El término fracaso designa más los pequeños accidentes del comportamiento que los verdaderos trastornos graves. Pero a veces se hace necesaria una revisión de la educación. Es esta reeducación de base la que proponemos en este post. Dejaremos de lado los trastornos patológicos que necesitan una terapia específica controlada a través de las visitas a un veterinario.
La ansiedad de la separación
UNA REVISIÓN
Tenernos que admitir ante todo, sin culpabilizarnos, que muchos comportamientos anormales del perro son consecuencia de un «error» del amo y de relaciones anormales amo-perro. Se trata de errores involuntarios muy a menudo debidos a falta de tiempo, a una educación demasiado permisiva o a relaciones afectivas anormales. Los siguientes consejos nos permitirán corregirlos.
El animal puede ser sometido a crítica (aunque no se trate de juzgar): podemos tener un animal de carácter difícil que intenta escaparse de forma permanente a las reglas de educación y al que tendremos que reñir continuamente. Lo esencial, ante estas dificultades de educación, es permanecer abierto. No tenemos que buscar a un responsable. Sólo tenemos que intentar encontrar lo que ha podido provocar eso situación. Unicamente de esta forma podremos rectificar los trastornos. Una actitud negativa nos conducirá a un agravamiento de los comportamientos defectuosos. La mayoría de los problemas aparecen antes del año. Por lo tanto, todavía no es demasiado tarde.
Los fracasos
En efecto, numerosos problemas de comportamiento derivan de este síndrome de separación. Se encuentra en el origen de fenómenos de ansiedad que se manifiestan en forma de destrucción, agitación, desaseo, etc. Tendremos ocasión de evocarlo precisamente para ciertos trastornos. He aquí el estudio general de este fenómeno. Intentaremos comprender el origen y los mecanismos de su aparición para poder perfilar la actitud.
LA ELECCIÓN DE UNA RAZA
Hablamos de nuevo de este tema porque lo raza se encuentra en el origen de ciertos problemas. Cada raza tiene una imagen popular que a menudo no es más que uno creencia. El pastor alemán es malo, los cockers muerden, los perros postores corren detrás de la gente.
Es verdad para algunos animales, pero no se trata del perfil general de una raza bien educada. Algunos amos atribuyen a su perro defectos, inherentes según ellos a la raza, y piensan que es normal que el perro tenga estos defectos. Por lo tanto, no intentan corregirlos o, peor todavía, los estimulan. La educación está aquí para poner remedio a esto.
La elección de un perro se hace en función de los criterios anteriormente planteados, y un perro se educa sin tener en cuenta las habladurías. De lo contrario, excusaremos a nuestro perro ante una falta real y aparecerán los fracasos. Tenemos que asegurarnos siempre de que el trastorno del comportamiento de nuestra animal no tiene su origen en una enfermedad (el perro que orina por todas partes puede tener una cistitis, por ejemplo).
Los orígenes.
Existen causas desencadenantes, que explican teóricamente la aparición del síndrome, y causas favorecedoras, que intervienen en la aparición de trastornos del comportamiento.
Las causas desencadenantes
La causa de este síndrome es el exceso de afecto del perro por una de las personas de la familia. Así pues, los trastornos derivarán de la ausencia del individuo al que el perro está unido. Esta falta de afecto momentánea provocará en el animal una actitud anormal.
Paradójicamente, el retorno del amo provocará también una actitud anormal en el perro. Veremos de qué forma se manifiesta esto.
Lo que interesa saber es que estos signos de «desequilibrio» pueden existir aunque el perro no esté solo. Basta con que uno de los miembros de la familia no esté en casa. Tendremos que revisar las relaciones del perro con el entorno familiar. Pero cuidado, porque esto no quiere decir que no debamos tener ningún lazo de afecto con nuesyto perro. Esto no tiene nada que ver.
Se trata simplemente de saber dosificar y controlar lo que se llama el periodo de apego. Una hiperafección de un perro a una persona no tiene en si mismo nada de anormal. Simplemente, se ha puesto claramente en evidencia que este lazo afectivo demasiado intenso es la causa de trastornos del comportamiento.
CAUSAS FAVORECEDORAS
La edad del cachorro
Si adquirimos un cachorro que ya no está apegado a su madre, que vive en familia de forma muy independiente por ejemplo, los riesgos serán menores. El animal ya habrá adquirido cierta independencia, y la necesidad de descubrir la vida será mayor que la del afecto excesivo a su amo. Pero si el cachorro es demasiado joven (menos de dos meses), necesitará reencontrar a su madre a través de alguien.
A los amos les emociona esta necesidad de afecto, y la alimentarán. Lo protegen, dudan en dejarlo solo.
La presencia permanente del amo
Si el amo es mayor y está solo, por ejemplo, el cachorro será una compañía que vivirá de forma permanente con él.
Evidentemente, no debemos dejar solo al cachorro apropósito durante todo el día. Tanto el amo como el animal serian desgraciados cada uno por su lado. No es este el objetivo de una buena educación. Pero tendremos que organizar, como ya veremos, los momentos de separación. Aunque estemos solos con nuestro animal, no debemos llevarlo por fuerza a todas partes con nosotros.
Las vacaciones
Ya hemos señalado la importancia del momento de adquisición del cachorro. Tenemos que evitar el periodo de vacaciones: el cachorro se acostumbrará o tener a sus a sus amos alrededor, respondiendo a sus más mínimos gemidos. El contexto es el ideal para desarrollar una ansiedad ante la separación cuando se comience a trabajar de nuevo. Por esto es por lo que tenemos que tener cuidado, sobre todo al principio.
Las causas favorecedoras
Se trata de la edad del cachorro, la presencia permanente del amo y el periodo de adquisición del animal.
Las manifestaciones
Son muchas y muy diversas. Como ya hemos señalado, el origen es al mismo tiempo la separación del amo y también su regreso. Las dos fases pueden provocar trastornos.
Los trastornos digestivos
Pueden ser diarreas o vómitos. Buscamos causas médicas cuando en realidad se trata de la expresión de la ansiedad del perro.
El desaseo
El animal que ya era limpio vuelve a hacer sus necesidades en cualquier sitio de la casa durante nuestra ausencia. No se trata ya de un marcaje del territorio, sino de una expresión de la angustia que siente.
La expresión oral
El animal puede gemir sin parar, ladrar o aullar. Es absolutamente anormal que un perro aúlle como un loco durante la ausencia de sus amos, aunque esté triste. Estas manifestaciones son siempre una fuente de problemas con los vecinos; el propietario siempre encuentra circunstancias atenuantes. Pero este comportamiento es anormal aunque la causa sea justificada.
La agresividad
Esta agresividad hacia el amo es, en realidades: miedo a verle partir. El perro ha comprendido, al verle prepararse, que la marcha es inminente. Entonces intenta retener su atención e impedir que se vaya. Esta es también la actitud de un perro dominante que no acepta que alguien abandone su territorio sin su autorización. Todos los perros que presentan un síndrome de separación no muestran agresividad, pero si el animal tiene una pequeña tendencia agresiva, esta se desarrollará en esta situación.
¿Qué se puede hacer?
La ansiedad ante la separación que padece el perro es un fenómeno muy conocido por los especialistas del comportamiento animal. No es fácil curarla sin ayuda. A continuación, proporcionamos algunos consejos de base para evitarla, por una parte, y para ponerle remedio, por la otra. Pero es preciso saber que un tratamiento médico es a menudo necesario (ansiolíticos, por ejemplo), además de un control veterinario.
Desapasionar la situación
Las manifestaciones de ansiedad se producen, generalmente, justo después de que el amo se marche, o bien un poco antes de que este se vaya. La primera precaución que debemos tomar es dar señales de partida lo más discretas posibles. Sin irnos bruscamente, limitaremos los preparativos y sobre todo no dedicaremos al perro palabras reconfortantes que no harán sino aumentar su ansiedad.
También aconsejamos realizar, para desensibilizar al perro, falsas salidas. De esta forma, estaremos allí para desestresar al perro y calmarlo. Luego nos iremos durante periodos muy breves. Más adelante, alargaremos el tiempo de nuestras ausencias.
La vuelta tiene que plantearse en la más total indiferencia. Tenemos que hacer como si no nos hubiéramos ido. Nos pondremos a trabajar en alguna actividad que hayamos dejado a medias al marcharnos. El perro, poco a poco, encontrará nuestras salidas y nuestros regresos naturales, se acostumbrará a ellos y les perderá el miedo. Es verdad que para conseguirlo se necesita mucho tiempo y mucha paciencia. También necesitamos a veces la intervención de otra persona que no sea de la familia (veterinario o educador).
La prevención de este trastorno reside básicamente en la normalidad de las relaciones amo-perro. Si nos parece que estamos en una categoría de riesgo (ya sea debido a nuestra situación familiar o a lo que representa el perro para nosotros), debemos obligarnos a separarnos del animal (dejándolo en casa solo durante intervalos de tiempo cada vez mayores, exigiéndole que duerma en su cesta...).
El destructor
Junto con la agresividad, se trata del trastorno del comportamiento que se da con más frecuencia. También es el que resulta más difícil de soportar para el amo. Este comportamiento anormal es una de las primeras causas de abandono. El amo ya no soporta por más tiempo ver cómo el comedor es saqueado durante cada una de sus ausencias. Los conflictos en las familias acerca de la actitud que se tiene que adoptar son difíciles de resolver en ese caso, lo que es una pena, ya que una buena educación sería suficiente para evitar esta situación.
La acción destructiva puede ir desde los simples mordiscos de los muebles y objetos hasta el despedazamiento minucioso y sistemático de los sofás.
Los cachorros toman conciencia de su entorno por la boca: lo lamen y lo muerden todo. Se trata de un comportamiento instintivo, pero tenemos que hacerles comprender enseguida que no deben hacerlo en casa por medio de reprimendas, no con juegos de tira y afloja y dándoles juguetes sólo para ellos. Para todos los trastornos del comportamiento es necesario intentar encontrar la causa para poner en marcha un tratamiento eficaz.
El destructor se define como un perro que reacciona ante un problema con una destrucción organizada de su entorno. Está claro que el cachorro que intenta morderlo todo tiene que educarse, pero no reeducarse. Se trata de una fase normal de su desarrollo, pero que no tiene que amplificarse ni ser duradera. La reeducación se hace con un animal que ha alcanzado la edad de ocho meses y que mantiene todavía un comportamiento de mordiscos y de destrucción.
Las causas
La destrucción puede ser debida al miedo a quedarse solo o al aburrimiento.
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