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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

LA DIGESTIÓN Y EL APARATO DIGESTIVO DEL NIÑO LACTANTE


Interesa conocer las características de la digestión y el metabolismo en la lactancia porque son muy útiles a la hora de determinar la dieta de los niños, así como para conocer y solucionar los trastornos nutritivos. Desde el nacimiento, el lactante tiene su aparato digestivo adaptado a la leche materna. Dentro del primer año se produce una maduración progresiva que le permitirá digerir cualquier alimento que toma el adulto.

Digestión bucal 

La principal función de la boca en el lactante es la succión. El lactante adapta los labios a la areola mamaria y mantiene cerrada la boca alrededor del pezón; con ello se crea una presión baja que produce el vaciamiento de la mama. 

La saliva es escasa hasta los 2-3 meses; esto predispone a la aparición de infecciones bucales. A partir de los 3 meses se presenta secreción salivar abundante, sobre todo en el sexto mes, coincidiendo con la salida de los primeros dientes. En este momento, el niño aún no deglute la saliva, por lo que no es de extrañar que babee. 

A los 7 u 8 meses se pueden incorporar las harinas a la alimentación, ya que la saliva condene amilasa o ptialina, fermento que descompone el almidón (azúcar más complejo del reino vegetal), en hidratos de carbono más simples. 

En el lactante pequeño no existe digestión bucal, porque ni la leche materna ni la de vaca contiene almidón. Posteriormente, cuando se introducen las papillas de harina en la dieta empieza a desarrollar esta función. 

La digestión, sin embargo, se realiza de modo preferente en el estómago y el intestino, ya que en la boca el alimento permanece poco tiempo. 

Cada tres chupeteos hay una deglución. En esta labor el niño traga aire, lo cual da lugar a la aerofagia fisiológica del lactante (acúmulo de gases en el estómago). El esófago tiene una función escasa en esta edad, pues apenas posee movimiento, y el cardias (unión de esófago y estómago) es insuficiente, lo que produce regurgitación de la leche tras las tomas.

Digestión gástrica 

Lo más deficitario en el desarrollo del estómago del lactante es la musculatura. Al llegar los alimentos al estómago, éste se contrae y en forma de eructo expulsa el aire que el bebé ha deglutido. La emisión se suele acompañar de contenido gástrico, o sea, de leche. 

La digestión en el estómago se realiza por acción del jugo gástrico, que se secreta en tres fases: 

1) cefálica: estimulada por la visión de la madre; 

2) gástrica: estimulada por la llegada del alimento; 

3) intestinal: estimulada por la llegada del alimento. 

Su estómago y las primeras porciones del intestino vierten las siguientes secreciones: 

• Moco: recubre la mucosa gástrica y la protege de los fermentos o enzimas. 

• Ácido clorhídrico: establece el medio ácido adecuado que facilita la activación de un fermento llamado pepsina. Además, protege contra las infecciones digestivas, regula la motilidad del estómago y facilita la absorción de hierro en el intestino. 

Inmediatamente tras el nacimiento, el grado de acidez es menor debido al líquido aminiótico que ha tragado el niño, ligeramente alcalino. Veinticuatro horas después, la acidez se acentúa bastante por el paso desde la madre de una hormona, la gástrica, que estimula la secreción de jugo gástrico. A lo largo de la primera semana vuelve a descender la acidez. Durante toda la lactancia existe una hipoclorhidria fisiológica. 

• Pepsina: es el fermento que hidroliza las proteínas en el estómago. 

• Lipasa: realiza la digestión de las grasas. 

• Factor intrínseco: se trata de una proteína secretada en el estómago; es esencial para la absorción intestinal de la vitamina B12. 

• Gastrina: es una hormona proteica secretada en el estómago que estimula la secreción de ácido clorhídrico, pepsina e histamina.

Dos horas y media después de la ingestión de alimento si se trata de leche materna, o de tres y media si es de vaca, el producto gástrico, llamado quimo, pasa al intestino con las siguientes modificaciones: 

— El agua pasa en su totalidad, pues no se absorbe. 

— Algunas sales se han ionizado para mejorar su absorción en el intestino (hierro). 

— Los hidratos de carbono no se han modificado. 

— Las grasas se han desdoblado parcialmente en glicerina, monoglicéridos, diglicéridos y ácidos grasos. 

— La caseína ha pasado a moléculas más simples. De la duración de la digestión gástrica puede deducirse que el intervalo entre las tomas debe ser de 3 ó 4 horas, según la lactancia sea materna o de vaca respectivamente.

Digestión intestinal 

La musculatura intestinal del lactante también está deficientemente desarrollada. En el intestino delgado se completa la digestión, ya iniciada en el estómago, de las proteínas, grasas e hidratos de carbono, a través de la acción del jugo pancreático, intestinal y biliar.

JUGO PANCREÁTICO 

Contiene los siguientes fermentos:

• Proteasas: hidrolizan las proteínas. La capacidad que el lactante posee para digerir las proteínas es buena. 

• Amílasa: se empieza a producir al incorporarse las harinas en la dieta, siendo escasa con la alimentación a base de leche exclusivamente. 

• Lipasa: actúa sobre las grasas y las desdobla en ácidos grasos y glicerina.

JUGO INTESTINAL 

Posee fermentos como la lipasa y las disacaridasas (estas últimas hidrolizan azúcares más simples que la amilasa) y peptidasas (hidrolizan proteínas más pequeñas).

BILIS 

En el lactante su secreción es escasa. Se une a las grasas y permite así su absorción; de esta forma se absorben las vitaminas liposolubles (A, D, K y E), el colesterol, los monoglicéridos y los ácidos grasos de cadena larga, pues los de cadena corta y la glicerina no lo precisan. 

Tras el proceso de digestión intestinal, el quimo gástrico se convierte en quimo intestinal o quilo, apto para su absorción. Los alimentos ingeridos en la dieta se han transformado en elementos más simples que ya se pueden absorber. Estos son: 

— Hidratos de carbono: monosacaridos. 

— Grasas: ácidos grasos, glicerina y monoglicéridos. 

— Proteínas: aminoácidos y dipépticos. 

Las grasas simples se absorben. 

Los lactantes absorben menos grasa que los adultos y tanto menos cuanto más inmaduro está el intestino. 

La digestión y absorción de proteínas, en cambio, está bien desarrollada en el recién nacido e incluso en el niño prematuro. Los hidratos de carbono se digieren y absorben con facilidad.

INTESTINO GRUESO 

En él se absorbe gran cantidad de agua y sales. Los restos de carbohidratos y proteínas no absorbidos en el intestino delgado generan fenómenos de fermentación y putrefacción respectivamente, con la producción de gases. 

Es conveniente para el niño que beba suficiente agua para evitar su excesiva absorción en el intestino grueso y por tanto el estreñimiento. 

La motilidad del colon está exacerbada y existe lo que se denomina reflejo gastrocólico, por el que algunos niños producen una deposición después de cada toma. 

Durante el primer mes son normales de tres a cuatro deposiciones diarias, dos o tres durante el primer trimestre, y un dos a partir de él. 

Los niños alimentados con leche materna suelen tener mayor número de deposiciones y las heces de con-istencia más blanda. Sucede lo contrario con la lactancia artificial.




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