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MEDIO AMBIENTE: RESIDUOS PLÁSTICOS Y PESTICIDAS EN ESPAÑA



Un estudio reciente que revela la contaminación masiva de las aguas españolas con sustancias tóxicas, como residuos de la industria petroquímica y pesticidas de la agricultura, señala el vacío existente en la legislación tanto española como europea. Se requieren acciones urgentes, como por ejemplo prohibir el glifosato en la Unión Europea.

Cuestión europea de plaguicidas

España no es el único país de la Unión Europea que sufre el colapso de la biodiversidad debido a la contaminación por pesticidas de las prácticas agrícolas intensivas. La contaminación del agua es un problema generalizado en Europa, con menos del 40% de las aguas en buen estado químico. Algunos países europeos como Alemania, Grecia y Francia ya prohibieron el uso de glifosato. Sin embargo, se necesita una legislación importante de la UE.

Uso sostenible de plaguicidas

La Comisión Europea tiene como objetivo actualizar la Directiva sobre uso sostenible de plaguicidas para alinearse con los objetivos del Pacto Verde Europeo y garantizar una mejor implementación por parte de los Estados miembros. El nuevo marco de la Directiva aboga por la eliminación del 100% de los pesticidas tóxicos para 2030, prohibiendo los pesticidas sintéticos en espacios públicos y para uso privado, y el Manejo Integrado de Plagas (MIP) de alto nivel para ser obligatorio para recibir subsidios en la agricultura.

Eva Corral, Oficial Superior de Políticas sobre Pesticidas y Contaminación del Agua en EEB, declaró: “Ya es hora de poner a los ciudadanos y al medio ambiente en primer lugar, en España y en toda Europa; esto significa una transición hacia la agroecología y la prevención de la contaminación por pesticidas en la fuente.”

Recién prohibidos por ley

El 22 de septiembre de 2021, el periódico El País informó que el Ministerio para la Transición Ecológica de España está redactando un decreto que prohibirá a los tenderos vender productos que pesen menos de 1,5 kg en envases de plástico para 2023. La lista exacta de qué productos deben cumplir con la nueva ordenanza será elaborada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Además de eliminar el plástico de la venta de frutas y verduras, el Ministerio también quiere reducir en un 50% la venta de bebidas en botellas de plástico para 2030 mediante la instalación de bebederos y el desarrollo de sistemas de reutilización.

El decreto español se basa en gran medida en una legislación aprobada por Francia como parte de la prohibición de plásticos de un solo uso del país (informó FPF ). Tanto la prohibición española como la francesa hacen excepciones para los alimentos “en riesgo de deteriorarse cuando se venden sueltos”. La prohibición de Francia entrará en vigor a partir de enero de 2022. El decreto de España aún está en desarrollo, pero El País no informa si se verán afectados otros aspectos de los envases de plástico de un solo uso en las tiendas de alimentación. Las pegatinas de producción, por ejemplo, están incluidas en la prohibición francesa a menos que estén hechas de papel u otro material compostable.

Investigaciones recientes han encontrado que los ftalatos pueden migrar a la fruta desde las etiquetas y cintas aplicadas a su piel. Algunas tiendas han comenzado a marcar con láser los productos como una forma de eliminar el empaque adicional. En una encuesta de la Comisión Europea de 2020, los ciudadanos españoles informaron algunos de los niveles más altos de preocupación con respecto al impacto de los productos químicos en la salud humana y el medio ambiente.

EXISTEN MÁS DE 3.000 SUSTANCIAS OUÍMICAS RELACIONADAS CON LOS PLÁSTICOS Y MÁS DE 60 SON CONSIDERADAS DE ALTO RIESGO PARA LA SALUD:

La nueva Ley de residuos española aprobada elimina pajitas, cucharas y platos de plástico de un solo uso. En esta ley también se prevé poner en marcha los SDDR (sistemas de depósito, devolución y retorno de envases plásticos) y la obligación de dedicar al menos el 20% de la su superficie de los su supermercados a la venta de productos sin embalaje.

Una de las medidas aprobadas que más debates suscitó durante la tramitación de la Ley fue la prohibición del uso de algunas sustancias peligrosas en envases de alimentos. En diciembre de 2021, el Congreso aprobó la enmienda que prohibía el uso de ftalatos y bisfenol A (BPA) en envases. Posteriormente, el Senado anuló esta prohibición. Y ya de vuelta al Congreso, se consiguió recuperar la enmienda inicial. 

¿Por qué tantos vaivenes? ¿Qué son estos compuestos? ¿Por qué distintas entidades sociales y científicas han apoyado la prohibición de su uso en los envases?

El bisfenol A y Los fatalatos 

El BPA y los ftalatos son sustancias químicas de alto volumen de producción que se utilizan desde hace varias décadas para fabricar plásticos. El BPA proporciona robustez a los plásticos, y se usa principalmente para fabricar policarbonato y resinas epoxi. Los ftalatos, por su parte, proporcionan flexibilidad, y se usan para fabricar cloruro de polivinilo (PVC). 

Esas siglas -BPA y PVC- nos suenan a todos porque con ellos se fabrican botellas reutilizables, vajillas y recipientes de almacenamiento, como algunos tápers o fiambreras. Además de que están presentes en recubrimientos protectores y láminas para latas de bebidas y alimentos.

Los disruptores endocrinos 

El peligro reside en que tanto el BPA como los ftalatos pueden migrar en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas almacenados en los materiales plásticos que los contienen. Eso hace que todos estemos expuestos a estos compuestos de forma continuada. Y aunque esta exposición no provoca efectos adversos inmediatos, sí que produce una toxicidad crónica. Incluso concentraciones pequeñísimas (del orden de partes por billón) pueden provocar daños a largo plazo. ¿Qué tipo de daños exactamente? Tanto el BPA como los ftalatos son disruptores endocrinos, lo que quiere decir que alteran nuestras funciones hormonales. Existen evidencias científicas de que el BPA puede afectar al desarrollo neurológico en los niños, reducir la fertilidad, y desencadenar diabetes y obesidad. También se asocia con el cáncer de próstata.

En cuanto a los ftalatos, algunos están vinculados a resultados reproductivos y metabólicos adversos. Y también existen estudios que los relacionan con un mayor riesgo de problemas de aprendizaje, atención y comportamiento, sobre todo en los niños. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha establecido niveles de ingesta diaria tolerable (TDI) para estos compuestos. Se trata de una estimación de la cantidad de una sustancia que se puede ingerir diariamente durante toda la vida sin un riesgo apreciable.

En su evaluación de riesgos de 2015, la EFSA estableció una TDI para el BPA de 4 microgramos por kilogramo de peso corporal y por día. Pero, recientemente, en diciembre de 2021, el Panel de Expertos de la EFSA redujo esta TDI en 100 000 veces, hasta 0,04 nanogramos por kilogramo de peso corporal y por día. Esta reducción es consecuencia de los nuevos estudios científicos que han surgido desde 2013, y particularmente aquellos que indican efectos adversos del BPA en el sistema inmunitario. 

El problema es que si comparamos la exposición media estimada al BPA a través de la dieta con los nuevos valores de TDI, el nuevo valor máximo aconsejado se supera con creces. Por eso es tan necesario reducir los niveles de exposición actual a este compuesto. Y para lograrlo, se requieren medidas más restrictivas como las que recoge la nueva Ley de Residuos. 

No es la primera vez que el BPA cobra protagonismo. En 2011 la Unión Europea ya prohibió el uso del BPA en los biberones y en juguetes infantiles. Y en 2018 se prohibió su uso en cualquier envase alimentario para niños de 0 a 3 años. Si bien es cierto que la prohibición en cualquier tipo de envases no existe a nivel de la Unión Europea, otros países como Francia ya prohibieron en el 2014 su uso en todos los usos alimentarios.

La nueva Ley de Residuos supone un importante avance en la eliminación de compuestos tóxicos para mejorar la salud humana. Sin embargo, no hay que olvidar que el BPA y los ftalatos no son los únicos disruptores endocrinos presentes en los materiales de uso cotidiano. Existen más de 3.000 sustancias químicas diferentes asociadas a los materiales plásticos. Entre ellas hay más de 60 que han sido catalogadas como sustancias de alto riesgo para la salud y requerirían medidas similares. 

Por otro lado, será necesario controlar también las alternativas químicas que surgen en sustitución de los compuestos ahora prohibidos. Por ejemplo, el Bisfenol S (BFS) o el Bisfenol F (BPF) aparecen como alternativas al BPA. Se trata de productos químicos de estructura y propiedades muy similares y, con un impacto medioambiental y en la salud humana similar al de su antecesor.

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