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FRUTAS DEL BOSQUE: DESCRIPCIÓN Y PROPIEDADES


Zarzamoras

Al igual que las frambuesas, las zarzamoras son miembros de la familia de las rosas y crecen en arbustos espinosos. En la antigua Grecia eran apreciadas por sus propiedades medicinales; son ricas en fibra, betacaroteno y vitaminas C y E. Con ellas se puede preparar muy ricas bebidas, ya que esta fruta contiene ingredientes para luchar contra los radicales libres que provocan envejecimiento. 

Las zarzamoras están en su punto álgido a finales de agosto y durante septiembre. 

No es recomendable recolectarlas después de septiembre, ya que habrán perdido su sabor y se habrán tornado ácidas. Una leyenda popular refuerza este hecho alegando que el diablo las infecta después de septiembre y las convierte en una fruta horrible. No se conservan demasiado tiempo pero, al igual que las frambuesas, podernos congelarlas colocándolas en una fila sobre un papel de cocinar y luego almacenarlas en bolsas para usarlas más tarde. 

Datos de interés Destacan por: 

Calcio, para preservar la dentadura y los huesos. 

Calorías: 30 kilocalorías/100 g. 

Cantidad para elaborar 100 cl: 200 g. 

Preparación: lavar con cuidado y usar de inmediato.

Grosellas 

Las grosellas son ricas en líquido. Son unas frutas ácidas que permiten preparar bebidas de sabor intenso, ricas en vitamina C y exquisitas mezcladas con zumo de manzana. 

Hasta el siglo XVI no empezaron a valorarse corno una fruta muy saludable, pero desde entonces se han usado para tratar resfriados e infecciones de la garganta. Los pigmentos en la piel contienen cualidades antibacterianas y antiinflamatorias, por lo que los remedios caseros se ven de nuevo reforzados por los hechos científicos. 

Las grosellas permanecen frescas si las guardamos en la nevera durante varios días, y también se pueden congelar. 

Necesitan una preparación mínima: simplemente quitarles el rabito, lavarlas y preparar bebidas. 

Datos de interés: 

Destacan por: vitamina C y hierro, que actúan como antioxidantes para proteger contra las enfermedades degenerativas. 

Calorías: 28 kilocalorías/100 g. 

Cantidad para elaborar 100 el: 150 g. 

Preparación: separar el rabo de las grosellas y lavarlas.

Arándanos rojos

Recientemente los arándanos rojos han adquirido reputación por ser el mejor tratamiento para infecciones urinarias como por ejemplo la cistitis, pero cuentan con una larga historia como frutas con propiedades protectoras. 

Los arándanos tienen la piel cerosa, y se conservan frescos durante mucho tiempo. Durante los siglos XVII y XVIII, los navegantes los almacenaban en grandes cantidades a bordo de los barcos para poder consumirlos durante las travesías con el fin de protegerse contra el escorbuto. 

Crecen silvestres tanto en el norte de Europa como en Norteamérica, pero los misioneros descubrieron que las variedades americanas eran más grandes y tenían más zumo que las europeas, y las convirtieron en una parte fundamental de su dieta. 

Contienen un cóctel potencial de vitaminas C y D, junto con potasio y caroteno. El zumo de los arándanos rojos ayuda a prevenir la bacteria E. coli que reside en el intestino, por ello es ideal para tratar infecciones urinarias.

Debemos elegir los arándanos gordos y de un rojo intenso. Los arándanos frescos se conservarán durante varias semanas en la nevera. Con ellos se elabora una bebida de un sabor intenso que combina muy bien con los zumos de naranja o de manzana. 

Datos de interés:
 
Destacan por: indina, que actúa corno depurativo. 

Calorías: 15 kilocalorías/100 g. 

Cantidad para elaborar 100 cl: 200 g. 

Preparación: lavar.

Frambuesas

Su intenso color rojo queda reflejado en su sabor y aroma. Cosechadas desde la Edad Media, también pueden crecer silvestres en ambientes frescos y húmedos, como en el norte de Europa, Alaska y Asia. 

Todas los frutas del bosque contienen ácido elágico fitonutriente, un poderoso antioxidante que ha demostrado tener propiedades anticancerígenas. Las frambuesas son también ricas en magnesio, y ayudan a regular el ciclo menstrual y a aliviar los síntomas del síndrome premenstrual. Además, parece ser que el té a partir de hojas de frambuesa facilita el parto. 

Las frambuesas se congelan bien (a diferencia de las fresas). Si se guardan formando una fila simple sobre un papel de cocinar y se almacenan en bolsas. Vale la pena recogerlas durante el verano para saborearlas en invierno. No es necesario descongelarlas antes de elaborar la bebida. 

Datos de interés: 

Destacan por: zinc, vital para muchos procesos regenerativos del cuerpo y para mantener el equilibrio ácido/alcalino en el cuerpo. 

Calorías: 25 kilocalorías/100 g. 

Cantidad para elaborar 100 cl: 200 g. 

Preparación: limpiar con un paño húmedo si están sucias, o lavar cuidadosamente antes de quitarles el rabito y las hojas. No hay que lavarlas una vez se les ha quitado el rabito y las hojas, ya que se ,empapan con el agua.

Fresas

«Sin duda Dios podría haber hecho una fruta del bosque mejor, pero sin duda no la hizo», escribió un escritor anónimo en el siglo XVI. Por su color —parecen joyas— y su delicioso sabor, las fresas siempre ocupan un puesto privilegiado entre las frutas favoritas en el mundo entero. Su corta temporada las hace especialmente amargas cuando ya están pasadas, por lo que son siempre un postre muy especial. 

Hoy día se cosechan en grandes cantidades, así que están disponibles incluso fuera de temporada. No obstante, las fresas que han sido transportadas en contenedores especiales para mantenerlas frías carecen del sabor de las fresas recolectadas cerca de casa.

El zumo de la fresa es de un vívido color rosa, contiene muchas vitaminas B y C y es rico en potasio y en magnesio. Es un depurativo excelente, y ayuda a restablecer el equilibrio de los minerales en el cuerpo. De hecho, su delicioso sabor ya es una razón de suficiente peso como para animarnos y aportarnos energía extra. 

Datos de interés:

Destacan por: vitamina C. 

Calorías: 30 kilocalorías/100 g. 

Cantidad para elaborar 100 cl: 200 g. 

Preparación: limpiar con un paño húmedo si están sucias, o lavar cuidadosamente antes de quitarles el rabito y las hojas. No hay que lavarlas una vez se les ha quitado el rabito y las hojas, ya que se empapan con el agua.


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