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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

EL PERRO ENFERMO Y EL ASUSTADIZO. COMO EDUCAR A MI PERRO


El perro enfermo

Los animales viejos sufren a menudo dolores crónicos como la artrosis, y a veces se vuelven agresivos. Sobre todo durante una crisis se vuelven muy irritables. Aunque el amo debe controlar la situación, tenemos que excusar a estos perros y la reeducación tiene que pasar por la indulgencia del entorno para no provocar el mordisco. Los tratamientos médicos destinados a aliviar al perro son un remedio eficaz contra este tipo de actitudes. 

No debemos estar nunca orgullosos de nuestro perro cuando muerde, aunque esto nos parezca justificable. No debernos colocarlo en una posición critica: atado con una cadena, encerrado en un coche, etc. A veces se castra a los machos agresivos: tenemos que consultar con nuestro veterinario si este tratamiento puede adaptarse a nuestro animal.

El síndrome de privación 

Forma parte, con la ansiedad por la separación y la falta de jerarquización, de las tres grandes causas de los trastornos del comportamiento. Provoca numerosos síntomas, pero un trastorno predomina en cada uno de ellos. La ansiedad engendra muy a menudo un comportamiento destructor, y la falta de jerarquización provoca un comportamiento típico de perro mordedor. El síndrome de privación permite explicar sobre todo fenómenos de miedo en los perros. Antes de centrarnos en las fobias de los perros y de encontrar una solución para cada una, intentemos comprender el mecanismo y el origen general de los miedos de los perros. 

El término de privación designa la falta de estimulaciones diversas en las primeras semanas de vida del cachorro. Estos perros tendrán comportamientos patológicos cuando estén en contacto con un medio muy rico en estimulaciones visuales o sonoras (calles, coches, motos, tormentas, etc.) porque no estarán acostumbrados a ellos. 

Son indispensables numerosas estimulaciones, que sean variadas, y que intervengan muy pronto en la vida del cachorro para su desarrollo «intelectual» y neurológico. 

El caso de cachorros criados en algunas perreras aisladas, en cercados y no viendo a nadie antes de la venta es significativo. Tienen miedo de los ruidos más anodinos, como un objeto que cae, una bolsa de papel que arrugamos o una hoja que cae del árbol. La vida del amo y la del cachorro se vuelven entonces difíciles. Además, estos animales es-tán siempre en estado de alerta por miedo a lo que pueda suceder. Esta situación provoca a menudo un exceso de apego del perro por su amo, en el cual busca un consuelo permanente. Pero no sería dramático... si esto no pudiera evolucionar en un síndrome llamado ansiedad de la separación y engendrar nuevos trastornos.

El asustadizo

Es normal que el perro tenga miedo de los ruidos muy aparatosos como la tormenta o los petardos de las verbenas. El perro asustadizo se amedrenta por pequeños ruidos anodinos (el teléfono, un objeto que cae...) o por situaciones que siente que son peligrosas cuando en realidad no lo son (un coche o una bicicleta que pasan). 

No consigue tranquilizarse, incluso cuando el estímulo que desencadena el miedo ha desaparecido. Parece como si estuviera en un estado secundario que le impide reaccionar, controlarse, permanece persuadido de que la causa de su miedo está siempre presente. En ese caso debemos desensibilizar al animal con un acercamiento lento y progresivo hacia la fuente de miedo. Los cazadores tienen la costumbre de poner a prueba a los perros jóvenes. Si les dan miedo los disparos, los jubilan rápidamente. Pero podemos solucionar los miedos del perro sin escoger esta solución extrema.

LAS REACCIONES 
DEI ANIMAL ASUSTADIZO

Pueden ser muchas por una misma causa. La destrucción y los mordiscos son reacciones a estimulaciones violentas (tormentas). Los mordiscos, inhibiciones y trastornos digestivos son la respuesta a los miedos crónicos.

La destrucción 

Un animal asustadizo puede destruirlo todo a causa de un ruido. A menudo hace sus necesidades por todas partes. 

La escapada 

Puede escaparse. Las huidas durante las verbenas son frecuentes. También puede esconderse debajo de un mueble o de un armario.

El mordisco 

El animal puede morder cuando intentamos tranquilizarlo.

La inhibición 

Puede sentirse totalmente inhibido, orinarse encima o no moverse más. Es el caso de los animales que tienen un amo demasiado autoritario.

Los trastornos digestivos 

Los trastornos digestivos también son muy frecuentes (diarreas o vómitos).

Las causas

Aparte de los estímulos importantes y puntuales que provocan el miedo, como los ruidos, los truenos, etc., intentaremos comprender por qué un perro puede tener una reacción desproporcionada ante una situación anodina.

La falta de estimulación

El miedo puede concentrarse sobre un solo tipo de ruido (los petardos, por ejemplo). Ya hemos visto que aunque esto es molesto, no es regular. Por el contrario, la calle en su conjunto (coches, transeúntes, etc.) puede ser fuente de miedo y la vida se vuelve entonces más dificil. 

Una determinada raza de perro puede asustar al nuestro. Algunos tienen miedo de los perros grandes y otros de los pequeños. Todos estos miedos son debidos a una falta de estimulaciones diversas del cachorro. Tiene que estar acostumbrado a todo y a todos desde muy joven.

Un mal recuerdo

El miedo puede ser debido a un mal recuerdo asociado a acontecimientos precisos. El animal no habría tenido miedo la primera vez si un acontecimiento suplementario no hubiera intervenido.

El perro que ha recibido un mordisco de otro perro tendrá miedo de los perros cuando antes no lo tenía. El simple encuentro con un animal después del mordisco provocará signos de pánico o de agresividad, y esto independientemente del tamaño del perro: no es raro ver grandes molosos que tienen miedo de los perros pequeños.

¿Qué se puede hacer? 

El objetivo de la reeducación es hacer que el perro olvide su miedo. No podemos explicarle con palabras que la situación no es peligrosa. Tendrá que darse cuenta por sí mismo. Pero tenemos que ayudarlo. Existen cuatro métodos para ello. Podemos aplicarlos solos o como complemento los unos de los otros.

No consolar

Al consolar a nuestro perro, damos una importancia real a su miedo y lo reforzamos. Acariciar a un perro que tiene miedo y hablarle con dulzura es un reflejo normal. Pero tenemos que aguantarnos las ganas de hacerlo.

El placer ante todo 

Si tenemos miedo de coger el avión, podemos cogerlo con un amigo que hablará con nosotros durante el viaje. Al final conseguiremos no pensar más en nuestro miedo. Utilizaremos este mismo principio con el perro. Tenemos que asociar a la situación de miedo una situación de placer más intensa. El perro asociará de esta forma el motivo del miedo al placer y no a la angustia.

Si nuestro perro tiene miedo de los coches cuando se encuentra en la calle, podemos darle una golosina en el momento en que llega el coche y acariciarlo pero sin consolarlo. También podemos llamarlo y jugar con él mientras pasa el coche.

La costumbre

Otra técnica de reeducación consiste en acostumbrar al perro de forma progresiva a la situación de miedo. Esto es válido para las situaciones que se repiten de forma regular. Tenemos que evitar tirar petardos durante todo el año para curar el miedo a las noches de verbena. Lo que es importante es poder detener rápidamente la situación de miedo que hemos provocado de forma voluntaria... 

Si tiene miedo de los coches, pediremos a un amigo que se detenga cerca de nosotros en su coche, pero que se aleje en cuanto el perro esté aterrorizado. Poco a poco alargaremos la duración de los estímulos.

La estimulación

Tenernos que presentar al perro joven un máximo de estimulaciones. Para un perro asustadizo, tenemos que empezar de nuevo este aprendizaje poco a poco y colocarlo en situaciones estimulantes (presencia de otros perros, ruidos, niños...).

CASOS PARTICULARES

Proponemos a continuación algunos ejemplos de tratamiento mediante métodos de desensibilización adaptados a cada situación. Estos ejemplos no tienen un valor universal, y podemos encontrar otras astucias para desensibilizar un perro. Solamente permanece constante el principio general de los métodos.

El miedo al teléfono 

Este miedo puede parecer divertido. En efecto, un perro que ladra y salta sobre el teléfono no es una situación dramática. Pero el perro puede volverse agresivo con la persona que telefonea. Esta actitud es interpretada por los amos como celos, pero no es así. Es muy útil corregir este comportamiento. El primer reflejo que debemos tener es no gritarle al perro, ya que esto aumentaría su reacción. Luego diremos a algunos amigos que nos llamen, dejaremos que el teléfono suene, y si el animal reacciona, no lo descolgaremos hasta que se haya calmado. Paro no provocar al perro, dejaremos que el teléfono suene un máximo de diez veces (si no descolgamos, los amigos tienen que detenerse). Felicitaremos al perro cuando deje de ladrar y podamos descolgar el teléfono.

La tormenta 

Si las tormentas son poco frecuentes en nuestra región, quizá no sea necesario emprender una reeducación. En cambio, si estamos en la montaña y el perro está aterrorizado por cada trueno, tenemos que ayudarlo. Los amos señalan que el perro siente lo llegada de la tormenta. Las manifestaciones de miedo pueden preceder al trueno y ser muy intensas en el momento del ruido. También la luz del rayo los atemoriza. Podemos hacer una grabación del ruido del trueno y pasárselo al perro a bajo volumen y aumentar luego la intensidad día a día. Tenemos que distraer al mismo tiempo al perro para que oiga el ruido mientras hace otra cosa. No debemos consolarlo, que es lo que sucede normalmente en las situaciones reales, porque algunos amos tienen también miedo de los truenos. Gracias al ruido de fondo de la tormenta y a la ocupación anexa, el perro no relacionará más la tormenta y su miedo y soportará mejor la situación.

El miedo a los coches 

Los orígenes de esta fobia son múltiples. Puede ser debido al primer viaje de la perrera a casa durante el cual el amo y el cachorro estaban ansiosos. Un accidente de coche puede dejar también malos recuerdos. El perro puede expresar su miedo en el coche volviéndose agresivo o poniéndose enfermo. 

Es importante acostumbrar al perro al coche. 

Examinaremos cómo reacostumbar a un perro y hacer que desaparezca esta ansiedad.

Podemos retomar la educación haciendo trayectos muy cortos sin consolarlo, algo que sólo reforzaría su ansiedad. Tenemos que hacer que el perro olvide su miedo. Cogeremos uno de sus juguetes y se lo daremos durante el trayecto. Esto lo puede distraer y tranquilizar. También podemos darle, al detenernos, la comida en el coche. Esto nos permite banalizar el coche, puesto que el vehículo solo, fuera de todo trayecto, es a veces el origen del miedo. Dejaremos, siempre que sea posible, que suba en el coche cuando quiera, dejando las puertas abiertas. Tenemos que evitar utilizar este medio de transporte únicamente, en los casos que le provocan una ansiedad suplementaria: visita al veterinario, ir la perrera durante las vacaciones, etc. 

Aunque no veamos la utilidad rápidamente, tenemos que hacer viajar en coche al perro asustadizo muy a menudo, ya que la solución que consiste en no subirlo más en coche porque tiene miedo, sólo agrava el problema.

Prevenir

Para evitar todas estas fobias, la educación y la socialización son fundamentales. El perro tiene a menudo miedo de las situaciones que no conoce. Los amos, por su parte, tienden a consolar al perro cuando este siente miedo. Esta actitud refuerza el miedo, porque prueba al perro que tenía razón de estar atemorizado; al sentirse acogido no resuelve el problema, más bien lo evita. La prevención pasa por una estimulación muy importante del perro. No se trata de asustarlo sin cesar para que se vuelva insensible. Debemos ponerlo en contacto con otros perros, con otros animales, con la gente, y enseñarle los ruidos de la calle. Si expresa una angustia frente a una situación, tenemos que hacer como si no sucediera nada y distraerlo de lo que le da miedo jugando con él, llamándolo o dándole de comer, por ejemplo, pero sin llegar a convertirlo en bulímico.

El fugitivo 

La huida es la partida prolongada del perro de su territorio. Se escapará de nuestra casa por propia voluntad. Sabe que sale de su casa, que no tiene derecho y que no tiene la intención de volver rápidamente. El sentimiento de falta está presente en su espíritu y, por lo tanto, intentará burlar nuestra vigilancia. Esto es muy distinto del perro que se pierde, nuestro perro puede, en efecto, escaparse momentáneamente por un lugar que no le es familiar (bosque, parque) y no encontrarnos más. El fugitivo, en cambio, es consciente de su huida.

Las causas

El carácter del perro, las condiciones en las que vive y todas las modificaciones de su entorno próximo pueden provocar las fugas, pero también, y sobre todo, la sexualidad. El miedo desencadena a menudo una reacción de fuga, pero también pueden ser otras las causas de las fugas.

La sexualidad

La actividad sexual y la búsqueda de una pareja, sobre todo en los perros machos, son las principales causas de fugas. Este fenómeno es, además, muy conocido en los gatos, a los que se les practica la castración como remedio. 

A los perros se los castra muy raramente, puesto que la educación tiene que permitir retenerlos. Además, esta operación se destina normalmente a corregir el comportamiento de un perro mordedor y no de un perro fugitivo. 

El perro empieza a arañar las puertas; luego quiere salir en cuanto una de ellas se entreabre. La reacción de los amos, que consiste en atar al perro durante estos periodos de celo, no hace más que agravar la situación. El perro sólo busca escaparse. Es frecuente ver a machos saltando por encima de altos cercos o realizar agujeros enormes para pasar por debajo, y todo ello durante unos segundos de desatención.

El medio familiar

El perro puede fugarse porque no se encuentra bien en su medio familiar. Esto sucede cuando se ha producido algún cambio: nacimiento de un bebé, llegada de un nuevo perro, cambio de casa. El perro irá a buscar a otra parte (todavía no sabe dónde) una seguridad y un afecto que cree que ha perdido en nuestra casa. Se trata más de una fuga de un entorno que de una búsqueda inmediata de otro. Pero si la ocasión se presenta, escogerá una nueva familia. Por eso, muchas veces se recoge a perros adorables: no todos tienen amos malos, se escapan únicamente porque la situación ya no les parece agradable.

Las razas

No podemos negar el hecho de que algunas razas son más propensas a fugarse que otras. Los perros nórdicos son un buen ejemplo de ello, igual que algunos perros de caza. Esto no quiere decir que debamos resignarnos y excusar al perro; simplemente tenemos que estar más atentos. Podemos tener perfectamente a un husky en un jardín, sin tener que estar permanentemente buscándolo si está bien educado.

El miedo

Algunos perros se escapan durante las tormentas o en las noches de verbena. Tenemos que remitirnos más arriba al párrafo que trata sobre el perro asustadizo. Los cachorros tienden a escaparse por «inconsciencia». 

Tenemos que vigilarlos mucho si el medio donde viven es peligroso (un jardín sin cerco, por ejemplo).

¿Qué se puede hacer?

El tratamiento varía en función del origen de la fuga.

La fuga sexual 

Desgraciadamente, la educación no es de gran utilidad en este caso. Para las fugas de origen sexual podemos calmar al animal con productos hormonales. En cambio, se desaconseja encerrarlo, porque esto puede provocar un sentimiento de injusticia.

La fuga debida al medio familiar

Tenemos que otorgar de nuevo al perro un lugar en la familia. Si se ha producido una modificación, tenemos que dar confianza al perro paseándolo, acariciándolo y jugando con él. Pero no olvidemos mantener siempre su lugar de dominado incluso mientras lo mimamos.

La fuga debida a la raza

La educación es en este caso un remedio eficaz. Si tenemos un cachorro de riesgo, tendremos que poner mucha atención al aprendizaje de la llamada y a caminar con correa. Algunas razas tienen esta fama, pero es perfectamente posible pasearlas sin correa. Simplemente tenemos que privilegiar esta enseñanza en relación con otra raza. Si adquirimos un perro ya adulto, tenemos que empezar el aprendizaje desde cero y centrarnos exclusivamente sobre ejercicios de llamada.

La fuga debida al miedo 

Remitirse más arriba al párrafo sobre el perro asustadizo.

El camorrista

Algunos perros pueden pelearse con otro de forma ocasional. Por ejemplo los perros machos que se pelean al sentir la proximidad de una hembra en celo. Tenemos que analizar la situación que ha provocado la pelea para que no se repita nunca más. Hablaremos aquí de los perros que se pelean en cuanto ven a otro animal y sin razón aparente. Se trata en ese caso de una situación difícil, puesto que los amos tienden a evitar a los demás animales.

Este aislamiento del animal refuerza solamente su comportamiento agresivo el día en que se encuentra en contacto con un perro o un gato.

Las causas

Las nociones de territorio y de jerarquía son fundamenta-les en este trastorno del comportamiento.

El territorio

El caso más frecuente es un conflicto de territorio. Esto no parece evidente en un principio, puesto que el perro se apropia de un territorio que en realidad no es el suyo. Sacamos, por ejemplo, a nuestro perro con la correa para que haga sus necesidades. Si se trata de un macho, orinará un poco por todas partes para delimitar un territorio. Si otro perro viene y hace lo mismo en el mismo lugar, la pelea puede desatarse, puesto que esta actitud es una afrenta para nuestro animal. 

El hecho de mantenerlos con la correa y la presencia del amo no hacen más que aumentar el riesgo de ataque.

El obstáculo

Los perros se pelean también cuando hay algo que los separa. Si colocamos una reja en medio de un patio para separar a dos perros, se pelearán a través de la reja. Si la quitamos, dejarán de pelearse. A menudo es preferible no colocar ningún obstáculo entre dos perros que pueden enfrentarse, aunque esto pueda parecer extraño. Tenemos que dejar que establezcan su jerarquía, pero siendo conscientes de que es una situación no exenta de riesgo y que podría saldarse con alguna herida más o menos grave.

La jerarquía

La jerarquización se encuentra también entre las causas de este tipo de comportamiento. El perro quiere defender a su amo o enseñarle que él es el más fuerte. Así pues, se pelea en su presencia y por él.

¿Qué se puede hacer? 

Cuando la pelea ya ha empezado, ya hemos visto que no debemos gritar. Las demás recomendaciones ya se han explicado. Aquí veremos únicamente cómo reeducar al perro. No debemos evitar, como ya hemos dicho, las situaciones de riesgo. Al contrario, debemos provocarlas para dominarlas mejor. Si tenemos dos perros en casa que se pelean muy a menudo, no debemos separarlos bajo ninguna circunstancia.

EDUCANDO A MI PERRO: EL MIEDO A SOLEDAD


El miedo a quedarse solo origina numerosos casos de vandalismo, Como en el caso del perro ladrador, la ansiedad de la separación es a menudo la causa de este trastorno. 

Un animal demasiado apegado a su familia no puede soportar el aislamiento físico o afectivo. 

Esto puede producirse en casa, con los amigos o en el coche, y también desde los primeros signos de partida del amo. El perro toma, por ejemplo, un cojín, que sa-cude violentamente. El castigo no será nunca un remedio eficaz para esta situación. Al contrario, la empeorará.

EL ABURRIMIENTO

Aunque esto pueda parecer excesivo, un perro puede efectivamente aburrirse, sobre todo cuando está solo. En este caso no se trata de que tenga miedo de quedarse solo, sino de que no sabe qué hacer. La única ocupación que encuentra es sacar el relleno del sofá.

LA VENGANZA

Atribuir a una venganza el hecho de que el perro ha ocasionado algún desperfecto es uno de los errores que se cometen más a menudo. Suele ser motivo de malentendidos entre el dueño y el perro. El dueño se disgustó con el perro al ver hecho añicos el tan querido sillón, lo que le impide durante un buen rato, cuando menos, ser afectuoso con él. Todavía parece haber más motivos para actuar si ve en el que «era» su amigo la intención de vengarse. Este es el error. 

No tenemos que actuar castigándolo pensando que ha sido una venganza. Recuerde que el perro, al no poderse trasladar en el tiempo (debido a la falta de un lenguaje verbal), no relaciona, por mucho que nos esforcemos, la bronca con la acción que corregir. El único resultado que se obtiene, descargando injustamente la rabia sobre él, es una mayor desorientación del perro.

Los remedios

Vamos a estudiarlos en función de cada posible causa.

A la soledad

Si el perro destruye todo por miedo a la soledad, tenemos que empezar todo el aprendizaje que está relacionado con esto. Ciertas personas llevan a su cachorro a todas partes para acostumbrarlo a todas las situaciones. Luego, cuando alcanza la edad adulta, se vuelve más molesto y tiene que quedarse en casa. El resultado es que está acostumbrado a todo menos a la soledad. Entonces, tenemos que partir los dos desde cero. 

El miedo a la soledad está relacionado a menudo con una hiperafección al amo. No vamos a hablar de nuevo sobre las medidas preventivas que se tienen que tomar para evitarlo. En la práctica, no debemos reñir al perro cuando volvemos. Tenemos que hacer como si nada hubiera pasado, aunque los destrozos sean importantes, decirle que vaya a su cesta y salir de nuevo al cabo de un rato diciéndole: «¡Tumbado!», antes de irnos. Volveremos al cabo de cinco minutos. 

Felicitaremos suavemente al perro si todavía está en el mismo lugar. Si ha tenido tiempo de levantarse para destrozar algo, tendremos que reducir todavía más nuestra próxima salida. El perro tiene que asociar la salida y el regreso con su buena conducta y con nuestra satisfacción. No tenemos que darle tiempo para que pueda hacer disparates. Luego, poco a poco, prolongaremos la duración de nuestras ausencias.

Al aburrimiento

Si el perro se aburre, tenemos que distraerlo. Si se ensaña con todo, tenemos que darle algo sobre lo que pueda ensañarse. Pondremos a su disposición varios juguetes para perro que podrá destruir. Si destruye su cesta, no tenemos que cambiarla en ningún caso. Podemos utilizar productos amargos que colocaremos sobre los objetos, pero es preferible obtener una corrección natural de los trastornos. También podemos darle un objeto personal para que lo vigile. Se sentirá orgulloso de este nuevo papel.

Cuando escarba y araña 

Este tipo de destrucción se manifiesta únicamente en el exterior de la casa, pero también puede ser mal aceptada por los amos o los vecinos.

El «escarbador»

Los perros que escarban en el jardín sólo imitan a su amo. Si nuestro perro manifiesta esta tendencia, podernos intentar no trabajar en el jardín en su presencia.

Para él es muy divertido vernos enterrar algo e imaginar que lo desenterrará más tarde. Los amos excusan a menudo este comportamiento en el cachorro. Tenemos que reñirlo enseguida y pedirle que se siente a nuestro lado. Se trata también de la manifestación de un instinto de construcción de una madriguera. Las hembras en gestación lo hacen a menudo. Si no viven en jardines, rascan los cojines o la moqueta. 

Este comportamiento es normal, pero para evitar la destrucción del suelo de nuestra casa tenemos que poner a su disposición únicamente una caja de cartón con algunos trapos viejos dentro. Fabricarán de esta forma su «nido». Las hembras que durante la gestación están muy nerviosas también tienen este tipo de comportamiento. También podemos poner una caseta para perro en el jardín. Pero tenemos que dejar que el perro se tome su tiempo para instalarse. Si el amo se muestra impaciente de ver cómo el animal se tumba en la caseta, este puede llegar a ser «alérgico» a ella. 

El animal que escarba puede expresar a veces una frustración. Es el caso del perro que enviamos al jardín para castigarlo. Al escarbar se liberará del sentimiento de exclusión. El jardín tiene que ser un lugar de descanso, no de aislamiento. Si el perro escarba para escaparse pasando por debajo de la reja, podemos distraerlo colocando una pelota en el agujero. Entonces pensará más en sacar la pelota del agujero que en escaparse. También puede tratarse de un perro huidizo que quiere marcharse a cualquier precio.

El arañador

Los perros que arañan se ceban a menudo con las puertas o los muebles. Ciertas hembras arañan el sofá de su amo. Es el caso de las hembras que no han sido suficientemente rechazadas durante la pubertad y que tienen una actitud sexual frente a su amo. No debemos acariciarlos demasiado durante los periodos de celo, y tenemos que reglamentar nosotros mismos las caricias. 

Esta situación de arañazos se produce también cuando encerramos al perro en una habitación por la llegada de visitantes. El perro está en su casa y no es a él a quien debemos aislar.

La Jerarquización

Ya hemos visto cuál es la importancia del lugar que ocupa el perro en la familia para el aprendizaje de la vida con los demás y para construir las bases de una buena educación. Aunque esto sea turbador para algunos amos, el perro tiene que ser un dominado. No debe tomar nunca la iniciativa de nada, aunque algunas situaciones parezcan ridículas en un principio. 

Para la ansiedad por la separación, otorgaremos un lugar privilegiado a la noción siguiente: los trastornos de la jerarquización. Son la causa de numerosas manifestaciones del comportamiento de tipo patológico, sobre todo los mordiscos. La causa es una ausencia total o parcial de órdenes por parte del amo. El perro se considera entonces como el protector del amo o de la familia. También cree que es el jefe y que esta posición le permite imponer su ley. Si los miembros de la familia no la respetan, reaccionará con mordiscos, destrucción y ladridos... 

Un perro puede ser de carácter dominante, pero no tiene que ser dominante dentro de la familia. Dejaremos que estas relaciones de dominación se instalen entre dos animales. Ya hemos visto que la relación amo-perro se establece a través de cada orden: el perro come después de sus amos, se prohiben las manifestaciones sexuales, el perro duerme solo, etc. 

Se trata de actitudes que a menudo les parecen sádicas a los amos, pero no es así. Las relaciones jerárquicas anormales pueden conducir a trastornos graves del comportamiento.

El mordedor

Desgraciadamente, la agresividad es el principal trastorno del comportamiento en los perros. Esto es todavía más doloroso si tenemos en cuenta que las principales víctimas son los niños. Además, los mordiscos se dirigen a menudo a la cara o las manos. El término mordisco es una fuente de conflictos. 

Los amos dicen a menudo: «No ha mordido, sólo ha pellizcado». Pero podría, en un futuro, ser más grave. En efecto, el perro que pellizca sabe que domina a su amo y que sólo con pellizcar puede ganar la batalla. El perro que muerde por primera vez es menos consciente de su fuerza. Pero lo será si no corregimos este trastorno y se da cuenta de que provoca miedo al morder. Todas estas manifestaciones prueban una actitud agresiva. 

El perro reacciona con agresividad a cualquier molestia. Es evidente que un mordisco puede tener consecuencias más graves. Lo que nosotros entendemos como más grave es el hecho de que un perro que muerde hoy puede pellizcar mañana, y esto no seria un signo de curación, sino al contrario. Si nuestro perro tiene esta actitud, no debemos subestimar los riesgos. 

Tenemos que intentar entender por qué existe un comportamiento de este tipo y cómo podemos hacerlo desaparecer.

LAS CAUSAS

La principal causa de los mordiscos es una falta de jerarquización. Pero pueden existir otras causas, como las agresiones diversas hacia el perro. Hablaremos luego de las soluciones.

El dominante 

El perro se considera corno un dominante en el medio familiar y nadie le hace comprender que se ha equivocado. Actuará cuando una cosa no le guste, y el mordisco es una llamada al orden para los fuera de la ley (su amo, por ejemplo). 

El perro, Fuera de estos momentos de agresividad, se encuentra a menudo muy tranquilo y es muy amable. Esto es lo que hace que el amo diga: «Pero si no es malo. Sólo muerde de vez en cuando». Es el caso de los perros que muerden cuando les colocan la correa. No han aceptado este gesto. No quieren someterse. Algunos amos pasan su vida buscando formas de engaño cada mañana para poner la correa. Soportan esta situación hasta el día en que el mordisco es demasiado grave. La única salida es entonces la separación del amo y de su perro. Para evitar llegar a este punto, tenemos que reeducar al perro. 

El agredido 

El perro puede morder porque se siente agredido. Es el caso del perro que vigila la casa. Alguien entra en su territorio, él lo defiende y esto parece normal. Es lógico que el perro advierta de que hay alguien que viola su territorio. Para ello dispone de los ladridos. Si esto no es bastante disuasivo, puede gruñir. Pero no debemos animarlo a que muerda. Si queremos tener un verdadero perro guardián, tenemos que hacer que lo adiestren. Aprenderá entonces a morder «correctamente».

El perro enfermo 

Es lo que sucede con los perros viejos y enfermos. A veces muerden porque se sienten agredidos cuando los tocamos o simplemente cuando nos acercamos.

La falta de libertad 

El caso de un animal atado con una gran correa delante de la casa es clásico. Es la mejor forma para «fabricar» un mordedor. El perro siente que su territorio se ha reducido al espacio en el que puede desplazarse al final de su correa. No puede sustraerse a un eventual agresor. Este puede ser un niño que lo molesta o simplemente alguien que pasa demasiado cerca. El perro no avisará, morderá en cuanto pueda. 

La responsabilidad del amo 

No debemos descuidar este origen de los mordiscos. Algunas personas «animan» a su perro para que tengan esta actitud. Si el perro tiene que vigilar la casa y se trata de un perro que impone, lo educarán de tal forma que el mordisco será una respuesta banal para el perro. Ni siquiera un perro guardián tiene que morder. Tiene que ser disuasivo simplemente.

¿Qué se puede hacer? 

Es importante no rendirse, tanto separándonos del perro como cediendo. Algunos amos prefieren vigilar para no dejarse morder que intentar una reeducación. No es la mejor solución.

El dominante

Tenemos que encontrar un orden normal en las relaciones perro-familia. Todos los miembros de la familia tienen que situarse como dominantes. No podremos hacer que el perro lo entienda a través de las palabras y tendremos que intervenir con situaciones tipificadas. Estas situaciones e intervenciones son cuatro: la comida, el reposo, la sexualidad y pasar el primero. Detallaremos lo que puede modificarse para controlar a un perro mordedor en un primer momento y luego curarlo. 

Ya hemos visto las reglas de base. El perro come después de sus amos y solo, no duerme en la habitación, el amo no acepta ninguna manifestación sexual y mantiene la iniciativa en todas las decisiones. 

En el perro dominante mordedor no se respeta ninguna de estas reglas. El amo no hace esto de forma consciente. Se trata a menudo de soluciones cómodas: es más sencillo que el perro coma antes que nosotros, pero no siempre valoramos las consecuencias. Desgraciadamente tenemos que obligarnos a imponer estas reglas. Tenemos que hacerle comer después de nosotros, sin darle nada durante nuestras comidas. Si gruñe, tenemos que reñirlo y decirle: «Tumbado!» o «¡Sentado!». Si no lo dominamos, no debemos tocarlo, pero tampoco debemos ceder. Es un primer paso hacia la reeducación. 

Tenemos que proporcionarle un rincón blando y agradable y cerrar la puerta de nuestra habitación. Nos aguantaremos si grita. Si todas las situaciones se corrigen al mismo tiempo, el perro entenderá rápidamente que su estatus social está invirtiéndose. Debemos tomar la iniciativa en todo. Los amos se divierten a menudo viendo a un perro que trae su correa y que abre la puerta para salir. Esta situación no tiene nada de divertido en un perro mordedor, puesto que es una señal de dominación del perro. Nuestro perro tiene que pasar siempre en último lugar. Tenemos que reencontrar nuestro rango de dominante, y esto para todas las situaciones diarias.

El agredido 

Si el perro ha mordido de forma excepcional a un desconocido, no podemos hablar de trastorno del comportamiento, aunque esta reacción sea anormal. Por el contrario, si el perro muerde de forma sistemática al cartero, tenemos que actuar. Tenemos que empezar de nuevo todo el aprendizaje del territorio. Hay que hacer entrar a una persona en nuestra presencia y pedir al perro que permanezca detrás de nosotros. Si ladra de forma violenta, no debemos prestarle atención sino felicitarlo en cuanto acabe de ladrar. Comprenderá de esta forma que esta persona no lo está desafiando al entrar en su territorio y que esto es normal. Repetiremos la experiencia varias veces con algunos días de intervalo. Sólo de esta forma sabrá distinguir los verdaderos intrusos de las personas que nosotros conocemos.


RECETA PARA HACER REQUESÓN CASERO


Ingredientes

1-1/4 tazas de suero de leche cultivado, cantidad dividida
1/4 tableta de cuajo vegetariano.
1/2 taza de agua fría sin cloro.
16 tazas de leche entera de vaca, no ultrapasteurizada.
3 tazas de cubitos de hielo.
1 cucharadita de sal en escamas, o al gusto.

Utensilios

• Batidor grande.
• Termómetro de cocina.
• Estopilla fina o una gasa.
• Colador grande o colador de malla.
• Recipiente grande resistente al calor para recoger el suero (opcional).
• Cuchara grande para mezclar.
• Cuchillo (opcional).
• Recipiente grande para baño de hielo.

Elaboración

1. Mida 1/4 taza de suero de leche. Ponga a un lado el resto.

2. Disuelva el cuajo en el agua fría y reserve.

3. Vierta la leche de vaca en la olla.

4. Batir 1/4 taza de suero de leche en la leche y calentar ambos a temperatura media a 95 grados Fahrenheit.

5. Agregue la solución de cuajo a la leche y mézclela con 20 movimientos rápidos para asegurarse de que el cuajo se incorpore uniformemente.

6. Apague el fuego. Retire la olla de la estufa y cúbrala. Deje reposar durante 15 minutos.

7. Use este tiempo para preparar un colador forrado con una gasa y un tazón si desea recolectar el suero; de lo contrario, coloque el colador forrado en su fregadero limpio.

8. Después de 15 minutos, debería tener una olla de cuajada que parece yogur. La cuajada debe separarse de los bordes cuando la presiones con el dorso de la cuchara, pero los trozos de cuajada similares al yogur que flotan en suero claro también funcionarán.

9. Use la cuchara o un cuchillo para picar trozos grandes de cuajada en trozos de 1 pulgada, pero no los revuelva todavía.

10. Vuelva a encender el fuego a medio y deje que la cuajada se cocine durante 1 minuto, y luego mueva suavemente los trozos mientras calienta a 115 grados. No rompa la cuajada revolviendo demasiado vigorosamente.

11. Las cuajadas se encogerán a medida que se cocinan y se mueven en el suero caliente. Saque la cuajada del fondo de la olla y corte los trozos más grandes para que se cocinen uniformemente.

12. Cuando toda la cuajada tenga aproximadamente el tamaño de almendras, baje el fuego para mantenerlo a 115 grados mientras mueve los trozos de cuajada en el suero caliente hasta que cambien de textura de yogur a textura de huevo revuelto (esto puede llevar de 5 a 15 minutos).

13. Recoja un par de trozos de cuajada con una cuchara y pellizca para comprobar su consistencia. Deben sentirse un poco elásticos y no disolverse fácilmente. Si se disuelven, continúe calentando y moviendo las cuajadas, y luego "pruébelas" cada minuto hasta que estén elásticas al tacto.

14. Apague el fuego cuando toda la cuajada parezca tener una consistencia uniforme. Este paso será más rápido a medida que adquiera más experiencia en la observación de cambios y la regulación del calor.

15. Vierta la cuajada y el suero en el colador.

16. Deje que la cuajada se escurra y se enfríe durante 3 a 5 minutos antes de cavar con las manos limpias.

17. Mezcle suavemente la cuajada y divídala al tamaño que le gustaría en su queso. Pueden ser tan grandes como almendras o tan pequeñas como semillas de girasol, pero tenga en cuenta que seguirán encogiéndose en los próximos pasos.

18. Prepare un baño de hielo agregando los cubitos de hielo y agua fría del grifo a un tazón grande. (Reúna la gasa llena de cuajada y sumérjala en agua fría mientras sujeta los extremos como si fuera una bolsa suelta. El golpe de frío formará la cuajada para que no se vuelva a fusionar como la ricotta). Mueva la bolsa de un lado a otro en el baño de hielo para asegurar que todas las cuajadas reciban el tratamiento frío. Cuando la cuajada se sienta completamente fría, tuerza y ​​apriete el paño para escurrir el exceso de agua.

19. Desenvuelva la cuajada y vacíela en un recipiente limpio.

20. Use una cuchara o sus manos para romper suavemente la cuajada que se comprimió cuando apretó el paño. Agregue sal y la 1 taza reservada de suero de leche, y revuelva bien. 

Su requesón casero ya está listo para servir.



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