Se trata de un hongo (Inonotus obliquus) parásito de los árboles, en especial del abedul blanco.
Su uso medicinal es tradicional en la cultura rusa y del Este de Europa. Se forma de manera irregular y tiene la apariencia de carbón quemado. El cuerpo fértil usualmente aparece después de que el árbol huésped está muerto del todo.
Normalmente crece en los bosques de abedul de Rusia, Este y Norte de Europa y Norteamérica, y en Corea.
Se sabe que contiene componentes activos antioxidantes, antitumorales y antivirales; y por descontado, ayuda a fortalecer el sistema inmunitario en general.
Se sabe, por ejemplo, que produce efectos extraordinarios en caso de cánceres de seno, de hígado, gástricos y de útero, pero lamentablemente crece sólo en hábitats muy fríos y muy lentamente.
Las propiedades biológicas de preparaciones crudas de estos polisacáridos betaglucanos se vienen estudiando desde hace más de 50 años. Junto a su actividad anti tumoral, ayudan a prevenir un amplio rango de infecciones y enfermedades.
Estimulan el organismo a producir células NK (natural killer) para combatir infecciones y el desarrollo de tumores, sin mostrar toxicidad directa en contra de los patógenos. Algunos herbalistas y fitoterapeutas aseguran que se trata del hongo medicinal anticancerígeno más potente que se conoce, si bien para uso medicinal es necesario un proceso de extracción.
Betulina y ácido betulínico.
Son compuestos que se encuentran naturalmente en el hongo chaga y los abedules y se están estudiando para uso en quimioterapia, pero así como la betulina encontrada en el abedul blanco es indigerible por los humanos, el hongo chaga la convierte en una forma que puede ser digerida oralmente.
Además es capaz de reducir el colesterol nocivo LDL y la obesidad en general, mejora la resistencia a la insulina y es un excelente antiinflamatorio.
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