Los antiguos griegos ya se dieron cuenta, hasta cierto punto, de que somos lo que comemos:
«Cada una de las sustancias de la dieta de un hombre actúa en su cuerpo y lo cambian de alguna manera, y precisamente de ello depende su vida entera, ser un hombre sano, enfermo o convaleciente».
Estas palabras de Hipócrates jamás tuvieron mejor audiencia que la actual, cuando muchos creen que los nutrientes esenciales de los alimentos están mermados por las modernas técnicas de agricultura, de producción y de distribución.
Mezclar y exprimir frutas y verduras frescas, preferentemente productos orgánicos, es una forma de recuperar lo sano y natural que se ha perdido a favor de sacar el máximo beneficio y rendimiento, conservar y alargar la vida de la comida. La idea de que la alimentación basada en productos naturales mejora la salud, en general, de los enfermos surgió a finales del siglo XIX, cuando aparecieron los primeros productos tratados para que se conservaran más.
La introducción de las latas a mitad del siglo XIX derivó en un profundo cambio en la dieta de los viajeros, exploradores y, especialmente, de los soldados, quienes por primera vez pudieron confiar en una comida relativamente sabrosa y bien conservada en lugar de depender de lo que podían adquirir en sus viajes. Fue el inicio del declive de los productos frescos, sacrificados por motivos de conveniencia. Indudablemente, la comida enlatada colmó una necesidad, pero 150 años más tarde podemos cuestionarnos si no abusamos de un tipo de comida a la que se le ha extraído su parte natural y más beneficiosa para nuestro organismo.
Los batidos con productos lácteos ofrecen dos ventajas: añaden una dosis de calcio a la dieta y retienen la fibra de las verduras y de la fruta. Las mujeres, especialmente, necesitan una dosis diaria de calcio, ya que los cambios hormonales reducen sus reservas a medida que pasan los años, y eso aumenta el riesgo de osteoporosis y huesos quebradizos.
Con los ingredientes adecuados, un batido puede ser una comida completa, perfecta para una persona inválida o en una variedad de dietas. Si mezclamos los ingredientes correctos, ¡podernos usar los batidos para ganar o perder peso!. Los batidos o las bebidas elaboradas con una licuadora retienen la fibra de las frutas y verduras, y esta fibra es una parte esencial en la dicta, ya que ayuda a mantener el intestino grueso en perfecto estado. Algunas frutas, sobre todo los plátanos y las frutas del bosque, se adaptan mejor a Las batidoras y licuadoras que a los exprimidores, pero si preferimos exprimir la fruta en lugar de batirla, podemos recurrir a la pulpa de la fruta.
Se puede usar en el momento o congelar, pero no dejarla en la nevera, pues se oxida y deteriora rápidamente. La pulpa de la fruta se puede usar para hornear, preparar helados, en recetas de sopas o como parte de una ensalada. 'También podemos usarla para preparar mascarillas faciales o tratamientos de belleza. Las frutas que contienen enzimas proteolíticas son unos excelentes limpiadores de impurezas de la piel, así que si tenemos en la cocina un trozo de kiwi, piña, mango o papaya que no nos hemos comido, sólo tenemos que triturar la pulpa y extenderla sobre la cara, tumbarnos durante unos diez minutos, y acto seguido aclarar con abundante agua.
¿Y las bebidas envasadas?
A pesar de que los zumos y los batidos usualmente tienen mejor sabor cuando se elaboran con fruta fresca, el consumo de bebidas comerciales resulta algunas veces inevitable, particularmente si tenemos que atender a bastantes personas. En dicho caso puede ser definitivamente mucho más conveniente recurrir a zumos envasados. No es malo ni tenemos por qué avergonzarnos si mezclamos frutas frescas con zumos envasados. A menudo nos facilita el proceso.
Batidos con leche fresca
La leche de vaca contiene proteínas de primera calidad, es una excelente fuente de calcio y tiene vitaminas B, hierro y zinc. Incluso en la leche entera, el contenido en grasa es sólo de un 4 %; un vaso de 250 centilitros contiene menos de 5 gramos de grasa. Eso no es ningún problema para los niños, que no deberían tomar leche desnatada (carece de las vitaminas A, D y E, presentes en la leche entera), pero algunos adultos prefieren la leche semidesnatada o desnatada para sus batidos.
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