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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

CÓMO COMPRAR Y UTILIZAR LAS PLANTAS MEDICINALES


Elegir un producto herbal, ya sea una cápsula, una tableta, una solución, o una hierba en estado natural, puede resultar confuso. En efecto, cada marca posee características propias y acarrea beneficios distintos, además se oyen muchas historias acerca de la falsedad e inefectividad de muchos productos. 

Toda esta avalancha de información puede dejar al consumidor totalmente abrumado. Veamos ahora, las diferentes formas y presentaciones bajo las que se venden las medicinas herbales y de qué manera adquirir los productos de la más alta calidad.

Las hierbas pueden ser vendidas como infusiones, soluciones o tinturas, tabletas y cápsulas. Debido a su forma líquida, las infusiones y las soluciones se absorben más rápido que las demás. Asimismo, los herbolarios tradicionales generalmente recomiendan la forma líquida, puesto que probando el sabor de la hierba, nuestro organismo empieza el proceso de permitir que esta nos cure. Las tabletas y las cápsulas se elaboran a partir de cantidades exactas de la planta, y constituyen las presentaciones más comunes y convenientes. Las cápsulas con base gelatinosa o vegetal, llenas de la hierba pulverizada y seca, vienen en una gran variedad de tamaños y potencia, por lo cual deberá leer las etiquetas para asegurarse que está adquiriendo la dosis adecuada. Las tabletas están formadas por la hierba pulverizada comprimida dentro de una píldora sólida, y a menudo poseen una variedad de ingredientes inertes como relleno. Estas son más difíciles de deshacerse y ser absorbidas y, en ciertas ocasiones, dependiendo de la calidad, pueden atravesar íntegramente el sistema digestivo completamente intactas.

Por otro lado, la hierba entera, puede hallarse desecada dentro de envases oscuros en cualquier tienda especializada y puede prepararse como distintas concentraciones de tisanas bajo la forma de decocciones o cocimientos (la más fuerte) o infusiones.

La medicina china generalmente emplea las decocciones, hirviendo, durante cierto tiempo, una combinación de hierbas secas a fin de extraer la medicina y reducir la cantidad de líquido, logrando así una mayor concentración de sus beneficios. La infusión, que es la forma en que nosotros, usualmente, elaboramos esta bebida con las hojas o las bolsas de té. Coloque agua hirviendo sobre la hierba, déjela remojar, filtre el líquido (o retire la bolsa de té), y luego beba la mixtura. La manzanilla, una de las hierbas calmantes más comunes, se prepara de esta manera.

Asimismo, una tintura se obtiene empapando la hierba elegida en alcohol. Algunas tinturas se preparan con glicerina para evitar el sabor del alcohol, pero el extracto resultante es más débil. Si usted prefiere no ingerir alcohol, coloque la solución en agua tibia o té durante unos minutos y deje que el alcohol se evapore, lo que también servirá para eliminar cualquier remanente de sabor de este último.

REVISE LAS ETIQUETAS CUIDADOSAMENTE

Lo primero que deberá verificar es el nombre común de la hierba, por ejemplo la hierba de San Juan, seguida por su nombre botánico latino, en este caso, Hypericum perforatum, para asegurarse de que está adquiriendo la planta correcta. En determinadas circunstancias, esto puede resultar confuso, especialmente cuando los productores pretenden sustituir la hierba propiamente dicha por un pariente inactivo de la misma. Como es el caso, por ejemplo, de la Rhodiola sacra en lugar de la Rhodiola rosea, la que con tiene el ingrediente activo conocido como rosavin. 

Lo siguiente que deberá hacer es verificar la cantidad de hierba en cada unidad, ya sea que se trate de una cápsula, una tableta, o un cuentagotas, en gramos o miligramos (mg). Si se trata de un extracto, es decir, la presentación concentrada, la etiqueta deberá mostrar el constituyente por el cual la hierba es estandarizada. Por ejemplo, 0,3% de hipericina para la hierba de San Juan y 24% de ginkgo lides para el ginkgo.

EXTRACTOS ESTANDARIZADOS

A diferencia de las medicinas sintéticas, que generalmente poseen un solo componente, con frecuencia las hierbas contienen una variedad de ingredientes activos. Y dado que las plantas crecen, más que ser manufacturadas, la cantidad de un ingrediente activo puede verse afectada por cierto número de variables. Tales como el lugar en que dicha planta creció, la estación e incluso el momento del día en la que fue cosechada.

Los productores más reconocidos de los extractos de hierba estandarizados, necesariamente, deben ajustarse a estas variaciones. No obstante, logran asegurarnos la entrega de un producto consistente, que contiene una cantidad exacta de la hierba por cada unidad de dosis, ya sea que se trate de una cápsula, una tableta, o una tintura. Así, al momento de elaborar el extracto estandarizado, los productores escogen un ingrediente, usualmente aquel que consideran el activo, como el punto de referencia, o señalador.

Incluso cuando el componente resulta no ser el ingrediente activo, es conveniente seguirlo manteniendo como señalador. Por ejemplo, inicialmente la hipericina fue considerada el principal ingrediente activo antidepresivo de la hierba de San Juan. Más adelante se descubrió que no resultaba tan significativa en este aspecto como el hiperforin, pese a ello siguió siendo considerado como señalador para los extractos estandarizados. Asimismo, otros ingredientes pueden estar relacionados en la acción antidepresiva de la hierba, y estar distribuidos dentro de la planta de una manera similar a la hipericina. Por ende, la estandarización de dicho ingrediente sirve como una guía útil para el fortalecimiento de todos los ingredientes activos de un producto derivado de la hierba de San Juan.

Simplemente tomar un “componente activo” aislado no le hace justicia al poder de la combinación que se halla en la naturaleza. Dichos componentes trabajan sinérgicamente para lograr un máximo efecto. Más aún, la medicina tradicional china casi siempre administra las hierbas a través de mixturas a fin de utilizar las propiedades sinérgicas de varias de ellas.

ESCOGIENDO LA DOSIS CORRECTA

Todas las etiquetas de los productos herbales contienen recomendaciones sobre la dosificación. Generalmente la dosis establecida es la dosis promedio. Una etiqueta de ginkgo, por ejemplo, puede sugerir la ingestión de una tableta de 60 mg dos veces al día, todo ello conforme a investigaciones y al uso clínico que se le da a esta planta. Mientras que la referida dosis puede incrementar la memoria, el doble de esa dosis se utiliza para combatir el Alzheimer. Todas las personas son diferentes y sus organismos tienen necesidades distintas, por lo cual las dosis deben ser individualizadas mediante cuidadosos experimentos y observación.

Usualmente, se recomienda a los pacientes que inicien su tratamiento con una dosis relativamente baja, estén alertas a las reacciones (incluyendo efectos potenciales indeseados) para que, si es indispensable, puedan ajustarla apropiadamente. Hay pacientes a los que les ha ido bastante bien tomando 300 mg de la hierba de San Juan una vez al día, mientras que otros han necesitado cuadriplicar dicha dosis para obtener los mismos resultados. La mayoría de las personas, más bien, se ajustan a una dosis intermedia de 300 mg, con un contenido de 0,3% de extracto de hipericina, tres veces diarias.

LA VERDAD ACERCA DE LAS ETIQUETAS

Las etiquetas de los productos herbales no nos ofrecen mucha información útil, como decirnos, por ejemplo, para qué deberá ser usada la hierba. La razón que explica esta aparentemente deliberada falta de información vital es que la mayoría de los productos herbales están regulados como suplementos de la dieta. 

En 1994, la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (US Food and Drug Administration, FDA) publicó el Acta Federal de los Suplementos Dietéticos y Educación de la Salud (Federal Dietary Supplement Health and Education Act, DSHEA). Dicha Acta estableció las nuevas pautas relacionadas con la calidad, etiquetación, envoltura y mercadeo de los suplementos. Asimismo, permite a los productores emitir “afirmaciones acerca del contenido nutricional de las vitaminas y los minerales convencionales” en las etiquetas. 

Sin embargo, dado que las hierbas no pueden con siderarse nutricionales en el sentido tradicional, dichas afirmaciones pueden explicar de qué manera una vitamina o una hierba afectan la estructura y la función del organismo. No obstante, dicha etiqueta no puede contener alegaciones terapéuticas o preventivas, tales como “alivia los dolores de ca beza” o “cura el resfriado común”. Una etiqueta de la palma enana, por ejemplo, puede decir, “ayuda a mantener la salud del sistema urinario y de la próstata en los hombres a partir de los cincuenta años”. Pero no puede afirmar, “trata la hipertrofia prostática benigna”, pese a que esta propiedad constituye la razón principal por la que dicha planta se consume.


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