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LA DISFAGIA EN ANCIANOS. CUIDADOS Y CONSEJOS


La nutrición guarda una importante relación con numerosas enfermedades neurológicas. Por un lado, numerosos hábitos nutricionales pueden influir en el riesgo de sufrir determinadas enfermedades, algo que resulta muy evidente, por ejemplo, en las enfermedades cerebrovasculares, pero probablemente también en algunas enfermedades neurodegenerativas. 

Por otro lado, un buen número de enfermedades neurológicas y también psiquiátricas producen, por distintos mecanismos –que van desde la disfagia, pasando por los trastornos del comportamiento alimentario, hasta alteraciones complejas en la regulación del peso y la composición corporal– trastornos del estado de nutrición. 

Es evidente que un texto breve no se pueden tratar todas estas enfermedades, por lo que hemos optado por mencionar aquí algunas enfermedades neurológicas especialmente frecuentes en los pacientes mayores y aquellas que causan mayores problemas de nutrición: las enfermedades cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson y las enfermedades demenciantes, en particular, la enfermedad de Alzheimer. 

DISFAGIA 

La disfagia se ha definido como el trastorno subjetivo o la dificultad objetiva que experimenta una persona para realizar una deglución correcta de uno o más tipos de alimentos. 

La deglución es el proceso que empieza con la introducción del alimento en la cavidad bucal y termina con su llegada al estómago, por lo que puede ser debida al deterioro del funcionamiento de un gran número de mecanismos: la lengua, el paladar, la faringe, el esfínter esofágico superior e inferior y el esófago, ya que todos ellos participan en el mecanismo de la deglución. 

La gravedad de la disfagia es variable, desde una leve molestia a una imposibilidad completa de deglutir, y puede causar un gran impacto en la capacidad funcional, la salud y la calidad de vida de los mayores que la padecen. 

Los movimientos deglutorios se controlan a través del sistema nervioso, por lo que no es sorprendente que la disfagia se deba en muchas ocasiones a una enfermedad neurológica. Así, aparece en un tercio de los mayores a efectos de enfermedad cerebrovascular, en hasta la mitad de los enfermos de Parkinson y en más del 50% de los pacientes con enfermedad de Alzheimer. 

El proceso deglutorio se puede dividir en varias fases. La fase preparatoria, que es voluntaria y corresponde a la preparación bucal del bolo alimentario; la fase oral, también voluntaria y en la que el bolo es propulsado por la lengua hasta la parte posterior de la cavidad bucal; la fase faríngea, involuntaria y en la que el bolo alimentario va desde la faringe hasta el esfínter cricofaríngeo tras el inicio del reflejo deglutorio; y la fase esofágica, que lleva el bolo a lo largo del esófago hasta el estómago. 

El primer paso que se debe dar ante una persona con disfagia es diagnosticar con precisión la causa de la misma. Las causas pueden ser neurológicas o no (mecánicas, inflamatorias, tumorales, traumáticas) y son diferentes en la disfagia aguda y en la crónica. 

Las causas neurológicas más frecuentes de disfagia aguda son el ictus y la parálisis laríngea. Las causas neurológicas más frecuentes de disfagia crónica en los mayores son las enfermedades neurodegenerativas (Parkinson, Alzheimer, enfermedad de la neurona motora). 

El diagnóstico de la causa de la disfagia se realiza mediante una buena historia clínica y exploración física, y con la ayuda ocasional de algunas técnicas diagnósticas específicas, incluyendo las radiografías con tránsito de bario, la endoscopia y la videofluoroscopia de deglución, la técnica más específica para determinar las características y la causa. 

La disfagia produce en los mayores importantes complicaciones, especialmente la desnutrición, la deshidratación y la broncoaspiración secundaria a atragantamiento, que puede llegar a causar una neumonía y la muerte. 

En consecuencia, un paciente con disfagia debe ser diagnosticado y tratado correctamente. 

Cuando la causa es neurológica, en la mayoría de los casos no se podrá corregir, por lo que es preciso utilizar técnicas paliativas, que suele prestar un equipo multidisciplinar, y que incluye el entrenamiento de la deglución por un logopeda, la modificación del contenido y la consistencia de la dieta. En los casos más graves, cuando estas medidas son ineficaces o impracticables, es preciso abandonar la vía oral y utilizar una sonda de nutrición enteral (generalmente una gastrostomía). 

En las enfermedades neurodegenerativas graves esta decisión debe hacerse mediante una consideración cuidadosa de los aspectos éticos.

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