Portugal:
De sorpresa en sorpresa
Los aficionados al vino tienen en Portugal una fuente inagotable de sorpresas. La última ha sido la revelación de sus vinos tintos, protagonistas de un movimiento que llevará a los vinos portugueses a ocupar el lugar que les corresponde entre los miembros más destacados del mercado vinícola.
Portugal
• Superficie de viñedo: 400.000 ha.
• Producción vinícola: 7.550.000 hl.
• Zonas vinícolas: Vinho Verde, Porto Douro, Dáo, Bairrada, Bucelas, Colares, Carcavelos, Setúbal, Lagos, Lagoa, Portimáo, Tavira, Madeira.
• Variedades: Albariño, Arinto, Loureiro, Maria Gomes, Baga, Casteláo Francés, Ramisco, Tinta Roriz, Touriga Nacional.
• Consumo individual de vino: 46,821/año.
La geografía vinícola de Portugal se reparte en las tres latitudes posibles, en un país que vive en vertical: norte, centro y sur.
Los vinos del norte crecen en los cauces del Miño y del Duero y reúnen, a lo largo de dos zonas claramente diferenciadas, algunas de las propuestas más sugestivas del mercado. La región vinícola situada más al norte se llama Vinho Verde y recoge el trabajo de más de 80.000 viticultores, una estructura minifundista destinada a la producción de vinos blancos jóvenes y frutales, entre los que destacan los elaborados con las variedades Albariño y Loureiro.
Muy cerca, la región del Douro se reserva para ofrecer tintos, plenos de color y carácter; equilibrados, pujantes y completos. Están rompiendo las ideas preconcebidas de propios y extraños y se han convertido en estrellas indiscutibles del panorama vinícola portugués.
El centro proporciona tintos robustos, duros y austeros en el Dáo y espumosos y tintos robustos nacidos de la uva Baga en Bairrada.
En el sur, la península de Setúbal se ha convertido en un banco de pruebas, con nuevas variedades y nuevas técnicas de elaboración. El Alentejo destaca por unos tintos que viven tiempos de cambio.
El número de viníferas de los vinos de Oporto se ha reducido prácticamente a siete. Pero la zona no ha perdido un ápice del prestigio secular de unos vinos de características tan singulares que los hace únicos. Vinos generosos, creados para envejecer lentamente, que agrandan su leyenda con el paso del tiempo hasta convertir cada copa en un sugestivo encuentro de aromas y sabores espectaculares.
Nacen de la combinación de variedades centenarias crecidas en las terrazas de las escarpadas laderas que siguen el cauce alto del Duero (cepas de difícil cultivo y pobre rendimiento). Alcanzan niveles deslumbrantes con los Vintage, vinos procedentes de una sola cosecha, declarada excepcional cuando, dos años después de la vendimia, demuestra la calidad de sus elaboraciones y su aptitud para envejecer. Con el paso del tiempo irán ganando prestaciones, rendimientos... y, también, precio.
La última entrega de vinos generosos llega de Madeira, productora de vinos licorosos, que forman parte de la historia. Llegan al mercado con una tipología que toma como referencia los tiempos de envejecimiento: 3 años, 5 años reserva, 1o años reserva veiha, 15 años y fresqueira vintage 20 años.
Las uvas portuguesas.
Si buscan un lugar para la anécdota, déjense seducir por los nombres de las viníferas portuguesas: Trincadeira, Tinta Barroca, Mourela, Tinta Ceto, Maria Gomes, Ramisco, Arinto o Tinta Roriz, por solo citar algunos. Referencias que hasta los setenta se multiplicaban, cuando en la elaboración del Oporto se empleaban 48 variedades.
Grecia y Hungría Buscando la diferencia
La Europa de los vinos cubre la mayor parte del continente. Eslovaquia, Dalmacia, Macedonia, Suiza y Austria forman también parte de esta particular comunidad vitivinícola. Pero entre ellos, dos países marcan la diferencia con elaboraciones absolutamente singulares: Grecia y Hungría.
Grecia
• Superficie de viñedo: -15o.000 ha.
• Producción vinícola: 4.200.000 hl.
• Variedades blancas: Assyrtico, Rhoditis, Savatiano y Chardonnay.
• Variedades tintas: Agiorgitiko, Limnio, Xynomavro, Cabernet Sauvignon, Garnacha y Shiraz.
• Consumo individual de vino: 27,69 1/año.
Hungría / Tokay
• Superficie de viñedo: 7.000 ha.
Los actuales vinos griegos son hijos de la revolución de la década de los sesenta. La llegada al país de enólogos formados en Francia, Italia y Alemania se convirtió en el germen de un cambio que comenzó un movimiento modernizador.
Queda un largo camino por recorrer. Grecia cuenta con más de 300 variedades de uva, repartidas a lo largo y ancho de 15o.000 hectáreas de viñedo que producen cada año 600 millones de botellas de vino. Entre ellas hay que destacar el retsina (vino resinado), un caldo que entronca directamente con las elaboraciones tradicionales de la Grecia clásica. Se trata de un vino elaborado con uva Savatiano al que se añade resina de pino de Alepo.
Hungría es la tierra natal del Tokay, una de las grandes rarezas del panorama vinícola europeo. Son vinos obtenidos de dos viníferas, la Furmint y la Harslevelu que, al igual que sucede en Sauternes, sufren los ataques de la llamada podredumbre noble. El resultado son vinos densos, dulzones, de aromas bastante marcados y muy atractivos. La calidad de los Tokay se mide en puttonyos (dependiendo de sus características pueden tener entre tres y seis puttonyos).
Esplendor y decadencia.
Los vinos griegos vivieron sus días de máximo esplendor en los tiempos de la Grecia clásica cuando, junto a los fenicios, difundían la cultura del vino por el Mediterráneo. El dominio del Imperio otomano redujo a la nada la producción vinícola, que tardó mucho en recuperarse.
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