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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

EL PERRO ENFERMO Y EL ASUSTADIZO. COMO EDUCAR A MI PERRO


El perro enfermo

Los animales viejos sufren a menudo dolores crónicos como la artrosis, y a veces se vuelven agresivos. Sobre todo durante una crisis se vuelven muy irritables. Aunque el amo debe controlar la situación, tenemos que excusar a estos perros y la reeducación tiene que pasar por la indulgencia del entorno para no provocar el mordisco. Los tratamientos médicos destinados a aliviar al perro son un remedio eficaz contra este tipo de actitudes. 

No debemos estar nunca orgullosos de nuestro perro cuando muerde, aunque esto nos parezca justificable. No debernos colocarlo en una posición critica: atado con una cadena, encerrado en un coche, etc. A veces se castra a los machos agresivos: tenemos que consultar con nuestro veterinario si este tratamiento puede adaptarse a nuestro animal.

El síndrome de privación 

Forma parte, con la ansiedad por la separación y la falta de jerarquización, de las tres grandes causas de los trastornos del comportamiento. Provoca numerosos síntomas, pero un trastorno predomina en cada uno de ellos. La ansiedad engendra muy a menudo un comportamiento destructor, y la falta de jerarquización provoca un comportamiento típico de perro mordedor. El síndrome de privación permite explicar sobre todo fenómenos de miedo en los perros. Antes de centrarnos en las fobias de los perros y de encontrar una solución para cada una, intentemos comprender el mecanismo y el origen general de los miedos de los perros. 

El término de privación designa la falta de estimulaciones diversas en las primeras semanas de vida del cachorro. Estos perros tendrán comportamientos patológicos cuando estén en contacto con un medio muy rico en estimulaciones visuales o sonoras (calles, coches, motos, tormentas, etc.) porque no estarán acostumbrados a ellos. 

Son indispensables numerosas estimulaciones, que sean variadas, y que intervengan muy pronto en la vida del cachorro para su desarrollo «intelectual» y neurológico. 

El caso de cachorros criados en algunas perreras aisladas, en cercados y no viendo a nadie antes de la venta es significativo. Tienen miedo de los ruidos más anodinos, como un objeto que cae, una bolsa de papel que arrugamos o una hoja que cae del árbol. La vida del amo y la del cachorro se vuelven entonces difíciles. Además, estos animales es-tán siempre en estado de alerta por miedo a lo que pueda suceder. Esta situación provoca a menudo un exceso de apego del perro por su amo, en el cual busca un consuelo permanente. Pero no sería dramático... si esto no pudiera evolucionar en un síndrome llamado ansiedad de la separación y engendrar nuevos trastornos.

El asustadizo

Es normal que el perro tenga miedo de los ruidos muy aparatosos como la tormenta o los petardos de las verbenas. El perro asustadizo se amedrenta por pequeños ruidos anodinos (el teléfono, un objeto que cae...) o por situaciones que siente que son peligrosas cuando en realidad no lo son (un coche o una bicicleta que pasan). 

No consigue tranquilizarse, incluso cuando el estímulo que desencadena el miedo ha desaparecido. Parece como si estuviera en un estado secundario que le impide reaccionar, controlarse, permanece persuadido de que la causa de su miedo está siempre presente. En ese caso debemos desensibilizar al animal con un acercamiento lento y progresivo hacia la fuente de miedo. Los cazadores tienen la costumbre de poner a prueba a los perros jóvenes. Si les dan miedo los disparos, los jubilan rápidamente. Pero podemos solucionar los miedos del perro sin escoger esta solución extrema.

LAS REACCIONES 
DEI ANIMAL ASUSTADIZO

Pueden ser muchas por una misma causa. La destrucción y los mordiscos son reacciones a estimulaciones violentas (tormentas). Los mordiscos, inhibiciones y trastornos digestivos son la respuesta a los miedos crónicos.

La destrucción 

Un animal asustadizo puede destruirlo todo a causa de un ruido. A menudo hace sus necesidades por todas partes. 

La escapada 

Puede escaparse. Las huidas durante las verbenas son frecuentes. También puede esconderse debajo de un mueble o de un armario.

El mordisco 

El animal puede morder cuando intentamos tranquilizarlo.

La inhibición 

Puede sentirse totalmente inhibido, orinarse encima o no moverse más. Es el caso de los animales que tienen un amo demasiado autoritario.

Los trastornos digestivos 

Los trastornos digestivos también son muy frecuentes (diarreas o vómitos).

Las causas

Aparte de los estímulos importantes y puntuales que provocan el miedo, como los ruidos, los truenos, etc., intentaremos comprender por qué un perro puede tener una reacción desproporcionada ante una situación anodina.

La falta de estimulación

El miedo puede concentrarse sobre un solo tipo de ruido (los petardos, por ejemplo). Ya hemos visto que aunque esto es molesto, no es regular. Por el contrario, la calle en su conjunto (coches, transeúntes, etc.) puede ser fuente de miedo y la vida se vuelve entonces más dificil. 

Una determinada raza de perro puede asustar al nuestro. Algunos tienen miedo de los perros grandes y otros de los pequeños. Todos estos miedos son debidos a una falta de estimulaciones diversas del cachorro. Tiene que estar acostumbrado a todo y a todos desde muy joven.

Un mal recuerdo

El miedo puede ser debido a un mal recuerdo asociado a acontecimientos precisos. El animal no habría tenido miedo la primera vez si un acontecimiento suplementario no hubiera intervenido.

El perro que ha recibido un mordisco de otro perro tendrá miedo de los perros cuando antes no lo tenía. El simple encuentro con un animal después del mordisco provocará signos de pánico o de agresividad, y esto independientemente del tamaño del perro: no es raro ver grandes molosos que tienen miedo de los perros pequeños.

¿Qué se puede hacer? 

El objetivo de la reeducación es hacer que el perro olvide su miedo. No podemos explicarle con palabras que la situación no es peligrosa. Tendrá que darse cuenta por sí mismo. Pero tenemos que ayudarlo. Existen cuatro métodos para ello. Podemos aplicarlos solos o como complemento los unos de los otros.

No consolar

Al consolar a nuestro perro, damos una importancia real a su miedo y lo reforzamos. Acariciar a un perro que tiene miedo y hablarle con dulzura es un reflejo normal. Pero tenemos que aguantarnos las ganas de hacerlo.

El placer ante todo 

Si tenemos miedo de coger el avión, podemos cogerlo con un amigo que hablará con nosotros durante el viaje. Al final conseguiremos no pensar más en nuestro miedo. Utilizaremos este mismo principio con el perro. Tenemos que asociar a la situación de miedo una situación de placer más intensa. El perro asociará de esta forma el motivo del miedo al placer y no a la angustia.

Si nuestro perro tiene miedo de los coches cuando se encuentra en la calle, podemos darle una golosina en el momento en que llega el coche y acariciarlo pero sin consolarlo. También podemos llamarlo y jugar con él mientras pasa el coche.

La costumbre

Otra técnica de reeducación consiste en acostumbrar al perro de forma progresiva a la situación de miedo. Esto es válido para las situaciones que se repiten de forma regular. Tenemos que evitar tirar petardos durante todo el año para curar el miedo a las noches de verbena. Lo que es importante es poder detener rápidamente la situación de miedo que hemos provocado de forma voluntaria... 

Si tiene miedo de los coches, pediremos a un amigo que se detenga cerca de nosotros en su coche, pero que se aleje en cuanto el perro esté aterrorizado. Poco a poco alargaremos la duración de los estímulos.

La estimulación

Tenernos que presentar al perro joven un máximo de estimulaciones. Para un perro asustadizo, tenemos que empezar de nuevo este aprendizaje poco a poco y colocarlo en situaciones estimulantes (presencia de otros perros, ruidos, niños...).

CASOS PARTICULARES

Proponemos a continuación algunos ejemplos de tratamiento mediante métodos de desensibilización adaptados a cada situación. Estos ejemplos no tienen un valor universal, y podemos encontrar otras astucias para desensibilizar un perro. Solamente permanece constante el principio general de los métodos.

El miedo al teléfono 

Este miedo puede parecer divertido. En efecto, un perro que ladra y salta sobre el teléfono no es una situación dramática. Pero el perro puede volverse agresivo con la persona que telefonea. Esta actitud es interpretada por los amos como celos, pero no es así. Es muy útil corregir este comportamiento. El primer reflejo que debemos tener es no gritarle al perro, ya que esto aumentaría su reacción. Luego diremos a algunos amigos que nos llamen, dejaremos que el teléfono suene, y si el animal reacciona, no lo descolgaremos hasta que se haya calmado. Paro no provocar al perro, dejaremos que el teléfono suene un máximo de diez veces (si no descolgamos, los amigos tienen que detenerse). Felicitaremos al perro cuando deje de ladrar y podamos descolgar el teléfono.

La tormenta 

Si las tormentas son poco frecuentes en nuestra región, quizá no sea necesario emprender una reeducación. En cambio, si estamos en la montaña y el perro está aterrorizado por cada trueno, tenemos que ayudarlo. Los amos señalan que el perro siente lo llegada de la tormenta. Las manifestaciones de miedo pueden preceder al trueno y ser muy intensas en el momento del ruido. También la luz del rayo los atemoriza. Podemos hacer una grabación del ruido del trueno y pasárselo al perro a bajo volumen y aumentar luego la intensidad día a día. Tenemos que distraer al mismo tiempo al perro para que oiga el ruido mientras hace otra cosa. No debemos consolarlo, que es lo que sucede normalmente en las situaciones reales, porque algunos amos tienen también miedo de los truenos. Gracias al ruido de fondo de la tormenta y a la ocupación anexa, el perro no relacionará más la tormenta y su miedo y soportará mejor la situación.

El miedo a los coches 

Los orígenes de esta fobia son múltiples. Puede ser debido al primer viaje de la perrera a casa durante el cual el amo y el cachorro estaban ansiosos. Un accidente de coche puede dejar también malos recuerdos. El perro puede expresar su miedo en el coche volviéndose agresivo o poniéndose enfermo. 

Es importante acostumbrar al perro al coche. 

Examinaremos cómo reacostumbar a un perro y hacer que desaparezca esta ansiedad.

Podemos retomar la educación haciendo trayectos muy cortos sin consolarlo, algo que sólo reforzaría su ansiedad. Tenemos que hacer que el perro olvide su miedo. Cogeremos uno de sus juguetes y se lo daremos durante el trayecto. Esto lo puede distraer y tranquilizar. También podemos darle, al detenernos, la comida en el coche. Esto nos permite banalizar el coche, puesto que el vehículo solo, fuera de todo trayecto, es a veces el origen del miedo. Dejaremos, siempre que sea posible, que suba en el coche cuando quiera, dejando las puertas abiertas. Tenemos que evitar utilizar este medio de transporte únicamente, en los casos que le provocan una ansiedad suplementaria: visita al veterinario, ir la perrera durante las vacaciones, etc. 

Aunque no veamos la utilidad rápidamente, tenemos que hacer viajar en coche al perro asustadizo muy a menudo, ya que la solución que consiste en no subirlo más en coche porque tiene miedo, sólo agrava el problema.

Prevenir

Para evitar todas estas fobias, la educación y la socialización son fundamentales. El perro tiene a menudo miedo de las situaciones que no conoce. Los amos, por su parte, tienden a consolar al perro cuando este siente miedo. Esta actitud refuerza el miedo, porque prueba al perro que tenía razón de estar atemorizado; al sentirse acogido no resuelve el problema, más bien lo evita. La prevención pasa por una estimulación muy importante del perro. No se trata de asustarlo sin cesar para que se vuelva insensible. Debemos ponerlo en contacto con otros perros, con otros animales, con la gente, y enseñarle los ruidos de la calle. Si expresa una angustia frente a una situación, tenemos que hacer como si no sucediera nada y distraerlo de lo que le da miedo jugando con él, llamándolo o dándole de comer, por ejemplo, pero sin llegar a convertirlo en bulímico.

El fugitivo 

La huida es la partida prolongada del perro de su territorio. Se escapará de nuestra casa por propia voluntad. Sabe que sale de su casa, que no tiene derecho y que no tiene la intención de volver rápidamente. El sentimiento de falta está presente en su espíritu y, por lo tanto, intentará burlar nuestra vigilancia. Esto es muy distinto del perro que se pierde, nuestro perro puede, en efecto, escaparse momentáneamente por un lugar que no le es familiar (bosque, parque) y no encontrarnos más. El fugitivo, en cambio, es consciente de su huida.

Las causas

El carácter del perro, las condiciones en las que vive y todas las modificaciones de su entorno próximo pueden provocar las fugas, pero también, y sobre todo, la sexualidad. El miedo desencadena a menudo una reacción de fuga, pero también pueden ser otras las causas de las fugas.

La sexualidad

La actividad sexual y la búsqueda de una pareja, sobre todo en los perros machos, son las principales causas de fugas. Este fenómeno es, además, muy conocido en los gatos, a los que se les practica la castración como remedio. 

A los perros se los castra muy raramente, puesto que la educación tiene que permitir retenerlos. Además, esta operación se destina normalmente a corregir el comportamiento de un perro mordedor y no de un perro fugitivo. 

El perro empieza a arañar las puertas; luego quiere salir en cuanto una de ellas se entreabre. La reacción de los amos, que consiste en atar al perro durante estos periodos de celo, no hace más que agravar la situación. El perro sólo busca escaparse. Es frecuente ver a machos saltando por encima de altos cercos o realizar agujeros enormes para pasar por debajo, y todo ello durante unos segundos de desatención.

El medio familiar

El perro puede fugarse porque no se encuentra bien en su medio familiar. Esto sucede cuando se ha producido algún cambio: nacimiento de un bebé, llegada de un nuevo perro, cambio de casa. El perro irá a buscar a otra parte (todavía no sabe dónde) una seguridad y un afecto que cree que ha perdido en nuestra casa. Se trata más de una fuga de un entorno que de una búsqueda inmediata de otro. Pero si la ocasión se presenta, escogerá una nueva familia. Por eso, muchas veces se recoge a perros adorables: no todos tienen amos malos, se escapan únicamente porque la situación ya no les parece agradable.

Las razas

No podemos negar el hecho de que algunas razas son más propensas a fugarse que otras. Los perros nórdicos son un buen ejemplo de ello, igual que algunos perros de caza. Esto no quiere decir que debamos resignarnos y excusar al perro; simplemente tenemos que estar más atentos. Podemos tener perfectamente a un husky en un jardín, sin tener que estar permanentemente buscándolo si está bien educado.

El miedo

Algunos perros se escapan durante las tormentas o en las noches de verbena. Tenemos que remitirnos más arriba al párrafo que trata sobre el perro asustadizo. Los cachorros tienden a escaparse por «inconsciencia». 

Tenemos que vigilarlos mucho si el medio donde viven es peligroso (un jardín sin cerco, por ejemplo).

¿Qué se puede hacer?

El tratamiento varía en función del origen de la fuga.

La fuga sexual 

Desgraciadamente, la educación no es de gran utilidad en este caso. Para las fugas de origen sexual podemos calmar al animal con productos hormonales. En cambio, se desaconseja encerrarlo, porque esto puede provocar un sentimiento de injusticia.

La fuga debida al medio familiar

Tenemos que otorgar de nuevo al perro un lugar en la familia. Si se ha producido una modificación, tenemos que dar confianza al perro paseándolo, acariciándolo y jugando con él. Pero no olvidemos mantener siempre su lugar de dominado incluso mientras lo mimamos.

La fuga debida a la raza

La educación es en este caso un remedio eficaz. Si tenemos un cachorro de riesgo, tendremos que poner mucha atención al aprendizaje de la llamada y a caminar con correa. Algunas razas tienen esta fama, pero es perfectamente posible pasearlas sin correa. Simplemente tenemos que privilegiar esta enseñanza en relación con otra raza. Si adquirimos un perro ya adulto, tenemos que empezar el aprendizaje desde cero y centrarnos exclusivamente sobre ejercicios de llamada.

La fuga debida al miedo 

Remitirse más arriba al párrafo sobre el perro asustadizo.

El camorrista

Algunos perros pueden pelearse con otro de forma ocasional. Por ejemplo los perros machos que se pelean al sentir la proximidad de una hembra en celo. Tenemos que analizar la situación que ha provocado la pelea para que no se repita nunca más. Hablaremos aquí de los perros que se pelean en cuanto ven a otro animal y sin razón aparente. Se trata en ese caso de una situación difícil, puesto que los amos tienden a evitar a los demás animales.

Este aislamiento del animal refuerza solamente su comportamiento agresivo el día en que se encuentra en contacto con un perro o un gato.

Las causas

Las nociones de territorio y de jerarquía son fundamenta-les en este trastorno del comportamiento.

El territorio

El caso más frecuente es un conflicto de territorio. Esto no parece evidente en un principio, puesto que el perro se apropia de un territorio que en realidad no es el suyo. Sacamos, por ejemplo, a nuestro perro con la correa para que haga sus necesidades. Si se trata de un macho, orinará un poco por todas partes para delimitar un territorio. Si otro perro viene y hace lo mismo en el mismo lugar, la pelea puede desatarse, puesto que esta actitud es una afrenta para nuestro animal. 

El hecho de mantenerlos con la correa y la presencia del amo no hacen más que aumentar el riesgo de ataque.

El obstáculo

Los perros se pelean también cuando hay algo que los separa. Si colocamos una reja en medio de un patio para separar a dos perros, se pelearán a través de la reja. Si la quitamos, dejarán de pelearse. A menudo es preferible no colocar ningún obstáculo entre dos perros que pueden enfrentarse, aunque esto pueda parecer extraño. Tenemos que dejar que establezcan su jerarquía, pero siendo conscientes de que es una situación no exenta de riesgo y que podría saldarse con alguna herida más o menos grave.

La jerarquía

La jerarquización se encuentra también entre las causas de este tipo de comportamiento. El perro quiere defender a su amo o enseñarle que él es el más fuerte. Así pues, se pelea en su presencia y por él.

¿Qué se puede hacer? 

Cuando la pelea ya ha empezado, ya hemos visto que no debemos gritar. Las demás recomendaciones ya se han explicado. Aquí veremos únicamente cómo reeducar al perro. No debemos evitar, como ya hemos dicho, las situaciones de riesgo. Al contrario, debemos provocarlas para dominarlas mejor. Si tenemos dos perros en casa que se pelean muy a menudo, no debemos separarlos bajo ninguna circunstancia.

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