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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

ANTEDECEDENTES DEL CALENTAMIENTO GLOBAL Y EL EFECTO INVERNADERO


No tenemos evidencia directa de que el cambio climático esté influyendo en la propagación de la COVID-19, pero sí sabemos que el cambio climático altera la forma en que nos relacionamos con otras especies en la Tierra y eso es importante para nuestra salud y nuestro riesgo de infecciones.

A medida que el planeta se calienta, los animales grandes y pequeños, en la tierra y en el mar, se dirigen a los polos para escapar del calor. Eso significa que los animales entran en contacto con otros animales que normalmente no lo harían, y eso crea una oportunidad para que los patógenos entren en nuevos huéspedes.

Muchas de las causas fundamentales del cambio climático también aumentan el riesgo de pandemias. La deforestación, que ocurre principalmente con fines agrícolas, es la mayor causa de pérdida de hábitat en todo el mundo. La pérdida de hábitat obliga a los animales a migrar y, potencialmente, a ponerse en contacto con otros animales o personas y compartir gérmenes. 

Las grandes explotaciones ganaderas también pueden servir como fuente de transmisión de infecciones de los animales a las personas. Una menor demanda de carne animal y una cría de animales más sostenible podrían disminuir el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Tenemos muchas razones para tomar medidas climáticas para mejorar nuestra salud y reducir los riesgos de aparición de enfermedades infecciosas es una de ellas.

¿Qué medidas podemos tomar 
ante el cambio climático? 

Prohibir unas pajitas de plástico como ha ordenado la VE está bien, pero parece una burla ante la seriedad del problema. Es imprescindible establecer prioridades y prestar atención a todas las actividades que nos envenenan. Conviene eliminar todo lo que perjudica la salud del planeta y los seres vivos que lo poblamos provisionalmente. 

¿Qué seria ese «todo»? 

Por ejemplo, una intervención paso a paso de la agricultura y la ganadería nocivas (que envenenan la tierra y lo que comemos). O de las energías contaminantes que envenenan,. O del turismo en vuelos subvencionados. O de la cocina industrializada. 

¿Por qué nadie se atreve a tomar medidas? 

Porque los expertos y los políticos saben también que los humanos somos una pandilla de egoístas pendencieros en busca de comodidades y quimeras. Por eso prefieren no introducir demasiados cambios. Presentan claros para que los votantes nos sintamos culpables y permitamos que «lo vayan arreglando» los políticos y mandatarios en las inútiles -demostradamente inútiles- cumbres del clima, unos encuentros que requieren desplazamientos costosos y poco ecológicos.

Tenemos los datos. ¿Qué esperamos? 

Los chicles siguen estando prohibidos en Singapur y nadie parece estar especialmente afectado. ¿Pueden las autoridades de todo el inundo actuar como en el caso de los chicles en Singapur? 

Eso es lo que pretenden, precisamente. Los señores del puro preparan un gobierno autoritario mundial y un control de la población, facilitado por los avances en robótica e inteligencia artificial. De momento se nos «informa» de que la cosa es muy grave, que hay una gran crisis, que el dinero no alcanzará y que podemos morir por falta de aire o de agua.

Las consignas dictadas por el Foro Económico mundial de Davos prosiguen, y en estos momentos están en esta fase, digamos «informativa»: someter a la población con sus mensajes, divulgados tanto en forma de lluvia fina como de bombardeo mediático y por todos los medios a su alcance. Por eso, cuando ahora nos referimos al cambio climático, no podemos dejar de lado la manipulación a que son sometidas las informaciones, por lo demás ciertas. Como las que describe, con especial maestría Juan Fueyo en su interesante y documentado libro. Os dejamos pues con algunos brevísimos fragmentos de uno de los capítulos de Blues para un planeta azul (Ediciones B, 2022) que contiene ternas como la sexta extinción, pandemias circulares, la salud y el cambio climático o un interesante apartado final sobre regeneración.

- La historia del cambio climático (al que se ha enfrentado la humanidad) comenzó hace más de tres siglos. Gracias a estos pioneros hemos descubierto y conocido las razones, los motivos y las causas del calentamiento global. 

- Desde el siglo XVIII hasta el momento presente, una serie de científicos han demostrado matemáticamente que la actuación irresponsable, primero inconsciente y luego intencionada, de una humanidad adicta a la energía producida por el carbón primero y el petróleo después ha conseguido colocar al género humano al borde de una extinción. 

- Una extinción que ya ha comenzado para otras especies, pero que acabará afectando al ser humano. La crisis climática se extenderá de la física y la biología a la economía y sumirá a la civilización en guerras debido a la falta de recursos ocasionada por el envenenamiento de la atmósfera. 

- El origen de la vida en la Tierra se produjo hace alrededor de dos mil millones de años. Antes, el planeta estaba marcado por grandes regiones cubiertas de hielo bajo un cielo rosado. Es la vida, con las primeras bacterias, que comienza a modelar el planeta.

- La vida unida a fenómenos geológicos y fisicoquímicos, como las erupciones de los volcanes, generará la atmósfera y, con ella, el clima. La vida no tuvo un camino fácil y se enfrentó a una serie de extinciones, cinco masivas y muchas otras parciales o discretas. La última de las grandes, la quinta extinción, ocurrida hace sesenta y cinco millones de años, se debió al choque de un meteoro con la Tierra, que acabó con los dinosaurios y abrió la puerta a que los mamíferos se hicieran dueños y señores del planeta. Las otras extinciones globales tuvieron como causa el cambio del clima. 

- La sociedad agrícola y ganadera es el primer signo de que el hombre puede modificar el medio ambiente y adaptarse a las nuevas condiciones de vida. 

- La diseminación de la agricultura durante miles de años consiguió que desde hace cinco mil años se haya convertido en una fuente importante y artificial del calentamiento global. Algo que no era del todo ignorado por las culturas clásicas precristianas, que ya habían comenzado a preguntarse si existían variaciones del clima con el paso del tiempo. 

- Aristóteles escribió uno de los primeros tratados sobre el tiempo atmosférico, Meteorologica, donde estudia los cambios del medio ambiente a nivel global. Para Aristóteles no hay mitos ni dioses que gobiernen los cambios de la Tierra, parece que todo sucede por fuerzas telúricas como el sol, la húmedad y la sequía, que afectan al planeta a través de enormes periodos de tiempo. Se puede decir igual, pero difícilmente se dirá mejor.

- En otro país y muchos siglos después, en el siglo XII nació y vivió el que quizá ha sido el Leonardo de China. Entre sus teorías y descubrimientos destacaron el diseño de métodos para la defensa de las ciudades -como hiciera también el genio de Vinci-, la elaboración de teorías sobre la erosión del suelo, el descubrimiento de fósiles marinos en las montañas, la invención de la brújula, las modificaciones de la imprenta, la clasificación de minerales y sus usos, y la localización de la estrella polar. A pesar de su talento, como suele suceder, tuvo enemigos poderosos que lo apartaron de la corte. 

- Este genio, tan poco conocido fuera de China, se llamaba Shen Quo y aportó las primeras pruebas de que el clima de la Tierra está en continuo cambio. Su teoría sobre el clima se originó cuando un deslizamiento de tierra desenterró un bosque de bambú petrificado. El lugar contenía troncos y también raíces. Shen Quo concluyó que aquella tierra, que ahora era la orilla de un río, en el pasado remoto había sido un bosque frondoso de bambú y que, con el tiempo, el clima de la Tierra cambió y los cultivos y la orografía también. Esa observación, ese momento lúcido que encuentra una explicación para los fósiles y para el paisaje actual en el fluir del clima, fue un descubrimiento pionero de la ciencia del cambio climático. (...) 

- Una prueba determinante de los ciclos que alternan el frío y el calor en la historia de la Tierra fue la aparición y duración de las Edades de Hielo. El periodo más largo y antiguo de glaciación que afectó a todo el planeta cubrió la Tierra de polo a polo con hielo; fue la llamada «glaciación huroniana» y duró, mes más, mes menos, trescientos millones de años. 

- Pero, además de estas glaciaciones generales, tuvieron lugar otras que solo se observaron en algunas regiones geográficas o que, siendo globales, no fueron ni tan intensas ni tan duraderas como las grandes glaciaciones.

- Quizá la más famosa de ellas es la llamada «Pequeña Edad de Hielo», que duró cuatrocientos años y que es probable que afectara en mayor o menor medida al planeta, pero cuyas descripciones más completas y vívidas se refieren a sus efectos en Europa. Los ríos se congelaron y Londres, por ejemplo, comenzó a celebrar ferias en el Támesis, completamente sólido. (...) 

- Durante los siglos de la Pequeña Edad de Hielo, España sufrió fenómenos extremos relacionados con el frío y la lluvia intensos, que causaron nevadas más intensas que las habituales y mucho más duraderas. Los Pirineos y el resto de las cordilleras y las montañas notaron el efecto de las bajas temperaturas, que favorecieron la formación de glaciares, algunos de ellos ya desaparecidos. 

- Uno de los fenómenos mejor documentados fue la congelación de los ríos. El río Ebro permaneció helado durante semanas media docena de veces. El negocio del hielo se instauró en partes áridas de la Península donde nunca ha vuelto a nevar y se construyeron almacenes llamados «neveras», en ocasiones edificios circulares cubiertos con una bóveda, que aún persisten en distintos puntos del levante español.

- La temperatura del ambiente dejó de ser un fenómeno abstracto cuando se pudo cuantificar. En 1593 Galileo inventó uno de los primeros termómetros y de ese modo podríamos decir que inventó también la temperatura. Su termómetro no tenía una aplicación clara y carecía de una escala pragmática de temperaturas. Se necesitarían casi doscientos años para que un termómetro pudiera usarse en la vida diaria.

- En 1709, Daniel Fahrenheit culminó las pesquisas de Galileo al inventar el termómetro moderno, eso si, con la peculiar escala de temperatura que lleva su nombre y que aún se utiliza en los países de habla inglesa. Esta escala no tiene una base racional y no sitúa en los extremos las temperaturas a las que hierve y se congela el agua, por ejemplo. Años después, un científico nórdico llamado Anders Celsius, sugerirla una escala más coherente con los hechos naturales y desde entonces el agua hierve a cien grados y se congela por debajo de los cero grados. En ciencia, una actividad racional y lógica, la escala de Celsius le ha ganado la partida a la de Fahrenheit.

- Siguiendo el hilo de las bases que llevaron al descubrimiento del calentamiento global, y una vez aclarado el tema de la temperatura, tenemos que hablar del descubrimiento de los gases de efecto invernadero. Y allá por el año 1640, Johann Baptista van Helmont, un alquimista flamenco enamorado de la química, que consideraba una ciencia superior a las demás, sobre todo a la medicina -admiraba a Paracelso y despreciaba a Galeno-, acuñó la palabra «gas». 

- La tomó prestada del griego caos y la utilizó para describir el aire como una mezcla de gases entre los que se encontraba el CO2 (agas silvestre»). Un hombre de su época mezcló ciencia y religión, alquimia y mística, química sólida y piedras filosofales. Y no escapó tampoco a la persecución por la Santa Inquisición, que le prohibió publicar sus supuestas heréticas ideas durante muchos años. 

- Sus descubrimientos, de todos modos, influyeron sobremanera en futura ciencia del cambio climático. Medio siglo más tarde, un estudiante de medicina escocés llamado Joseph Black descubrió que el agua de cal funcionaba como un detector de CO2. Sus experimentos, en los qué mezclaba hidróxido de calcio y agua, siguen poniéndose en práctica hoy en día en laboratorios de química. Block se dedicó a detectar el CO2 de fuentes naturales y artificiales, incluyendo la quema de carbón y aceite, y concluyó que el gas detectado en el aire por Van Helmont podía producirse quemando carbón. Aún era pronto para concluir que la quema de carbón resultaba en la acumulación de CO2 en la atmósfera, pero la primera piedra de esa teoría quedaba puesta. 

- Cinco o seis años después de los descubrimientos de Black en Edimburgo comenzó la Revolución industrial y, con ella, la quema masiva de carbón. Es una pena, digámoslo con triste ironía, que ni Van Helmont ni Black pudiesen ver cómo el CO2 del aire, que en sus tiempos estaba en una concentración de 280 ppm, pasaba a incrementarse de modo significativo con el consumo de combustibles fósiles y que ahora, haya superado las 400 ppm.

El calentamiento global y la ciencia

- La ciencia del calentamiento global propiamente dicha nació en el siglo XVIII y se debió al interés de los científicos por la energía que produce calor y por el comienzo del estudio de la termodinámica.

- Calor y termodinámica, en boga en aquella época, cambiarían la física para siempre. Fue por aquel entonces cuando los estudios y ecuaciones preliminares de Joseph Fourier, científico francés interesado por la transferencia de calor entre los objetos, lo llevaron a preguntarse cuáles eran los factores que influían en la temperatura de la Tierra. Era una pregunta demasiado grande para el siglo; enorme para un científico solo. Pero Fourier partió de principios y argumentos simples, tan sencillos como pudo encontrar, para avanzar hacia lo complejo. Se preguntó por qué la temperatura terrestre no podía justificarse solo por la llegada de energía del Sol. Pensaba así porque cuando calculó la energía que nos llegaba del Sol y la comparó con la temperatura que tendría la Tierra si esa energía se reflejara por completo al exterior, es decir, se devolviera al espacio, la temperatura de la Tierra debería ser de menos dieciséis grados Celsius. Es decir, que la Tierra debería estar cubierta de hielo por completo. Seríamos un planeta blanco. Viviríamos en una Edad de Hielo constante. Y, sin embargo, no era así. 

- Somos un planeta azul donde la tierra alterna con océanos de agua líquida. La Tierra, como calculó Fourier, tiene una temperatura de 15 grados Celsius. Así que existía una diferencia de unos treinta grados sobre sus predicciones matemáticas y la realidad. Treinta grados, todos estaremos de acuerdo, son muchos grados. Por lo tanto, tenía que existir otro factor, por el momento desconocido, que era responsable de mantener la Tierra caliente, alejada de los cero grados.

- Este factor en teoría actuaría como una manta que envolvía el planeta e impediría que la energía que llegaba del Sol se disipase de vuelta al espacio. Algo allá arriba en la atmósfera abrigaba nuestro planeta previniendo que toda la energía que llegaba se reflejara hacia el exterior. No tenía muchos datos del fenómeno ni una explicación clara de por qué ocurría, pero Fourier decidió publicar un informe en 1824. 

- En ese artículo científico se formulaba por primera vez la hipótesis del efecto invernadero. La Tierra era corno un jardín cubierto de cristal. Una caja de cristal deja pasar la luz y el calor que provienen del Sol, pero el calor se queda atrapado dentro, con lo que aumenta la temperatura del interior. 

- Treinta años más tarde una científica, Eunice Newton Foote, basándose en experimentos con gases, formuló por primera vez la hipótesis de que una atmósfera de CO2 elevaría la temperatura de la Tierra. En la década de 1850, Eunice era pionera en dos campos: una activa feminista y una científica no profesional; las mujeres no podían ocupar puestos de profesoras en las universidades. 

- Newton identificó los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta que componen la luz al descomponerse a su paso por un prisma (o una gota de agua y forman el arcoíris). Como estos colores no pueden verse normalmente, Newton los llamó «espectro» o «fantasma». Y la palabra «espectro », aunque pocos saben su significado original, se ha mantenido desde entonces hasta nuestros días. 

- En el campo de la ciencia, Eunice era ya una inventora con varias patentes a su nombre cuando hizo su descubrimiento sobre los gases de efecto invernadero. Su artículo científico, como ha pasado tantas veces con las contribuciones de las mujeres en la historia de la ciencia, pasó inadvertido y se desvaneció en la oscuridad del tiempo.

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