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CUANDO LLEGA EL INVIERNO: BENEFICIOS DE LA EQUINÁCEA

LOS VINOS ESPAÑOLES


Jerez, el paraíso de los vinos generosos.

Jerez se hace grande en la singularidad de sus vinos. A pesar de la crisis, por encima de los aires de cambio que hacen vibrar las estructuras de los vinos andaluces, en Jerez se mantienen vivos los vinos más espectaculares del mundo: productos únicos, irrepetibles, que forman parte de la historia.

En Jerez de la Frontera, como en El Puerto de Santa María o Sanlúcar de Barrameda, los tres ejes del llamado «marco de Jerez», nacen y se crían los únicos vinos del mundo concebidos para mantener sus características cosecha tras cosecha, añada tras añada, inmunes a los caprichos de la naturaleza o los desmanes del clima.

Puede que sean vinos de otro tiempo y que sea esta una de las razones que expliquen una crisis que amenaza, cada vez más, la vida de unos vinos que extienden su presencia a otras zonas andaluzas, como Montilla Moriles, Condado de Huelva o Málaga. El caso es que el viñedo jerezano se ha reducido a menos de la mitad en los últimos 20 años, cuando ha pasado de 23.000 a 10.670 hectáreas.


La naturaleza de los vinos de Jerez se asienta sobre las características de dos variedades de uva (la Palomino, variedad principal del marco de Jerez, y la Pedro Ximénez, origen de los singulares vinos dulces de la tierra), un sistema de vinificación único, basado en un método de crianza llamado crianza biológica o crianza en flor, y un proceso de combinación de añadas que garantiza la uniformidad y el envejecimiento de las producciones (el sistema de criaderas y soleras).
 
El fruto de todo este proceso es una gama de vinos espectaculares que arranca con los finos y las manzanillas, dos versiones del mismo producto que adquieren uno u otro nombre según hayan sido elaborados en Sanlúcar de Barrameda (la manzanilla) o en Jerez o El Puerto (fino).

Son vinos limpios, de un atractivo color amarillo pajizo, aromáticos, elegantes y delicados. Junto a ellos figuran los amontillados (la gran joya de las bodegas jerezanas, nacidos de la oxidación de un fino y criados a lo largo de un periodo que ronda los 15 años, en los que gana complejidad, sutileza y elegancia), los olorosos (vinos de color ambarino, sedosos y plenos) o el palo cortado, que representa la cumbre de los vinos jerezanos, un vino marcado como excepcional desde que da sus primeros pasos.

Entre los dulces brillan los Pedro Ximénez, vinos oscuros como ninguno, de color caoba, densos, untuosos y aterciopelados, que exhiben toda la gama de sabores que ofrece la naturaleza: dulces, salados, ácidos y amargos. Un prodigio vinícola que encuentra buena compañía en el cream, un oloroso dulce sutil, delicado y equilibrado.

Las joyas de la corona. El Consejo Regulador ha creado una categoría especifica para los vinos más viejos, que incluyen el lema VOS (Vinum Optimum Signatum) para vinos con una edad media superior a 20 años y el VORS (Vinum Optimum Rare Signatum) para vinos con una edad media superior a 3o años.

- Superficie de viñedo: 10.760 ha.
- Producción vinícola: 873.753 hl.
- Viticultores: 2.836
- Bodegas: 64
- Variedades autorizadas: Palomino, Pedro Ximénez y Moscatel de Chipiona.


Rioja, los vinos de siempre.
 
Desde que, hace 15o años, se convirtiera en el motor del primero de los grandes cambios vividos por el sector vinícola español, Rioja se mantiene fiel a sus vinos. Hoy, encarnan mejor que nadie la imagen del clasicismo, la solidez y el liderazgo de las grandes zonas históricas. Rioja es todo eso y mucho más.

Para empezar son tres zonas vinícolas: Rioja Alta, la de siempre, la de las grandes bodegas de nombres sonoros, en torno a las catedrales del vino de Haro. Rioja Baja, mayoritariamente dedicada a la producción de Garnachas y que, gracias a eso y a las nuevas tendencias del mercado, está cobrando un considerable auge. Finalmente, la Rioja Alavesa, un paraje privilegiado, donde el viñedo se cotiza a precio de oro y la uva se valora como una obra de arte.

Además, Rioja ejerce una posición de liderazgo en el mercado interior y en el internacional que, de alguna manera, justifica su actitud hacia las nuevas propuestas. ¿Por qué cambiar algo que se vende tanto y tan bien? El proyecto es mantener los mismos tipos de vino (joven, crianza, reserva y gran reserva), continuar el trabajo con las variedades de siempre (Tempranillo, Garnacha, Graciano y Mazuelo) y promover largas crianzas en barricas de 15 años de vida. Vinos hechos al estilo clásico, en un mercado que avanza a pasos de gigante hacia la modernidad.

Rioja ofrece al mundo vinos pulidos y elegantes, marcados por los aromas de la crianza en barrica, de medio cuerpo, sutiles y aterciopelados. Son vinos de calidad dirigidos a un mercado fiel a los productos de la zona. Aunque en eso no coinciden con la totalidad del sector. También hay bodegueros riojanos que se han lanzado a la modernización de sus producciones, respondiendo a las pautas dictadas por un mercado cada día más exigente. El resultado es digno de atención. Aparecen vinos de color intenso, capaces de conciliar potencia y elegancia, fragantes, dotados de una notable complejidad, sugestivos, estimulantes y muy serios. Tanto o más que las elaboraciones tradicionales.

Viven inmersos en un proceso en el que la rigidez de las normativas produce algunos desajustes, como esos vinos de crianza obligados a salir al mercado con contraetiqueta de vino joven. A cambio, se está operando un proceso que seguro beneficiará a la zona: el progresivo recorte en la producción de grandes reservas en favor de los llamados «vinos de autor», que, a menudo, se alinean con las nuevas propuestas del mercado y, en ocasiones, se instalan en terreno de nadie, entre la modernidad y el clasicismo.

Las primeras crianzas.

El despertar definitivo de los vinos de Rioja fue, en el siglo XIX, gracias al esfuerzo del canónigo de Laguardia, Manuel Quintano Quintano, y, en mayor medida, del marqués de Riscal, fundador de la bodega que lleva su nombre e introductor de la crianza bordelesa.

- Superficie de viñedo: 62.146 ha
- Producción vinícola: 2.910.000 hl
- Viticultores: 19.399
- Bodegas: 517
- Zonas vinícolas: Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Baja.
- Variedades autorizadas: Tempranillo, Graciano, Garnacha y Mazuelo


Ribera del Duero, el motor del cambio.

Pocas zonas vinícolas han avanzado a la velocidad de la Ribera del Duero. En menos de 25 años, ha cubierto un camino que, primero, convirtió una zona elaboradora de rosados en tierra de vinos tintos y, después, los lanzó al estrellato mundial, en un proceso que cambió la forma de entender el vino en España.

El reconocimiento de los grandes entendidos del mercado vinícola anglosajón, llegado a comienzos de los noventa, colocó a los nuevos tintos de Ribera del Duero, en pleno proceso de consolidación, en una posición de privilegio. Mostraban al mundo vinos diferentes, con mucho color, robustos, una considerable carga de taninos y un atractivo equilibrio entre los aromas de la fruta y los procedentes de la crianza en barrica. Pero, sobre todo, eran vinos con aires que recordaban a las elaboraciones bordelesas tan queridas por los especialistas anglosajones. Vinos como los grandes de siempre, pero con un cierto frescor, un toque alegre y vivaz que recorre la copa. Su nueva posición en el mercado abrió la puerta de una nueva realidad al sector vitivinícola español.

Otras zonas siguieron, rápidamente, el camino y cobró vida un movimiento renovador de consecuencias evidentes. Nada volvió a ser igual desde entonces. El éxito llegó a Ribera del Duero cuando no había acabado de consolidar su nueva realidad y algunas referencias cayeron arrastradas por el nuevo torbellino que invadió la zona.

Han pasado unos años y los vinos de Ribera del Duero han seguido caminos desiguales. Lo mismo ha sucedido con las bodegas (entre las 64 de 1990 y las casi 200 censadas en la actualidad, media un abismo), muchas de las cuales viven hoy una cruenta lucha por la supervivencia. La oferta actual es amplia y variada. Ribera ofrece de casi todo y para todos los públicos. Desde viejas reservas a la antigua, sobresaturadas de crianza en barrica, hasta propuestas tan innovadoras como los vinos jóvenes con dos meses de crianza en madera (un vino llamado joven roble presente a estas alturas en buena parte de las zonas vinícolas del país).

También hay sitios para los vinos de nueva hornada, serios, personales, intensos, que han recortado la crianza en barrica. Renuncian a parte de ese plus de longevidad que asegura el proceso de crianza para potenciar los aromas frutales del vino, los obtenidos de la uva que le dio la vida. Son vinos serios, espléndidamente estructurados, elegantes, potentes y, a la vez, frescos y fragantes y delicados.

El castillo de Peñafiel.

Una visita obligada es el impresionante castillo de Peñafiel, sede permanente del Museo Provincial del Vino, una apuesta por la difusión y popularización del conocimiento y la cultura del vino. Entre otras actividades, se organizan visitas y cursos de cata (menos los lunes, que es día de cierre).

- Superficie de viñedo: 11.56o ha.
- Bodegas: 178.
- Zonas vinícolas: se extiende a 89 municipios de Burgos, Segovia, Soria y Valladolid
- Variedades autorizadas: Albillo (blanca); Tinta del País, Garnacha Tinta, Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot (tintas)


Priorato, de la nada al infinito

Situados en el centro de la provincia de Tarragona, han vivido el cambio más extraordinario de la historia del vino español: por su magnitud y por su rapidez. En apenas quince años, los vinos gruesos y rudimentarios se han convertido en grandes estrellas del firmamento vinícola español.

De la mano de un grupo de jóvenes enólogos que creyeron en estas tierras cubiertas de pizarra donde crecían viejísimas cepas de Garnacha (variedad que encarna la imagen de la tosquedad), retorcidas por el paso de los años (en un tiempo en el que las viñas se arrancaban al cumplir 25 años) se introdujeron nuevas variedades: Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot, que complementaban el rendimiento de la Garnacha. Se abrió la puerta de la modernidad.

Buscaron la calidad y la personalidad donde otros se habían hecho fuertes en la vulgaridad y la desidia. Y lo lograron. En pocos años, convirtieron el Priorato en la zona de referencia de los nuevos vinos españoles y colocaron sus productos entre las marcas más cotizadas del mercado internacional.

Todo tiene un precio. El de las nuevas estrellas del Priorato son los bajísimos rendimientos. Las producciones son cortas, los costes de las labores agrícolas desmesurados y las vendimias se desarrollan en condiciones penosas. Pero el resultado merece la pena: vinos exultantes, muy cubiertos, robustos, densos y golosos con aromas de mucha intensidad.

Denominación de Origen Calificada.

Los vinos del Priorato se someten a una DOC, lo que aumenta los mecanismos de control y las garantías del consumidor. La calificación de coladas se hace sobre la calidad media de los vinos, en lugar de referirse, como en las DO, a la calidad media de la uva.

- Superficie de viñedo: 1.60o ha.
- Producción vitícola: 2.100.000 kg de uva al año
- Viticultores: 500
- Bodegas: 52
- Variedades autorizadas: Garnacha, Cariñena, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot (todas tintas).

Toro, la consagración de un telonero

Allí donde hace veinte años reinaba la precariedad, en una zona en la que apenas creía un grupito de iluminados, han florecido, de la noche a la mañana, vinos singulares, bodegas de ensueño, nombres que resuenan en medio mundo, marcas y referencias, monumentos levantados a la mayor gloria del vino.

He aquí, la Tinta de Toro, vinífera que ha terminado demostrando las extraordinarias prestaciones que atesora. Algo tienen también estos suelos pedregosos, sueltos, con buen drenaje, fácil aireación y muy pobres en materia orgánica. O quizá sea el clima continental extremo, de veranos cálidos y secos e inviernos muy fríos y, también, bastante secos.

El éxito de los nuevos vinos de la DO Toro parte, precisamente, del excelente comportamiento de la Tinta de Toro. Ha bastado un tratamiento más racional del viñedo, buscando producciones cortas, para que la Tinta de Toro ofrezca sus mejores prestaciones. El resultado son vinos de color intenso, muy cubiertos, muy aromáticos, potentes y elegantes, entre otros rasgos. Son vinos de largo recorrido, concebidos para prolongar su vida mientras ganan en finura y elegancia. En algunos casos se utiliza la Garnacha para complementar el trabajo de la Tinta de Toro (el reglamento del Consejo Regulador autoriza estas dos variedades tintas además de dos viníferas blancas; la Malvasía y la Verdejo), pero los grandes vinos de la zona son, sin excepción, monovarietales (elaborados con una sola variedad de uva) de Tinta de Toro.

De viaje con Colón.

Una de las carabelas que llevaba Cristóbal Colón en uno de sus viajes, fue bautizada por el propio almirante con el nombre de la villa toresana. Se sabe que, en tal acontecimiento, pesó la influencia de Diego de Deza, confesor de Isabel la Católica y natural de Toro.

- Superficie de viñedo: 5.329 ha.
- Producción vinícola: 75.000 hl.
- Viticultores: 1.171
- Bodegas: 34
- Variedades autorizadas: Malvasía, Verdejo, Tinta de Toro y Garnacha

Rías Baixas, el carácter de los vinos del Atlántico.

Los vinos españoles se asoman al Atlántico por Galicia, dejando tras de sí un reguero de aromas y sensaciones encontradas. Desde los tradicionales emparrados, que siguen la línea costera de las rías, se ofrece un tributo vitivinícola tan generoso como singular.

Sus zonas vitivinícolas, tradicionalmente marcadas por las producciones breves y las instalaciones precarias, han dado un paso gigantesco en apenas una década. Rías Baixas ofrece hoy un paisaje de viñedos inmaculados, bodegas modernas, con los últimos avances tecnológicos y criterios de elaboración actuales. La incorporación de capital al sector y la inquietud de los nuevos profesionales han sido factores dinamizadores de un sector que avanza día a día.

En Rías Baixas manda la Albariño, la variedad productora de los vinos blancos más destacados del país. Son vinos de carácter atlántico, untuosos, aromáticos, plenos, con una marcada acidez, signo distintivo de los vinos con aromas del mar. Y han dado por superada esa epidemia que llenaba el mercado. Ya no son vinos agobiados por el lastre que, durante años, impuso una relación imposible entre la Albariño y la madera: vinos fermentados en barrica, crianzas más o menos prolongadas en madera.

Los mejores vinos de Rías Baixas recuperan, definitivamente, las largas crianzas en depósito de los vinos antiguos, reabriendo un camino que marcará el futuro de la zona.

Cinco zonas.

La superficie de la DO Rías Baixas está integrada por cinco comarcas vitivinícolas diferentes: O Rosal y Condado do Tea, en el curso bajo del Miño, Soutomaior, la Ribeira do Ulla y Val do Salnés, donde se admite la elaboración de un vino con menor presencia de la Albariño.

- Superficie de viñedo: 2.643 ha.
- Producción vinícola: 107.856 hl.
- Viticultores: 5.690
- Bodegas: 179
- Denominación de Origen desde 1988
- Variedades autorizadas: Albariño, Loureiro, Treixadura, Caiño, Torrontés y Godello

El Bierzo, un tesoro llamado Mencía.

La Mencía se extiende por los viñedos de El Bierzo. Allí, se asienta el 7o % de las plantaciones de esta variedad censadas en España. Un grupo de jóvenes enólogos ha convertido la Mencía en una de las variedades de referencia, situando El Bierzo entre las zonas vitivinícolas con mayor futuro.

Estamos en una tierra singular marcada por las pequeñas piezas de viñedo que salpican el paisaje, se descuelgan por las laderas y muestran los troncos retorcidos de unas viñas que han visto pasar unos cuantos inviernos. Los suelos que se administran con usura y la zona registra grandes oscilaciones térmicas entre el día y la noche. Hay muchas hectáreas de viñedo que superan los 3o años de edad, y bastantes con más de 6o.

Los nuevos vinos de El Bierzo son muy diferentes a los que conocimos. Nacidos de vendimias más tardías, que buscan un buen grado de maduración de la uva, sometidos a un ajustado proceso de crianza en barricas nuevas (por lo general por debajo del tiempo establecido en el reglamento de la Denominación de Origen), ofrecen resultados que seducen.

Los nuevos tintos de Mencía son atractivos, de color intenso, en los que predominan los aromas minerales, aunque sin ocultar los aromas de la fruta. En boca son potentes, sabrosos y están dotados de notable estructura, y, sin embargo, eso no les hace perder ni un ápice de sutileza, ni uno sólo de sus matices. En pocas palabras: aúnan potencia y elegancia.

¿Qué tiene la Mencía? La respuesta la da uno de los jóvenes enólogos de la zona: «No tiene menos color que la Tempranillo, no tiene menos estructura que la Cabernet Sauvignon, no tiene menos fruta que la Merlot, pero tiene algo que la distingue de las demás: personalidad».

- Superficie de viñedo: 4.100 ha.
- Producción vinícola: 51.1o0 hl.
- Viticultores: 5.067
- Bodegas: 45
- Variedades blancas: Godello, Palomino, Doña Blanca y Malvasía.
- Variedades tintas: Menda, Garnacha Tintorera, Merlot, Cabernet Sauvignon y Tempranillo

Mallorca, 
el embrujo del vino mediterráneo.

El viñedo mallorquín llama con fuerza a la puerta del éxito. La consolidación de la nueva generación de profesionales y la seriedad del trabajo realizado han convertido los vinos de Binissalem y, en mayor medida, de Pla i Llevant en una de las promesas más sólidas del vino español.

Hubo un tiempo en el que los vinos mallorquines eran ligeros y pasajeros. Después se hicieron rudos, temperamentales y carnosos. Cambiaron de nuevo con el descubrimiento de las virtudes sempiternas de las viníferas de la tierra.

Hay nombres propios que conviene conocer (Manto Negro, Fogoneu, Callet y Prensal Blanca) y que recogen en sus granos los sabores y aromas de la isla. El panorama vinícola lo encabezan dos comarcas de Mallorca: Binissalem, en el centro de la isla, y Pla i Llevant, en torno a Manacor. Binissalem es la zona productora más antigua y de mayor entidad. Produce tintos que siempre llamaron la atención. La personalidad de las uvas isleñas Manto Negro y Callet se combina, desde hace unos años, con la Tempranillo, la Syrah, la Cabernet Sauvignon y la Merlot. El resultado acrecienta el interés por los vinos de la zona. Todo con permiso de la climatología, que, como sucede en zonas insulares, ejerce un influjo agobiante sobre las producciones. Las circunstancias se repiten en Pla i Llevant, aunque es posible que esta zona encuentre claves para desmarcarse y avanzar a más velocidad.

Clones autóctonos.

Dos productores de Pla i Llevant buscan alternativas de producción para las variedades autóctonas, en torno a las cuales se ha desarrollado un proyecto de selección clonal que está llamado a marcar, decisivamente, el futuro de los vinos de la zona.

Vinos de Mallorca

Pla i Llevant

- Superficie de viñedo: 300 ha.
- Producción vinícola: 9.73o hl.
- Bodegas: 9

Binissalem

- Superficie de viñedo: 508 ha.
- Producción vinícola: 10.082 hl.
- Bodegas: 12

Murcia, el resplandor de la Monastrell.

Entramos de lleno en los dominios de la Monastrell, una de las grandes uvas de los vinos mediterráneos; protagonista indiscutible de los vinos de una tierra que, con casi 50.000 hectáreas de viñedo, parece tener la mirada puesta en su industria vitivinícola.

Todo empezó en Jumilla, capital del vino murciano, dominado por la Monastrell. Es la DO más antigua de la región y se empeña, como Bullas, en la renovación. Todo parece cambiar: la atención prestada al viñedo, las dotaciones de las bodegas, los sistemas de elaboración, el tratamiento de cada variedad. Hasta el adelanto de la vendimia, que proporciona vinos con menos alcohol y abre las puertas a los vinos jumillanos en el mercado exterior.

Jumilla obtiene de la Monastrell vinos de mucho color, intensos, bien estructurados, con aromas a fruta madura, además de tintos dulces que han creado una moda por media España. No sería justo olvidar las altas calidades conseguidas con variedades llegadas de lejos, como la Syrah.

Al otro extremo del panorama se encuentra Bullas, la zona más joven y prometedora. La finura y la frutosidad de la Monastrell encuentra aquí un marco propicio para los ensamblajes con Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot. Bullas comparte con Yecla la elaboración de rosados expresivos y tintos jóvenes. Yecla se distingue por la búsqueda de alternativas. Veremos cómo resulta la integración de la Petit Verdot y la Moscatel de Grano Menudo.

jumilla

- Superficie de viñedo: 33.000 ha.
- Producción vinícola: 235.030 hl.
- Bodegas: 37

Yecla

- Superficie de viñedo: 4.600 ha.
- Producción vinícola: 50.000 hl.
- Bodegas: 7

Bullas

- Superficie de viñedo: 3.000 ha.
- Producción vinícola: 15.093 hl.
- Bodegas: 10

Vinos de España Un lugar en la historia


Los vinos españoles viven, posiblemente, su momento más dulce. La modernización de las elaboraciones, la introducción de tecnología en las bodegas, las nuevas generaciones de enólogos y, sobre todo, la profunda transformación operada por el viñedo son algunos de los factores que han impulsado el cambio.

Vinos de España


- Superficie de viñedo: 1.329.000 ha.
- Producción vinícola: 48.170.000 hl.
- Bodegas: 64
- Consumo individual de vino: 34,64 litros/año

Aquí, apenas se presenta un boceto general del panorama vinícola español, 12 denominaciones de origen frente a las 64 registradas. Es un muestrario que da una idea bastante ajustada del pasado, del presente y del futuro de los vinos españoles. Hubiera debido mencionar el avance de algunas zonas, como el trabajo con la Godello en Valedorras y con la Treixadura en Ribeiro, la consolidación de los blancos de Rueda, el inmenso potencial que muestran los vinos de Utiel y Requena, el futuro que aguarda a los vinos tintos surgidos, como por arte de magia, en la Sierra de Ronda o el auténtico acontecimiento que constituye la consolidación de los vinos de pago, por las iniciativas desarrolladas en Castilla-La Mancha.

Tendríamos que haber hablado de los cavas, nuestros grandes vinos espumosos, empeñados en la mejora constante de sus cotas de calidad. Hoy por hoy, España es el primer productor mundial y el primer país exportador. La incorporación de las uvas de Chardonnay a las nuevas elaboraciones ha añadido carácter y personalidad a nuestros espumosos.

Vinos de pago.

Todos los vinos son de pago, o de cobro, según se mire, pero el término que aparece en la nueva ley del vino se refiere a una figura que distingue los vinos elaborados con uvas de un solo viñedo. Es un fenómeno impulsado por la elite de los elaboradores castellano-manchegos.


 
 

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