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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

BEBIDAS HIDRATANTES, REFRESCOS Y GASEOSAS


Utilizados desde la antigüedad, la frontera entre estos dos grupos de bebidas ha sido muchas veces difusa. El agua de regaliz fue ya utilizada como bebida refrescante por los antiguos egipcios, y las diferentes culturas han dejado también su legado en el tipo de zumo o refresco consumido.

Así, por ejemplo, el zumo diluido de chufa fue usado como bebida medicinal por los antiguos árabes e introducido en el Mediterráneo en el siglo VIII. Hoy todos conocemos la horchata. Mucho después, los madrileños del siglo XIX bebían, entre otras cosas, agua de cebada, mientras que al otro lado del Atlántico se gestaba la primera fórmula de la Cocacola (Pemberton, 1886), que auspiciaba ya la era industrial de las bebidas.

En la actualidad, la producción industrial a gran escala, el predominio de las empresas transnacionales y la publicidad han conseguido no sólo que estas bebidas sean una parte importante del líquido ingerido en nuestros días, sino, especialmente los refrescos, un verdadero símbolo de la época.

Consumo de bebidas refrescantes

Los refrescos forman hoy un conjunto de productos numeroso cuyo consumo ha experimentado en el mundo un fuerte crecimiento a lo largo de todo el siglo XX y lo que ya ha pasado del XXI. Por otra parte, desde el concepto original de “bebida no alcohólica fría o atemperada que se toma para calmar la sed”, los refrescos han experimentado notables transformaciones en su composición y presentación, constituyendo hoy un grupo diverso.

En los países desarrollados existe en la actualidad una fuerte tendencia a la utilización de otras bebidas para calmar la sed, en lugar del agua de abastecimiento común. Los países con economías menos privilegiadas, influenciados por el turismo e imitando a los más ricos en la medida de sus posibilidades, han introducido también estas bebidas industriales, si bien muchas veces no están al alcance del uso común. Las estimaciones para el futuro inmediato se aproximan a una cifra de 36.500 millones de litros de refrescos producidos para 2008. Los españoles, en el año 2005, habían consumido 65 litros per cápita de las bebidas del grupo denominado “bebidas refrescantes y gaseosas”, grupo en el cual los refrescos tienen un peso del 88%.

En la evolución del consumo de los españoles, en el período 2000/2005, se observa un incremento de la compra que es sólo muy moderado, del 0,6%. Las bebidas a base de cola están en primer lugar en el consumo español, seguidas por los refrescos de naranja y por los de limón, en segundo y tercer lugar, y por las llamadas tónicas, que ocupan la cuarta posición. Aunque el consumo más elevado sigue dándose en estos “refrescos clásicos”, el mayor crecimiento del consumo se está produciendo en productos menos habituales, como las bebidas sin gas y sin azúcares, en las denominadas bebidas energéticas, y también en las bebidas para deportistas. Así, la reducción o eliminación del contenido de azúcar parece ser una de las tendencias, pero coexistiendo con la gama de refrescos tradicionales azucarados y con las bebidas “energéticas” que también la contienen.

El dulzor ha sido siempre uno de los motivos importantes del gusto por los refrescos, pero la creciente utilización de combinaciones de edulcorantes sintéticos acalóricos, con sabores cada vez más similares a la sacarosa, ha facilitado el crecimiento de la venta de los productos sin azúcar.

Composición general de las bebidas refrescantes

La reglamentación de estas bebidas utiliza el concepto “bebidas refrescantes” y las define como “bebidas preparadas con agua potable y los ingredientes y demás productos autorizados por la reglamentación, adicionadas o no con anhídrido carbónico”. La definición deja una amplia variedad de bebidas que incluyen, además de lo que habitualmente entendemos por refrescos, también productos como las aguas carbonatadas (agua de seltz y soda), las gaseosas y las aguas aromatizadas.

Las aguas carbonatadas están compuestas por agua y anhídrido carbónico (seltz), o incluyendo bicarbonato sódico además del carbónico (soda). Las aguas aromatizadas pueden contener o no anhídrido carbónico, e incluyen además sustancias aromáticas y cloruro sódico hasta un máximo de 1 gr por litro. Si hablamos de las llamadas “gaseosas”, estas bebidas son dulces, pues junto al dióxido de carbono y las sustancias aromáticas incluyen azúcar o edulcorantes sintéticos. 

Pero realmente las bebidas que normalmente llamamos refrescos están incluidas por la normativa en una u otra de las siguientes clases: bebidas refrescantes de extractos, bebidas refrescantes de zumos de frutas y bebidas refrescantes aromatizadas. 

Las “bebidas refrescantes de extractos” son productos en los cuales el dióxido de carbono puede estar o no presente, pero además contienen extractos vegetales y sustancias aromáticas naturales, aparte del azúcar y los aditivos autorizados. Las bebidas de cola corrientes pertenecen a esta categoría. 

En las “bebidas refrescantes de zumos de frutas” el dióxido de carbono es opcional, contienen también azúcar y sustancias aromáticas naturales, pero además tienen una parte de zumo de frutas, en un porcentaje que es de bajo a moderado, y que varía según la fruta, oscilando del 4 al 12%. Los refrescos de limón o naranja de las marcas más habituales se incluyen en esta categoría. Por ejemplo, uno de los refrescos de limón más común en nuestro país contiene un 6% de zumo de limón. Dado la baja proporción de zumo de fruta, es necesario no confundir estos refrescos con los zumos de frutas.

Respecto a las llamadas “bebidas refrescantes aromatizadas”, pueden contener o no dióxido de carbono, e incluyen azúcar o edulcorantes artificiales, sustancias aromáticas, y pueden tener zumo de frutas y derivados lácteos añadidos. Uno de los refrescos más famosos con sabor a té está etiquetado como perteneciente a esta clase de bebidas. Podemos pues comprobar que el mundo de estas bebidas es diverso aunque similar. 

La normativa incluye además otras categorías como las bebidas a base de disgregados de frutas, las refrescantes mixtas obtenidas por la mezcla de bebidas correspondientes a las categorías anteriores, las bebidas para diluir y los productos sólidos o en polvo para la preparación de bebidas refrescantes. 

Azúcar en los refrescos y aporte calórico 

Sacarosa, glucosa y fructosa son los principales azúcares presentes en estas bebidas. La proporción de cada uno de ellos varía según la marca y la clase de refresco. Los refrescos corrientes, “no light”, contienen una cantidad apreciable de azúcar que suele oscilar entre el 10 y el 12 % de azúcar total. Así, la lata de 330 ml contiene el equivalente a tres sobrecitos de azúcar. La presencia de dióxido de carbono y la temperatura de servicio, fría, disminuyen la intensidad de la sensación de dulzor. Por lo tanto, los refrescos comunes azucarados tiene un valor energético que es necesario tener en cuenta. 

Los refrescos de cola de mayor venta en el mercado aportan 42 y 44 kcal por cada 100 ml, respectivamente, y, por lo tanto, el consumo de un bote equivale a unas 142 kcal. Para un consumo discontinuo y moderado en cantidad dicha cifra calórica no tiene por qué ser preocupante, si no hay problemas de sobrepeso, pero también son relativamente comunes los consumidores habituales que, especialmente en verano, ingieren el equivalente a varios botes al día. El recuento es simple, más de 400 kcal proporcionará la excesiva ingestión de tres botes de refresco normal de cola (un litro). 

El agua en la alimentación

 Las cantidades de azúcar en otros tipos de refrescos no “light” son parecidas, por ejemplo, las marcas principales de refrescos de naranja o limón contienen entre 45 y 48 kcal por cada 100 ml. Es interesante aclarar también algunos datos respecto al contenido en azúcar y el aporte calórico de otras bebidas refrescantes. Por ejemplo, las bebidas que se venden con la denominación publicitaria de “energéticas” contienen azúcar y aportan calorías en una medida muy parecida a la de los refrescos anteriores. Esto quiere decir que en un sentido nutricionalmente correcto (el valor calórico) no son más energéticas que un vulgar refresco. A mi juicio, dicha publicidad ha elegido el término “energético” para evitar el uso del vocablo “estimulante”, dado que este último tiene posibles interpretaciones negativas, a pesar de ajustarse mejor a las propiedades de algunos de los componentes de estas bebidas. 

Las “tónicas” son también bebidas refrescantes de amplio consumo. El aporte energético medio de las tónicas oscila entre las 350 y las 400 kcal por litro, parecido a los de los refrescos antes citados. Muchos consumidores creen que la tónica es menos calórica que otros refrescos, pero probablemente esto se deba al sabor amargo producido por la quinina y al hecho de que la bebida es incolora como el agua. 

Hablando de contenido azucarado y de calorías no podemos dejar sin mención a aquellos consumidores que prefieren las bebidas exentas de azúcar y de bajo aporte energético: los llamados refrescos aligerados o más comunmente “light”. En estos productos la reducción calórica es real y además contundente. Las principales colas light en el mercado presentan un aporte calórico medio de 0,20 kcal por cada 100 ml y en las restantes bebidas refrescantes light el contenido energético es de 0,20 a 0,80 kcal por 100 ml. Queda claro pues que el consumidor que ingiere estas bebidas para disminuir la ingestión de calorías obtiene lo que buscaba. La sustitución de los azúcares del refresco normal por edulcorantes sintéticos acalóricos es la causa de esta reducción del aporte de energía. Esta disminución del contenido de azúcar es muy grande pues oscila entre el 85 y el 100% menos que el refresco normal de referencia. 

Como tanto los profesionales sanitarios como los consumidores se interesan también sobre los posibles efectos de estos edulcorantes sintéticos, pronto volveremos sobre ellos.



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