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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

LA FUNCIÓN RENAL Y NECESIDAD DE AGUA EN LAS PERSONAS MAYORES


Los problemas de deshidratación y de termorregulación en las personas de edad son una prioridad en la salud de este colectivo. Con la edad se producen cambios en la función renal y una importante disminución de la sensación de sed y estas alteraciones están muy relacionadas con la pérdida de la normal hidratación. 

Estos cambios en la capacidad homeostática se modifican también por la presencia de algunas enfermedades como hipertensión arterial, enfermedades cardio y cerebrovasculares o por el consumo de fármacos. Es difícil establecer unos requerimientos generales, que serían la cantidad necesaria para equilibrar unas pérdidas que pueden ser muy variables y mantener una carga tolerable de solutos por los riñones, que tiene que ver con los componentes de la dieta de forma preferente. 

La estimación real de las necesidades de agua en el anciano es, por tanto, variable y compleja. Una ingesta elevada de agua no presenta problemas fisiológicos en una persona sana, porque el exceso se elimina fácil y rápidamente por los riñones. Pero una ingesta baja puede tener efectos muy perjudiciales. 

La hipohidratación se corrige por una mayor ingesta de agua a través de los alimentos y las bebidas, mediada por la sensación de sed, mecanismo muy efectivo haciendo beber después de periodos de privación de líquidos; pero éste es precisamente el problema en las personas de edad: el deterioro de este mecanismo fisiológico de demanda. Hoy sabemos con cierta seguridad cuáles son los cambios que se producen en el proceso del envejecimiento en relación con la función renal. Esencialmente lo que se produce es una pérdida de la capacidad de la filtración glomerular, lo que viene generalmente acompañada de una menor capacidad para concentrar la orina, para conservar el sodio y para excretar grandes cantidades de agua. 

A los 70 años, la capacidad de los riñones de filtrar y eliminar sustancias de desecho es aproximadamente la mitad que a los 30 años. Lo que acaba por ocurrir es que las personas mayores pierden demasiada agua por la orina, aunque ésta no elimine muchos materiales de desecho. En resumen, de lo que se trata es de que para excretar la misma cantidad de urea, sodio y otros componentes, la persona mayor va a necesitar más agua. 

FACTORES QUE INFLUYEN EN UNA DEFICIENTE
INGESTA HÍDRICA EN LOS MAYORES 

Uno de los principales problemas en las personas mayores es lograr una ingesta hídrica adecuada. Ésta, con frecuencia, se ve comprometida por múltiples factores que confluyen en los mismos, como: 

1. Alteraciones del mecanismo de la sed: 

Las personas mayores presentan menor sensación de sed, pese a la necesidad constatada de líquidos por el organismo. El dintel osmolar para la sed es mayor que en los adultos. Esto hace que requieran estímulos más intensos para sentir sed, y además, una vez que han sentido sensación de sed, la respuesta o cantidad de agua que ingieren es menor. Estos efectos generan diferencias ostensibles respecto a los adultos. Así, tras una hora de privación de agua, el adulto consumirá unos 10 ml/kg de peso, mientras que los mayores sólo unos 3 ml/kg de peso. Además, las personas mayores han perdido el placer por beber agua y/o cualquiera de los líquidos que son ricos en ésta (leche, zumos, etc.). Estos fenómenos descritos se hacen más acusados a medida que aumenta la edad por problemas como:

• Hipodipsia primaria. 
• Hipodipsia secundaria a fármacos (digoxina). 

2. Alteraciones del nivel cognitivo: 

• Demencias: por varios mecanismos (disminución de la sed, por disfagia orofaríngea y por apraxia deglutoria). 
• Delirium. 
• Psicosis. 
• Trastornos psicoafectivos (depresión, ansiedad). 

3. Alteraciones gastrointestinales, que requieren un aporte hídrico adicional: 

• Disfagia esofágica. 
• Fármacos anticolinérgicos. 

4. Restricciones en la ingesta líquida: 

• Evitar episodios de incontinencia urinaria, urgencia miccional y nicturia. 
• Realización de pruebas complementarias diagnósticas. 
• Disminución del nivel de conciencia (fiebre, psicofármacos, alteración del SNC). 

5. Accesibilidad limitada que dificulta o impide la ingesta líquida: 

• Déficit de agudeza visual. 
• Discapacidad para alimentarse y beber. 
• Sujeciones mecánicas. 
• Síndrome de inmovilidad. 
• Barreras arquitectónicas. 

FACTORES QUE INFLUYEN EN LAS PÉRDIDAS HÍDRICAS EN LOS MAYORES 

Del mismo modo, las pérdidas hídricas en los mayores se ven altamente comprometidas por la presencia de factores externos e internos, que les hacen más vulnerables frente a éstas, como son: 

1. Aumento de la temperatura ambiental: que eleva las pérdidas insensibles. 

2. Actividad y ejercicio físico: por aumento de la sudoración. 

3. Infecciones agudas o crónicas. 

4. Aumento de la diuresis: 

• Fármacos: diuréticos, fenitoína, litio, etc. 
• Diabetes mellitus mal controlada por la glucosuria 
• Hipercalciuria (hiperparatiroidismo, neoplasias, etc.) 
• Problemas endocrinológicos: hiperaldosteronismo, diabetes mellitus, secreción inadecuada ADH 
• Insuficiencia renal aguda en fase poliúrica 
• Diuresis postobstructiva 
• Alcohol (aumento de sudoración por vasodilatación).  

5. Pérdidas digestivas: 

• Vómitos. 
• Diarreas: gastroenteritis, laxantes, enemas, etc. 
• Aspiraciones. 
• Obstrucción intestinal. 
• Colitis isquémica. 
• Resección intestinal. 

6. Hemorragias. 

7. Secuestro de líquidos en espacio extravascular: 

• Hipoalbuminemia. 
• Ascitis. 
• Quemaduras. 
• Pancreatitis. 

Estos desequilibrios del balance hídrico, junto a la menor proporción de agua en el organismo de los mayores, provocan que el margen de pérdida de agua sea francamente angosto. Conviene destacar que, a menudo, las manifestaciones clínicas por pérdidas de líquidos en fases iniciales son bastante inespecíficas y poco fiables para su detección. Es por ello por lo que debemos estar sensibilizados y en alerta frente a estos fenómenos, asegurando una ingesta hídrica generosa y suficiente, que evite la deshidratación para la que tanta facilidad presentan los mayores. 

Vamos a señalar diferentes factores de riesgo para la deshidratación en los mayores. Es usual la asociación de éstos, potenciando aún más el riesgo: 

• Edad ≥ 85 años. 
• Sexo femenino. 
• Plurifarmacia ≥ 4 fármacos. 
• Diuréticos, laxantes, fenitoína. 
• Inmovilidad /discapacidad /encamamiento infecciones/quemaduras. 
• Ejercicio físico intenso. 
• Calor ambiental. 

No obstante, en algunas ocasiones, pese a todo el despliegue de medidas preventivas señaladas, se originan cuadros de deshidratación que es necesario detectar y corregir con la máxima prontitud. 

CARACTERÍSTICAS DEL AGUA PARA LOS MAYORES 

1. El agua debe ser sin gas para evitar las flatulencias, salvo en casos excepcionales en los que así se prescriba para evitar dispepsias. 

2. El agua no debe ser muy rica en minerales, para evitar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones de patologías como la hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca congestiva, etc. 

3. No es necesario que toda la ingesta externa de líquidos se efectúe exclusivamente a expensas de agua, se pueden utilizar alternativas adaptándose a las apetencias individuales con leche, zumos, infusiones, tisanas, caldos, sopas, gelatinas, etc. 

4. En épocas estivales utilizar alimentos ricos en agua. 

5. El agua se debe tomar a una temperatura agradable. Se considera óptima entre 12-14º C. Evitar temperaturas más frías por faringo-traqueitis, etc. 


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