El uso de las hierbas es tan viejo como la historia de la humanidad. Desde los más primitivos moradores de las junglas hasta las civilizaciones altamente sofisticadas, como la China o la India, cada cultura posee sus propios remedios herbales.
La Medicina Tradicional China (MTC) y la Ayurvédica (India Oriental) representan dos milenarios sistemas de curación que además de perdurar en el tiempo, hoy están ganando mayor prestigio gracias a nuevos descubrimientos científicos. Ambos sistemas usan determinadas hierbas que crecen en sus respectivas áreas geográficas, las que, usualmente, combinan o mezclan de distintas maneras a fin de tratar innumerables enfermedades. Otro de los rasgos comunes de estos sistemas es que ambos son integradores, es decir, tratan el cuerpo y la mente como una unidad en permanente interacción.
LA POPULARIDAD DE LAS HIERBAS
Una hierba medicinal puede ser cualquier planta que pueda beneficiar a la salud. El producto final puede obtenerse de distintas partes de la planta (la hoja, como en el ginkgo, el fruto, como en el saw palmetto o la raíz, como en el ginseng). Ricas en vitaminas, minerales y componentes similares a las vitaminas (como el polyfenol, los flavonoides o los carotinoides), estos productos son usados por el cuerpo para potenciar sus distintos procesos bioquímicos.
Alrededor del 80% de la población mundial recurre a las hierbas medicinales, que abarcan un espectro que incluye los remedios populares más tradicionales hasta las más científicas fitomedicinas de Europa y Asia. En estos continentes, aquellos doctores que tienen la posibilidad de escoger entre prescribir hierbas o fármacos, generalmente optan por las primeras. En Alemania, por ejemplo, los médicos prescriben, con una frecuencia similar, la hierba de San Juan, una planta empleada para tratar la depresión, y la medicina antidepresiva más usada para aliviar esta dolencia. ¿Por qué? Porque esta hierba es tan efectiva como el mejor antidepresivo sintético, cuesta menos y no genera los efectos adversos que sí produce dicho antidepresivo.
Asimismo, las ventas de productos botánicos en los Estados Unidos se han incrementado considerablemente y, en la actualidad, exceden los 4 billones anuales. Por supuesto, esta cifra representa solo una mínima porción de las ventas anuales que alcanzan los farmacéuticos, cuyos montos oscilan entre los 50 y 60 billones de dólares al año. En 1998, la empresa Hartman y New Hope llevó a cabo una encuesta entre 43.442 familias norteamericanas y encontró que el 68% había consumido una vitamina, un mineral o un suplemento herbal en los seis meses previos.
No obstante, a pesar de esta creciente aceptación de las hierbas, Norteamérica aún está bastante rezagada respecto a Europa en lo que se refiere al uso de las mismas y a su investigación científica.
MEDICINA OCCIDENTAL VERSUS MEDICINA NATURAL
A diferencia de lo que sucede en la medicina occidental, la medicina herbal tradicional confecciona cada diagnóstico y tratamiento para que pueda adaptarse perfectamente al individuo en cuestión. Esto tiene mucho sentido, cuando uno considera que, desde nuestros rostros hasta nuestras huellas dactilares, no existen dos personas que sean exactamente iguales. Cuando establecen un tratamiento, los médicos naturistas prestan atención a cada aspecto del individuo, sin limitarse a tratar un achaque o síntoma específico.
Otra diferencia importante es que aquellos que practican la medicina tradicional consideran los componentes químicos y moleculares de las hierbas y también se concentran en sus aspectos energéticos. ¿Qué significa esto? A diferencia de lo que sucede con las medicinas manufacturadas, el poder curativo de las hierbas no se debe únicamente a sus componentes moleculares. En efecto, el sustento energético de la planta, al encontrarse con el sustento energético del individuo, puede producir un efecto curativo adicional. Este concepto no solo aparece en la medicina oriental, sino también en las creencias de los nativos americanos, para quienes el espíritu (es decir, la energía) de una hierba participa directamente en la batalla contra la enfermedad.
Este concepto, que puede sonar extraño a nuestro esquema mental occidental, puede ser explicado científicamente. Todos los seres vivientes, desde las plantas hasta los humanos, contienen energía. A fin de crecer, las plantas primero deben absorber la energía del sol y, luego, transformarla. Cuando ingerimos una planta, nuestro cuerpo toma la energía proveniente de ella y la usa para su propio sustento. Los químicos de nuestro cuerpo son, básicamente, carcasas que transportan energía. Los chinos llamaban, a nuestra fuerza energética vital, qi. Así tenemos que mientras que la medicina occidental se concentra en luchar contra la enfermedad propiamente dicha, la medicina china aborda a la enfermedad como un bloqueo de esta fuerza vital. Para esta medicina milenaria, la enfermedad puede ser el resultado de un bloqueo de nuestra habilidad para acceder y utilizar plenamente nuestra energía potencial.
Podemos empezar a entender este concepto, analizando el éxito de la acupuntura, la misma que se basa en el desbloqueo del fluido energético del cuerpo a través de los canales de energía ocultos denominados meridianos. Analógicamente, consideremos un río que fluye lleno de energía y vida. Si lo dañamos y bloqueamos su corriente, el agua se estancará y se llenará de mosquitos. Ahora bien, podemos solucionar este problema con pesticidas tóxicos que eliminarán a los mosquitos, pero que también dañarán a los peces y a cualquiera que beba de esa agua. Una mejor alternativa sería la de deshacer el bloqueo, permitiendo que el agua pueda volver a fluir libremente, forzando a los mosquitos a marcharse. De manera similar, durante la enfermedad, si nuestro fluido energético está bloqueado, lo único que debemos hacer es escoger la hierba adecuada para abrir dicho bloqueo y permitir que la energía del cuerpo vuelva a fluir, permitiendo de esta manera el proceso de sanación.
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