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COMO ACEPTAR LA DIABETES Y CONVIVIR CON ELLA


¿Qué implica tener diabetes? 
¿Cómo aceptarla e integrarla a nuestra vida? 
¿Qué repercusiones puede tener?

Para la mayoría de las personas tener diabetes implica la necesidad de realizar cambios en el estilo de vida. Éste es, quizá, el reto más difícil a vencer. Concretamente nos referimos a la forma de comer y a la práctica de ejercicio. 

En relación con el primer punto, reflexione unos minutos y recuerde qué acostumbra desayunar, comer y cenar; qué come entre comidas, cómo son sus horarios y cuánto significan para usted los dulces, los pasteles y los chocolates. 

Tal vez usted es de las personas que siempre ha intentado bajar de peso sin éxito, y ahora siente que el mundo se le viene encima. Sin embargo, si usted tiene hábitos de vida muy saludables, no encontrará problema alguno en seguir el plan de alimentación y ejercicio que se le señale. En caso contrario, deberá luchar como antes contra los malos hábitos, pero con mayor energía. Esto significa ir constantemente contra la corriente, contra los propios deseos y las exigencias del organismo formadas a base de la costumbre, por los que no resulta una tarea fácil. Solicítele apoyo a su médico, busque ayuda de su nutriólogo y de sus familiares, y mantenga la lucha cotidiana para lograr el cambio.

Aceptación de la diabetes 

Para enfrentar un problema es necesario aceptarlo. Si a usted le diagnosticaron diabetes en fechas recientes, pero casi no tiene molestias, excepto tal vez algo de cansancio, sed y la necesidad de acudir con más frecuencia a orinar, es difícil suponer que realmente le esté pasando algo malo. Es más fácil creer que está sano, y tal vez incluso lo que padece es una “prediabetes” o “principios de diabetes”, aunque la simple palabra “diabetes” ya causa un profundo malestar. 

El tiempo transcurre y empieza a sentirse más cansado, a perder peso sin explicación alguna, a notar un ambiente tenso en casa, producto de la frustración de la pareja y de su familia, pues se percibe que usted es indiferente a todas las recomendaciones. A fin de cuentas, en el fondo, usted se dice a sí mismo: “A mí no me puede pasar nada”, “Haga lo que haga, de todos modos es lo mismo”, “Que no se meta nadie con mi vida…” Pero, ¿se ha preguntado por qué usted tiene todas estas actitudes? ¿Es miedo o temor a aceptar que tiene un problema? ¿Es frustración por sentirse incapaz de seguir las recomendaciones de su médico? 

Examine por unos momentos sus sentimientos y trate de reconciliarse de una vez por todas con su diabetes. No es culpa de nadie que usted la padezca; definitivamente no es fácil, pero deje de enojarse con el mundo y con su suerte. 

Afortunadamente la diabetes se puede controlar y con ello se previenen las complicaciones asociadas a ella. Se acabó la etapa de la sorpresa y de la negación; es el momento de asumir la responsabilidad con usted mismo. La diabetes y el estado emocional. 

Mucha gente atribuye esta enfermedad a problemas emocionales, lo cual no es correcto. Es verdad que a algunas personas, y tal vez a usted mismo, les establezcan el diagnóstico después de un accidente o de una pena por la pérdida de un familiar. Efectivamente, el estrés emocional contribuyó a la aparición o a la detección de la diabetes, pero no fue la causa. En ausencia de una situación así, lo único que hubiera ocurrido es que ésta se habría diagnosticado dos o tres meses después. 

Las emociones influyen en el control de ese padecimiento. Si una persona está ansiosa o deprimida pueden subir o bajar los niveles de glucosa en sangre. Por ejemplo, alguien en una situación difícil reacciona dejando de comer y bajando de peso, exponiéndose así al riesgo de las bajas de azúcar. Otro, por el contrario, no toma sus medicamentos, come en exceso -particularmente alimentos ricos en azúcares refinados- y presenta elevaciones muy importantes de glucosa. Como ve, las emociones pueden afectar el control de la diabetes, pero más por la actitud que las acompaña que por el estrés mismo. 

Para que usted se dé una idea, si al tener 150 mg/dL de glucosa una persona se ve sometida a un fuerte estado de estrés, podría aumentar sus niveles a entre 180 y 200 mg/dL, pero de ninguna manera precipitaría un descontrol mayor o incluso un coma, como muchas personas creen. 

Las hipoglucemias (azúcar baja) pueden producir nerviosismo, irritabilidad y confusión, mientras que las elevaciones de glucosa pueden inducir cansancio, sueño e irritabilidad, entre otros síntomas. A veces los niveles de glucosa en sangre propician tales manifestaciones, pero en la mayoría de las ocasiones estos síntomas no guardan ninguna relación con los niveles de azúcar y son producto de conflictos personales o familiares. Es muy importante que usted sepa distinguir una cosa de la otra y que comparta sentimientos genuinos en su relación con los demás. 

Actitud ante la diabetes 

Muchas personas consideran que tener diabetes es tan terrible que los amigos cercanos o incluso los familiares no deben enterarse de ello, pues esto afectaría sus relaciones (“me tendrían compasión o lástima”). Piense un momento que tal vez eso es lo que usted siente por sí mismo y por eso lo oculta. ¿Qué pasaría si usted, de una buena vez, aceptara que tiene diabetes, que sigue siendo el mismo de siempre y que pretende alcanzar los mismos objetivos y metas en la vida? Entonces sería muy diferente; las personas cercanas a usted percibirían eso y lo verían como siempre lo habían hecho antes y no como a un diabético. 

Claro, hay situaciones especiales. Si usted pudiera perder su empleo (no debiera, pero tal vez ocurriese) por decir que es diabético, es preferible no hacer mención de ello en ese momento o bien decidir luchar porque se respeten sus derechos de mantener un trabajo, al igual que cualquier otro individuo. En ocasiones el entorno familiar y la actitud del paciente demuestran un acuerdo para negarse a que otros conozcan el diagnóstico de diabetes. Esto, en la mayoría de los casos, con el paso de los años va promoviendo un sentimiento de aislamiento, frustración y la consecuente carga de un peso enorme, al intentar que otros no se enteren de ello. La actitud ante la enfermedad puede hacer más daño que la diabetes misma. 

Por último, recuerde que la diabetes no tiene por qué aislarlo o limitarlo en su vida diaria. Si tiene problemas para superarla, pida ayuda; expóngale sus sentimientos a su médico, familiares o amigos más cercanos y mantenga una actitud positiva ante la vida. 

Preguntas Frecuentes 

¿La diabetes afectará mis relaciones familiares, personales y de trabajo? 

Debido a que es una enfermedad crónica, provoca un fuerte impacto en la persona que la presenta y en sus familiares. Una vez que se acepta su presencia, que se logra recuperar la sensación de bienestar y seguridad al confirmar que se puede controlar y se sabe que es posible prevenir el desarrollo de problemas a futuro, es entonces cuando todo parecer retornar a la normalidad. En términos generales, la diabetes producirá mayor tensión en algunos momentos, por ejemplo, cuando al comer hay constantes recriminaciones por no adherirse por completo al plan de alimentación o cuando se acude al médico y se encuentra que los resultados de laboratorio no reflejan un buen control de la enfermedad. La mayoría de las veces la clave es la comunicación; hay que expresar los sentimientos de frustración, coraje y angustia; es necesario entender a los familiares y a los amigos, y el porqué de sus actitudes. 

En el trabajo, al demostrar que no hay ausencias laborales y que usted mantiene el mismo ritmo de actividad, ayudará a disipar las dudas y todo continuará como antes de que se presentara la diabetes. 

¿Debo ocultar el diagnóstico de diabetes? 

La respuesta, en términos generales, es no; si usted oculta el diagnóstico, contribuirá a desarrollar mayor ansiedad e irritabilidad. No se trata tampoco de que todo el mundo se entere; usted debe seleccionar quién es su gente de confianza y quiénes deben saberlo, de tal forma que puedan apoyarlo y comprenderlo. 

¿Cómo me puede apoyar mi familia (o pareja)? 

La mejor forma de auxiliar a un familiar que tiene diabetes es mostrándole apoyo y comprensión, así como permitiendo una comunicación abierta. Es importante contribuir a que se logre la aceptación de la diabetes y favorecer una actitud positiva hacia ella. Como familiar, debe intentar entender la dificultad que implica cambiar hábitos de toda una vida, por eso la disciplina que exige esta enfermedad, para muchas personas, no resulta un proceso sencillo. Muchas veces es preferible aceptar que se transgredan ciertos aspectos del cuidado de la diabetes, por ejemplo, comer unas porciones más de pan, en lugar de que, ante la desesperación de sentirse agobiado por la disciplina, se tomen actitudes negativas y de rechazo total a cualquier apoyo. 

Finalmente, es muy importante ser sinceros, expresar los sentimientos y no permitir que la enfermedad constituya un motivo para alterar las relaciones familiares, de pareja o amistosas.


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