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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

EN LA VIDA DEL BEBÉ: BAÑOS DE SOL, AGUA, TIERRA Y AIRE



La salud del niño no solo se obtiene a través del alimento que penetra por vía digestiva. El organismo en formación requiere también otra serie de elementos que influyan decisivamente sobre su salud y correcto desarrollo: el contacto con el sol, el agua, el aire y la tierra.

Baños de sol 

De todos es sabido que a través del contacto con los rayos solares es posible transformar la provitamina D, que se encuentra en la piel, en vitamina D, asimilable en el interior de nuestro organismo. Sin el sol no sería posible esa transformación. 

El astro rey produce también otros efectos en nuestro cuerpo: aumenta el riego sanguíneo y los glóbulos rojos, incrementa las defensas y ayuda a eliminar residuos tóxicos por la piel a través de la sudación. La privación del contacto periódico con el sol podría desencadenar trastornos graves: raquitismo, caries dental, disminución de la defensas contra enfermedades, etc. 

Los baños de sol se efectuarán, desde los primeros días de nacimiento del bebé, de la siguiente forma: 

Si es verano o hace mucho calor, se escogerán horas de menor luminosidad, por ejemplo las 11 mañana y las 6,30 de la tarde. En los meses de frío, por el contrario, se escogerán horas de mayor luminosidad, de 12 a 2 de la tarde. El niño permanecerá a resguardo del viento y de corientes de aire.

Los baños de sol se deben tomar a cuerpo desnudo, exceptuando una cobertura en la cabeza con pañuelo, sombrilla o similar. El cristal solo deja pasar un 10% de los rayos ultravioletas, por lo que aconsejamos que estos baños no se realicen detrás de las ventanas. El niño no acostumbrado a los baños de sol los iniciará de una forma lenta y progresiva. 

— Hasta las 2 semanas: 30 segundos de vientre y 30 segundos de espaldas. 

— De las 2 semanas al primer mes: 2 minutos por cada lado. 

— En el tercer mes: 3 ó 4 minutos por cada lado. 

— A partir del 4º mes: Se aumentará un minuto cada 15 días, hasta un máximo de una hora diaria. 

Estos porcentajes varían dependiendo de la mayor o menor insolación. Al final de todo baño de sol hay que refrescar el cuerpo y especialmente la cabeza con fricciones o chorros de agua fría.

El contacto con el aire y la tierra 

La vida en la ciudad hace necesario salir periódicamente al campo —monte o playa— a respirar aire puro, tan falto en nuestro medio ambiente ciudadano. Este contacto tan vital renueva nuestras energías y las equilibra. El exceso de abrigo en el bebé impide la agilidad de sus movimientos y el mayor contacto con el aire. 

El empleo de gorro es también desaconsejable, pues el cabello (gorro natural) es tambien un excelente captador de energía, y el que esté cerca de nuestro cerebro no es solo por una cuestión fisiológica. 

Hay que dejar también que los niños jueguen con la arena, la tierra o el barro, aunque sea preciso llevar dos mudas de ropa. La salud física, emocional y mental de su hijo se verá beneficiada.

Baños de agua a temperatura natural 

Al bebé se le debe ir acostumbrando al agua a temperatura natural desde los primeros días de vida por los numerosos beneficiosos que esto le aporta: 

— Fortalece y endurece los músculos. 

— La circulación se ve beneficiada por acción de la contracción de venas y capilares en las zonas mojadas. 

— Evita enfriamientos y refuerza el organismo ante las enfermedades. 

Al contrario de lo que se cree, el agua sin calentar no produce enfriamientos (siempre que no se permanezca más de 10 minutos, se esté entre corrientes de aire, o se tome el baño con el cuerpo frío previamente). 

El agua está, por lo general, a menor temperatura que el ambiente; después del secado el cuerpo reacciona produciendo el calor necesario, y como la temperatura ambiental siempre será más elevada que la de nuestro cuerpo no se producirá enfriamiento de la piel. Así pues, se puede permanecer desnudo y seco después de una ducha de agua natural sin sentir el menor frío.

No ocurre lo mismo cuando nos duchamos con agua templada o caliente. El cuerpo sale del baño con exceso de temperatura y al tomar contacto con el ambiente, que siempre suele estar a una temperatura más baja, se siente frío, pudiéndose producir en este caso un enfriamiento. 

Otros de los efectos del agua natural son: 

Equilibrar y descargar el sistema nervioso, lo relaja, tonifica y hace desaparecer estados de ansiedad, depresión, nerviosismo, apatía o estados emocionales negativos, ya que actúa directamente sobre el llamado cuerpo emocional, equilibrándolo. El agua caliente, por el contrario, debilita el organismo y distiende los músculos. Aunque el agua caliente sea más placentera, al contrario que el agua natural que es más incómoda, vale la pena tener fuerza de voluntad para ducharse con ella. 

Son por tanto muchas las ventajas y beneficios del empleo de agua natural y prácticamente nulas las contraindicaciones. Citemos entre ellas las situaciones en que el cuerpo haya estado sometido a temperaturas muy bajas en cuyo caso habría que calentarlo previamente o bien renunciar a este tipo de baños.

CÓMO Y CUÁNDO REALIZARLOS 

Pasados 15 días después del nacimiento y después de su baño de agua templada a 37 °C, se le dará al niño una fricción con la esponja por todo su cuerpo con agua a temperatura natural (no templada), que durará un minuto aproximadamente. después se le seca y viste. Es a los 20 días de practicar la fricción con esponja cuando se procederá al baño natural completo:

1) Antes de mojar al bebé se le enjabona con una esponja enjabonada y mojada con agua fría

2) Se limpia y aclara bien la esponja bajo el grifo. 

3) Se coge al bebé apoyándolo en nuestro brazo derecho sin introducirlo en el agua. Con la esponja en la mano izquierda se le va retirando el jabón de todas las partes del cuerpo mientras se le echa agua en la bañera. La operación se repite con la parte delantera de su cuerpo. La cabeza se lava con jabón líquido una vez por semana y con agua templada, terminando con una fricción con la esponja empapada en agua natural. 

El agua se empleará tal como sale del grifo o fuente, sin mezclarla con agua caliente o templada, pues de esta forma se perderían la mayor parte de sus maravillosos efectos.

Recomendaciones 

No debe sumergirse al niño en el agua (sobre todo en los meses fríos) para evitarse una impresión negativa. Cuando el niño ya se mantenga en pie se utilizará la ducha, más cómoda para él y los padres. 

No hay que dejarlo mojado después del baño. 

Se le duchará todos los días, pero evitando corrientes y calefacción en el cuarto de baño. Lo aconsejable es utilizar temperatura de 18 a 20 °C. 

Después del baño se le abrigará suficientemente, aunque sin excederse, según la estación y el clima. 

Si puede darse ejemplo al niño debe hacerse, pues es entonces cuando se vivirán mutuamente los múltiples beneficios del baño natural.



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