Manzanas y zanahorias
Las reinas del mundo de estas bebidas son la zanahoria y la manzana. Ambas producen unos zumos muy gustosos, pero si las mezclamos con otras frutas o verduras, el resultado es también muy grato. Las dos juntas combinan a la perfección, y vale la pena experimentar hasta encontrar la mezcla óptima de manzana/zanahoria que más se adecue a nuestro paladar.
Algunos nutricionistas creen que el zumo de zanahoria debería ser la base de todas las mezclas de bebidas vegetales, y dicha teoría está bien fundamentada. De las zanahorias podemos extraer mucho líquido, y su sabor relativamente dulce se complementa y, cuando es necesario, enmascara los sabores fuertes de otras verduras. Por ejemplo, los zumos del brécol o de las verduras con hojas de color verde oscuro deberían diluirse en una proporción de uno por cuatro, en otras palabras, cuatro porciones de zumo de zanahoria por uno de la verdura en cuestión, para que resulten más agradables.
Leches y yogures
No existen reglas rigurosas sobre cómo elaborar un batido, pero sí que éste debe contener leche, yogur o helado, que le aportarán una consistencia deliciosamente espesa. Las bebidas de este tipo se han preparado durante generaciones en Asia y en el subcontinente indio: los lassis son unas fantásticas bebidas frescas hechas con yogur que aportan un excelente contrapunto a los platos de la región, más bien de gustos intensos. Pueden ser dulces o picantes, pero esencialmente se trata de mezclar cualquier producto fresco con el yogur.
La leche es fundamental en una dieta equilibrada, y se estima que ésta y los productos lácteos aportan un 55 % del calcio que se consume en Gran Bretaña cada día. Aparte de los nutrientes más importantes, también contiene ácido butírico y ácido linoico conjugado, unas sustancias consideradas por los científicos como anticancerígenas.
El yogur se produce a partir de leche fermentada con el aditivo de un cultivo iniciador de Streptococcus therrnophilus y Lactobacillus hulgaricus. El yogur contiene muchos de los beneficios de la leche, pero además es adecuado para quienes sufren intolerancia a la lactosa, porque el cultivo vivo de yogur contiene enzimas que descomponen la lactosa (el azúcar natural de la leche) en la fermentación y la convierten en ácido láctico. Las enzimas del ácido láctico en el yogur impulsan el desarrollo de bacterias saludables en el intestino, incrementando los niveles de vitamina B y mejorando la digestión. Los yogures de leche de cabra son muy recomendables para los problemas cutáneos. Un yogur natural es una excelente fuente de calcio, calma los estómagos irritados y, como la leche, favorece el desarrollo de los huesos.
A menudo los médicos recomiendan consumir yogur a pacientes que están tomando antibióticos, puesto que restablece las bacterias naturales en el intestino que pueden ser destruidas por los medicamentos.
Alternativas a los lácteos
Para quienes padecen de intolerancia a la lactosa, la leche de soja es un excelente substituto; es rica en proteínas y, en cambio, tiene pocas grasas saturadas. Contiene calcio y los fitonutrientes, genistein en particular, que combate el cáncer (especialmente de pecho, ovarios y próstata).
Para su elaboración se ponen en remojo los granos de soja y después se pasan por un colador para eliminar la fibra. Se puede adquirir en supermercados o en tiendas de dietética, y también está disponible como yogur.
La leche de coco añade un toque de sabor caribeño a los batidos y bebidas. Se encuentra en muchos supermercados, pero también podernos comprar un coco entero, perforarlo, extraer la leche y comernos la carne o guardarla para una comida.
Si mezclamos determinados frutos secos —como semillas de girasol, las almendras, los anacardos o las semillas de sésamo con agua, obtendremos una leche deliciosa y de un intenso sabor. El líquido será rico en proteínas y calorías. Cuanta menos agua usemos, más densa será la consistencia de la leche resultante, pero deberíamos colarla antes de usarla. Como regla de oro, utilizaremos tres o cuatro veces más agua que frutos secos, así que para una taza de frutos secos usaremos tres o cuatro tazas de agua.
La leche de estos frutos puede conservarse en la nevera durante varios días, si bien empezará a separarse el agua del líquido más compacto, por lo que deberemos mezclarla bien antes de usar. Si es fresca, es fácil de combinar con frutas del bosque, plátanos o cualquier otro producto que deseemos. De ese modo obtendremos un batido con mucho sabor.
Receta de leche de almendra:
100 g de almendras blanqueadas.
1 cucharada de miel (opcional).
200 ml de agua y 4 cubitos de hielo.
Poner la miel y las almendras en la batidora con los cubitos de hielo. Triturar hasta que se forme una pasta y luego añadir gradualmente el agua hasta obtener una masa suave.
Podemos beberla tal cual o mezclada con nuestra fruta favorita en un batido.
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