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¿QUE ES LA DIABETES? SUS DIVERSOS TIPOS Y SÍNTOMAS


La diabetes se produce cuando el el páncreas no produce suficiente insulina o bien a que las células del organismo no son capaces de utilizarla de manera adecuada. Como consecuencia, la glucosa (azúcar) que normalmente consumimos y producimos en nuestro cuerpo no se puede almacenar o transformar adecuadamente en fuente principal de energía, lo cual explica una parte de los síntomas. 

Cuando la glucosa permanece en la circulación sanguínea sin poder ser utilizada sus niveles se elevan y se establece el diagnóstico de diabetes. 

Hace más de 2000 años se describió por primera vez la diabetes mellitus. La primera de estas dos palabras quiere decir “sifón”, y se refiere al exceso de orina que se elimina cuando la diabetes no está controlada. En cuanto al segundo término, proviene del latín y quiere decir “miel”, pues la orina tiene sabor dulce, debido a la cantidad de azúcar que se elimina en ella. 

¿Por qué se presenta esta enfermedad? 

Imaginemos lo que ocurre cuando comemos. Las proteínas de los alimentos se convierten en aminoácidos en la sangre, las grasas en ácidos grasos y los carbohidratos en glucosa, y es de esta forma que todo lo que se consume en la dieta viaja por el torrente sanguíneo para satisfacer las necesidades del cuerpo. La glucosa (azúcar), para utilizarse como la principal fuente de energía o para ser almacenada, requiere introducirse en las células del organismo, capaces de procesarla y de convertirla en una fuente de energía. 

Por otro lado, la insulina es una hormona que se produce en el páncreas, una glándula que se localiza anatómicamente detrás del estómago. Al comer, el páncreas libera insulina a la sangre, la cual cumple una función fundamental, pues se encarga “de abrir las puertas de las células”, para permitir que la glucosa entre y sea utilizada y transformada en energía; también favorece la mejor utilización y almacenamiento de las grasas y proteínas. 

El páncreas también desempeña otras funciones que no se ven afectadas por la diabetes, por ejemplo, la “producción” o “liberación” de jugos digestivos y enzimas que favorecen la adecuada absorción de los nutrimentos. En caso de no producirse insulina o si ésta no actúa en forma adecuada, la glucosa no podrá introducirse en las células, por lo que se elevan sus concentraciones en la sangre. Cuando las cifras de glucosa están muy elevadas también se eliminan grandes cantidades de glucosa por la orina, lo que explica muchos de los síntomas cuando la diabetes no está controlada. 

Diferentes tipos de diabetes 

Existen principalmente dos tipos de diabetes: la tipo 1 o insulinodependiente y la tipo 2 o no insulinodependiente, antes conocida como diabetes del adulto. 

La meta del tratamiento consiste en mantener el nivel de azúcar en la sangre dentro o cerca de los valores normales. Se estima que uno de cada 10 individuos en edad adulta en nuestro país tiene diabetes y es probable que una tercera parte de ellos ignoran que la tienen. 

La predisposición a desarrollarla se relaciona con factores genéticos (algo que se hereda y no podemos cambiar) y con causas ambientales. En el caso de la diabetes no dependiente de insulina los factores ambientales que la desencadenan incluyen principalmente exceso de peso y falta de ejercicio. Aún no han podido determinarse los factores determinantes de la diabetes tipo 1. 

Diabetes tipo 2 

La diabetes tipo 2 o del adulto es la más común en México (está presente en alrededor de 98% de los casos de la enfermedad) y ocurre generalmente en los adultos mayores de 40 años de edad, aunque cada vez es más frecuente observarla en personas más jóvenes. La mayoría de las personas con este tipo de diabetes tienen sobrepeso u obesidad y refieren antecedentes familiares de la enfermedad. 

En un inicio las personas producen insulina incluso en cantidades que parecerían normales, pero que resultan insuficientes por la resistencia a la insulina. Explicándolo de otra forma, sería como si las puertas de las células se encontraran trabadas o empastadas, motivo por el cual, para poder abrirse y dar lugar a la entrada de la glucosa, requieren una cantidad de insulina mucho mayor a la habitual. 

La resistencia a esta hormona es muy común en las personas con obesidad, aunque no todos los obesos desarrollan diabetes; esto se debe a que si el páncreas funciona muy bien se compensa esta resistencia, produciendo una mayor cantidad de insulina. En los individuos con predisposición genética a la enfermedad esto no ocurre. El páncreas es incapaz de producir tanta insulina, por lo que se elevan los niveles de glucosa en la sangre. Por eso, cuando una persona excedida de peso, a la cual se le acaba de diagnosticar diabetes, disminuye considerablemente su masa corporal, se normalizan sus cifras de azúcar en la sangre sin necesidad de tratamiento alguno. Es como si este padecimiento se “curara”, pero lo que en realidad ocurre es que la producción de insulina resulta ahora suficiente, ya que disminuyó la resistencia a la misma. Con el transcurso de los meses o los años, el páncreas pierde progresivamente su capacidad para producir insulina y nuevamente se elevan las cifras de glucosa en sangre. 

Diabetes tipo 1 

La diabetes tipo 1, antes llamada diabetes juvenil, se caracteriza porque el páncreas pierde su capacidad para producir insulina. Se eliminó el término “diabetes juvenil” al demostrarse que en algunos países, como EUA o los del norte de Europa, una de cada 10 personas que inician con diabetes después de los 40 años de edad padecen la de este tipo. 

En México esta afección se presenta en aproximadamente uno de cada 600 a 1000 niños o adolescentes, aunque puede presentarse en individuos mayores de 40 años, como ya se comentó. 

Resistencia a la insulina 

Aspectos generales de la diabetes 5 es una enfermedad autoinmunitaria; esto quiere decir que nuestros anticuerpos, los que normalmente se encargan de defendernos contra las infecciones, se confunden —por alguna razón que hasta ahora se desconoce— y atacan a las propias células del páncreas, que son las productoras de insulina. Finalmente acaban destruyéndolas. 

A partir del diagnóstico de este padecimiento se requiere el empleo de insulina para su tratamiento. En ese momento la reserva de células productoras de insulina generalmente no es mayor de 20%, por lo que al fin se agota en un lapso que no suele pasar de varios meses. Hoy en día se sabe que el proceso de destrucción de las células beta del páncreas puede comenzar varios años antes del diagnóstico de diabetes. Por eso también es tan difícil identificar cuál es o fue el factor ambiental (virus, alergeno u otro) desencadenante de la enfermedad. Se sabe que hay un factor de predisposición genética (heredado) para el desarrollo de esta afección, pero en la mayoría de los casos (nueve de cada 10 pacientes) no hay otros antecedentes de diabetes tipo 1 en la misma familia. 

Al momento de establecerse el diagnóstico e iniciarse el tratamiento apropiado, las cifras de glucosa en sangre tienden a normalizarse y las células beta del páncreas mejoran su función durante un lapso que va desde semanas hasta meses. A este periodo se le conoce como “luna de miel”, durante la cual los requerimientos de insulina resultan mínimos, por lo que producen la falsa impresión de que la diabetes se “puede curar”. Al terminar esta fase las necesidades de la hormona aumentan progresivamente y la capacidad de producción de ésta por parte del propio organismo se termina. 

Diabetes tipo 2 de inicio temprano 

Como se comentó, la diabetes tipo 1 afecta principalmente a niños y adolescentes y la diabetes tipo 2 a los adultos. En la actualidad, debido a los cambios en el estilo de vida, concretamente el mayor consumo de alimentos con alto contenido calórico y una vida más sedentaria, es cada vez más frecuente observar adolescentes y adultos jóvenes con diabetes tipo 2, en especial en países como México, donde existe una fuerte predisposición genética para la diabetes. 

Habitualmente la padecen quienes tienen un sobrepeso muy importante, así como una fuerte historia familiar de diabetes, incluso por ramas paterna y materna; en las mujeres con frecuencia se asocia con irregularidades en el ciclo menstrual y quistes en los ovarios. 

Estos casos pueden no requerir insulina y manejarse inicialmente, y durante muchos años, con tabletas hipoglucemiantes. 

Signos y síntomas 

Los signos y síntomas de la diabetes, como se sabe, son producto de la elevación de la glucosa en la sangre. Cuando la enfermedad no está controlada se elimina una gran cantidad de glucosa y agua por la orina, y se presentan los siguientes síntomas: 

- Ganas frecuentes de ir al baño y orinar en grandes cantidades. 

- Tener mucha sed e ingerir grandes cantidades de líquido. 

- Cansancio y pérdida de peso. Esto se debe a que no se está utilizando la glucosa, nuestra principal fuente de energía, la cual se está perdiendo por la orina. Es por eso que muchas personas con diabetes notan que, a pesar de consumir grandes cantidades de alimentos, no aumentan de peso e incluso lo pierden. 

- Calambres. Generalmente son el resultado de perder líquido y potasio a través de la orina. 

- Visión borrosa. Se debe al aumento de la concentración de glucosa en el interior de los ojos, el cual propicia cambios en los ajustes que nuestros músculos intraoculares realizan para ver, pero esto se corrige semanas después de que se normalizan los niveles de azúcar en sangre. 

En caso de que los síntomas antes descritos no se normalicen y se agrave el descontrol de la enfermedad, se agregan signos y síntomas secundarios a la deshidratación, como pulso acelerado, palpitaciones, sequedad extrema de la boca, descenso de la presión arterial y estado de confusión. 

La deshidratación implica una emergencia, por lo que es urgente comunicarse con el médico y trasladarse de inmediato a un servicio de urgencias. Afortunadamente es muy raro que un paciente ya diagnosticado, con un control adecuado de la afección y con indicaciones claras de la prevención de descontroles importantes de su glucosa llegue a desarrollar un coma diabético, el cual sólo pudiera ocurrir en caso de agregarse y no tratarse en forma temprana algún otro factor agravante muy importante, como neumonía, infarto, peritonitis u otro.



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