la serotonina y la dopamina. 

En un estudio científico, siete de cada diez pacientes con depresión presentaban glándulas suprarrenales agrandadas; algunos presentaban glándulas hasta 1,7 veces más grandes que una glándula normal en una persona que está libre de estrés. Es decir, la glándula suprarrenal se agranda en respuesta a la demanda de más cortisol. 

El cortisol, a su vez, ocasiona un desequilibrio de estos importantes neurotransmisores. El estrés excesivo aumenta el riesgo de desarrollar o agravar cualquier padecimiento imaginable. Está demostrado que muchas enfermedades y dolencias son consecuencia directa del estrés. Si queremos controlar nuestro estrés, primero debemos aprender a identificar las causas del mismo. 

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